sábado, 31 de julio de 2021

Eutanasia y salud mental








En realidad, yo soy psiquiatra. Puestos a hablar de eutanasia, quizá debería haber empezado por aquí. Pero es que esto era demasiado fácil, demasiado evidente. No hay más que ver el posicionamiento de la Sociedad Española de Psiquiatría al respecto. Como también está el de la Sociedad Española de Neurología. Y eso que Neurología y Psiquiatría somos dos disciplinas a las que, podríamos decir, la regulación de la eutanasia nos toca como daño colateral, sabemos que el foco primero está en la Oncología y especialidades relacionadas. Pero el daño colateral no es trivial.

En psiquiatría procuramos tratar y aliviar el malestar emocional que puede estar presente en cualquier persona y en cualquier momento de la vida. Algunas personas son más vulnerables, como aquellas con patología psiquiátrica, y hay etapas de la vida también de mayor fragilidad, como lo es el final de la vida, así como lo es la adolescencia. Estos meses de pandemia hemos visto como han incrementado en la adolescencia los trastornos de la conducta alimentaria, las autolesiones y los intentos de suicidio. Nos hemos sentido algo desbordados, y seguimos haciendo todo lo que está en nuestras manos para ayudar a vivir bien.

El deseo de suicidarse es un síntoma que debemos conocer, evaluar y considerar para el tratamiento. El deseo de suicidarse puramente racional es anecdótico. Lo que vemos en la práctica son personas con ideas de suicidio y alteraciones emocionales o trastornos mentales. El suicidio supone autodestrucción, se contrapone al instinto de supervivencia, que de por sí tiene mucha fuerza. Parte importante de la prevención en Medicina es todo lo relacionado con la prevención del suicidio, uno de los objetivos fundamentales de la Organización Mundial de la Salud en la actualidad. Por eso, cuando se aprueba una ley que facilita que pacientes soliciten el suicidio, nos tiene que hacer pensar. Se argumentará que la ley de eutanasia lo que quiere es proteger un derecho, pero lo que la ley hace, principalmente, es promover socialmente la petición de eutanasia.

Querer suicidarse no es sin más ni principalmente desear morir. Lo que el paciente quiere, casi en la totalidad de las situaciones, es dejar de sufrir. Cuánto consenso hay en esto entre los que tienen experiencia clínica. El paciente que intenta suicidarse busca lo que entiende como una solución definitiva para un problema que es temporal, ya que se puede aliviar, ayudar a mejorar el afrontamiento, fortalecer las fuentes de apoyo, y tantas acciones posibles. El paciente que quiere suicidarse suele pasar por un estado de ofuscación en sentido técnico  un estrechamiento de la percepción de la realidad causado por estados emocionales intensos (pasionales) como la depresión, la angustia o la ira. Ante una persona que manifiesta querer morir hay que preguntarse qué está necesitando en un primer plano.

En psiquiatría también ayudamos, cuando se nos requiere, a valorar la capacidad de pacientes para tomar decisiones relacionadas con su enfermedad y tratamiento, cuando estas decisiones son de trascendencia para la vida del paciente o para terceros. Hemos aprendido que, una manera de estructurar esta valoración es: 1) confirmar que el paciente es capaz de expresar verbalmente (oral o escrita) una preferencia; 2) comprobar que el paciente tiene un proceso de pensamiento con razonamiento lógico (con claridad y sin ofuscación por un estado psicopatológico determinado); 3) asegurarse de que el paciente comprende la situación concreta de la enfermedad (naturaleza de la enfermedad, opciones de tratamiento, pronóstico con y sin tratamiento, riesgos y beneficios potenciales del tratamiento); y 4) cerciorarse de que el paciente comprende el contexto de la enfermedad y consecuencias de las decisiones en su vida. Como puede verse, la aplicación de esta valoración en un supuesto "contexto eutanásico" (así se ha definido) es total. Por eso, sorprende que no se de a esta valoración la estructura y formalidad que requeriría, y también sorprende que no sea requisito para aplicar la eutanasia una valoración psicopatológica, siendo los trastornos mentales y las alteraciones transitorias del estado mental las causas principales que llevan a las personas a desear morir.

Últimamente pienso en pacientes concretos de la consulta. Hombre deprimido con ideas de suicidio; mujer con trastorno de la conducta alimentaria grave con necesidad de ingresos para renutrición; chica con trastorno de inestabilidad emocional de la personalidad con impulsividad; psicosis y percepción de la realidad distorsionada; personas con crisis de angustia, con lo mal que se pasa en los ataques de pánico; pacientes con obsesividad patológica, y el sufrimiento que conlleva. Y tantos más. Me vienen a la memoria nombres concretos, atendidos recientemente. Personas a las que deberíamos proteger de manera especial y a las que esta ley solo va a liar, confundir, así como a sus familias.

Esta ley de eutanasia introduce una posibilidad (pedir la muerte) que entorpece los procesos de ayuda. El suicidio no es una opción en la práctica clínica. Pero bueno, seguiremos haciendo Medicina.


Enrique Aubá, 31 de julio de 2021



1 comentario:

  1. Gracias por la reflexión. Refuerzas lo que el sentido común me dice. La eutanasia no es un acto médico. Será a lo sumo veterinario.

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