"Cónclave", película de Edward Berger basada en la novela homónima de Richard Harris (2016), se ha estrenado a finales de 2024 previendo que estaría de rabiosa actualidad más pronto que tarde, y lo ha clavado: escribo estas notas a finales de abril de 2025, en periodo de sede vacante y con cónclave inminente a la vista.
Voy a comentar algunos aspectos cinematográficos y algo más de los temas que trata o apunta, sobre todo del sorprendente final, que ya adelanto que me resulta cómico y jugoso a la vez.
Domina la película Ralph Fiennes en el papel de Thomas Lawrence, decano del colegio de cardenales, sobre quien recae la responsabilidad de dirigir el proceso de elección del nuevo papa. El actor británico nos tiene acostumbrados a su gesto atormentado en otras películas, y borda a un Lawrence al que le invaden las dudas: nos brinda una homilía que es imagen especular de la que hizo el cardenal Ratzinger en 2005 denunciando la dictadura del relativismo, pero en este caso denunciando la certeza como "el gran enemigo de la unidad, el enemigo mortal de la tolerancia". Destacan también las actuaciones de Stanley Tucci como cardenal Aldo Bellini, ambicioso progresista, y John Lithgow como cardenal Joseph Tremblay, timorato conservador. Quizá algo desaprovechados están Sergio Castellito en el papel del cardenal Goffredo Tedesco, esperpéntico tradicionalista, así como Isabella Rossellini, perfecta en su papel de religiosa al cuidado de los cardenales pero con muy poca presencia incluso para optar al óscar a mejor actriz de reparto al que fue nominada. La ambientación y vestuario son muy buenas, y ayuda a hacerse cargo de cómo es el proceso de las votaciones en el cónclave.
El ritmo es trepidante, se trata de un intenso thriller de intriga política, ambiciones y miserias, alianzas y corrupciones. Lo tiene todo: el que se descubre que tiene un hijo con una monja, el que compra votos de otros cardenales, y se echan de menos más intereses económicos mezclados con banca y otros gobiernos, yo pensaba que por ahí podía ir la trama final... pero no. Tiene de todo, salvo que esto de la Iglesia y de la elección de un papa no es cuestión únicamente humana, algo tiene que decir el Espíritu, al menos algo, y no estaría de más que al menos algún cardenal rezara un poco, o tuviera una visión un poco sobrenatural, al menos un poco. Pero no: nadie, ni uno, ninguno. Tiene su gracia, o es bastante penoso, mejor dicho. Pero bueno, salvando este "pequeño detalle", la película está bien. Ay.
Si ya he hecho algunos spoilers, ahora voy a destripar el final. Lo primero que hay que decir es que es un final tan sorprendente como cómico, pero a la vez, es el motivo por el cual escribo estas palabras, porque me interesa el tema aunque me parezca que rompe con el ritmo y género de la película, como si se aprovechara el circo montado para meter otro tema con calzador. Y es que, al final, es elegido papa un cardenal que, justo después de aceptar la elección y antes de ser presentado al mundo como papa, reconoce al decano Lawrence (Fiennes) que tiene útero y ovarios. Toma ya. Ahora, tú, sorprendido espectador, interpreta lo que está diciendo o queriendo decir. Un amigo con el que veía la película entendíó que estaba diciendo que era transexual, pero no: es intersexual. Pero ¿qué es eso? Veamos primero las palabras textuales en el guión:
"Mi situación es la misma que cuando me nombraron sacerdote... cerca de los cuarenta tuvieron que operarme de apendicitis, y entonces los médicos descubrieron que tenía útero y ovarios... para algunos, mis cromosomas me definirían como mujer... pero también soy lo que usted ve...".
La intersexualidad es la "cualidad por la que el individuo muestra, en grados variables, caracteres sexuales de ambos sexos". Intersexualidad "es un término que se refiere a las variaciones corporales de las características sexuales que se originan durante el desarrollo de la diferenciación sexual en la etapa embrionaria". La intersexualidad consiste en una ambigüedad en los caracteres sexuales externos o en los órganos reproductores internos, con muy diferentes formas y grados, todas ellas raras —poco frecuentes— y englobadas bajo el ambiguo paraguas de la intersexualidad.
Se consideran dentro de la intersexualidad diferentes subtipos: cromosomopatías —síndromes XXY, XXX, XO, XYY, otros—, alteraciones en el desarrollo embrionario y anatómico —hipospadias y disgenesias testiculares, agenesia y atresia vaginal, otros—, alteraciones hormonales —hiperandrogenismos, hipogonadismos, hiperplasia adrenal congénita, otros— y algunos déficits enzimáticos.
La intersexualidad se ha llamado en algún momento hermafroditismo, pero no es correcto este término, porque hermafrodita en biología es el individuo o especie que produce gametos masculinos y femeninos al mismo tiempo, pero esto no es posible en la raza humana, tampoco en ningún subtipo de intersexualidad. "Hermafroditismo verdadero" es un término médico para referirse al "trastorno del desarrollo sexual en el cual el individuo presenta una condición intersexual en la que nace con tejido ovárico y testicular, produciendo una discrepancia entre sus genitales y su sexo": "el desarrollo del aparato genital del embrión humano es un fenómeno complejo, dinámico y secuencial, que requiere de varias etapas, y cualquier interrupción durante este proceso puede resultar en alguna anormalidad". "Esta condición es muy rara y existen múltiples causas asociadas a la ambigüedad genital" (algunas de las antes señaladas). El denominado "hermafroditismo verdadero" no es verdadero en cualquier caso, como hemos apuntado:se utilizó el término para distinguirlo de otra condición médica —la deficiencia de la enzima 5-alfa-reductasa— que se denominó pseudohermafroditismo, menos verdadero todavía que el falso hermafroditismo verdadero.
Los estados intersexuales son poco frecuentes: la prevalencia se ha descrito en un 0,05 - 0,07 %, aunque hay estudios que señalan hasta un 1,7%, dependiendo de qué variedades de ambigüedades anatómicas transitorias se incluyan. La mayoría se detectan entre el nacimiento y la pubertad, y hay muchos motivos para no incluir entre lo intersexual a muchas de las situaciones médicas descritas, porque propiamente hablando, ninguna de ellas es verdaderamente intersexual. La intersexualidad engloba a distintas situaciones médicas poco frecuentes, estas situaciones médicas son alteraciones del desarrollo —transitorias o estables— y no variantes de la normalidad. A veces, en algunos ámbitos, se defiende el constructo de condición intersexual para defender y no discriminar, pero parece fácil no discriminar sin necesidad de crear una identidad distinta. Esto da para más, está claro.
Si he querido describir un poco estos detalles —he aprovechado para repasar y actualizar lo que estudié Medicina hace ya unos años— ha sido para compartir la complejidad médica de lo que se despacha con dos palabras al final de la película, nada fácil de digerir. Por cierto, lo que se apunta en la película —que el adulto cardenal tenga genética de mujer XX, útero y ovarios, se supone que también genitales externos ambiguos, y no darse cuenta hasta los 40 años con una cirugía de apendicitis...— es un subtipo de intersexualidad y una situación... imposible. Pero eso es casi lo de menos. Y otro tema es intentar interpretar las otras palabras del guión:
"Lo pasé realmente mal... contemplamos la cirugía para extirpar mis órganos femeninos... pero el tratamiento —histerectomía laparoscópica— no lo hice, lo reconsideré... la noche antes del vuelo me di cuenta de que era un error, yo siempre había sido así, me pareció un pecado mayor reparar su obra que dejar el cuerpo como estaba... —Entonces, ¿aún sigue siendo ... ? —Soy como Dios me hizo, y tal vez ser diferente me haga más útil". (!?!?!?!?!)
Tiene "genialidad", digámoslo así, en soltar en el mismísimo final, juntos, varios conceptos que confunden y resuenan en nuestro subconsciente aprendido: que no se puede discriminar a nadie por su condición sexual, sea la que sea; que la posición de la Iglesia no es clara ante algún colectivo diverso; que la Iglesia se mueve entre un rancio conservadurismo y un abierto progresismo; que los conservadores discriminan y los progresistas acogen con apertura; que el hecho de que las mujeres no puedan acceder al sacerdocio católico es otro tipo de discriminación; y más se podría añadir, todo junto. Apuntar, generar una emoción, y cerrar. Perversa genialidad.
Volviendo a la película, creo haber podido explicar por qué me parece que el final es forzado, con cambio de estilo cinematográfico, y cómico. A pesar de todo, me ha interesado y me ha entretenido, aunque en conjunto es ecléctica, distorsionante y confusa. Comprendo que a muchos les resulte cabreante. Lo triste, en mi opinión, no es el cómico final sino la visión que presenta de la Iglesia y de las personas de la Iglesia sin ningún atisbo de trascendencia. Ante las limitaciones y miserias humanas, no es fácil expresar la articulación entre lo humano y lo divino en la Iglesia, entre la libertad humana y la acción de Dios. Pero ahí está la clave.
Enrique Aubá, 28 de abril de 2025
Excelente reseña, gracias por compartir
ResponderEliminar