martes, 27 de julio de 2021

Eutanasia y buenas prácticas











Escribía hace unos días que me he sentido insultado como médico con la publicación del manual de buenas prácticas de eutanasia, pero no expliqué por qué. Voy a intentar hacerlo ahora. El Ministerio de Sanidad nos facilita un manual de 94 páginas con procedimientos detallados sobre cómo proceder para aplicar la eutanasia. Un procedimiento limpio, ordenado, con relaciones de "fármacos", rangos de dosis, modos de actuar, tablas resumen y diagramas de flujo. Impecable. Digno de los mejores estándares de calidad.

Los procedimientos de calidad están cada vez más implantados en Medicina, y la seguridad es una de nuestras obsesiones. Sufrimos cuando, queriendo ayudar, hacemos daño al paciente. Aprendemos de los errores, y hacemos protocolos para evitar lo que está en nuestra mano. Si hacemos daño al paciente (iatrogenia) y no hemos seguido los procedimientos previstos, podemos haber sido negligentes. La calidad y seguridad en los procedimientos deben enseñarse en las Facultades de Medicina.

El procedimiento para aplicar la eutanasia tiene varios pasos sencillos, con algunas alternativas. Primero se disminuye el nivel de conciencia, luego se induce el coma, y por último se administra un bloqueante neuromuscular. Se utilizará midazolam y propofol, fármacos de uso habitual para sedación (aunque deberíamos discutir si podemos llamarles fármacos cuando se usan intencionadamente para producir la muerte). En cualquier caso, para utilizarlos en procedimientos de sedación, hay que tener una formación específica. A mí, que me dedico a la psiquiatría, no se me ocurriría intentar sedar a un paciente, el riesgo del paciente sería alto y habría motivos de sobra para denunciarme. Sin embargo, incluso yo, que no recuerdo bien cómo coger una vía venosa, podría utilizar estas sustancias para aplicar la eutanasia, ya que, si me paso de dosis, no importa tanto. Y si no importa tanto, es que hay algún problema con este procedimiento. Esto huele a que no es medicina.

Podemos verlo también con el relajante muscular. Atracurio, cisatracurio o rocuronio. Los usamos en Medicina para relajar la musculatura en procedimientos quirúrgicos y de anestesia. Sustancias químicas que sintetizamos artificialmente y que tienen relación con productos vegetales ya descubiertos hace siglos. Wikipedia dice que los relajantes musculares que usamos hoy en día "tienen un mejor perfil farmacológico" que los venenos (curare) que se usaban en flechas y cerbatanas. Y es que en Medicina nos importa eso del perfil farmacológico, no queremos hacer daño. De manera paralela puede leerse también en internet que la cicuta, veneno que se le animó a tomar a Sócrates tras ser condenado, tiene hoy un uso medicinal muy limitado, "ya que la frontera entre dosis terapéutica y dosis tóxica es muy fácil de cruzar".

La frontera entre lo terapéutico y lo tóxico nos interesa en Medicina. Es parte importante de la ciencia farmacológica, a la que dedicamos estudio e investigación. Debemos medir siempre para estar en rango terapéutico y no perjudicial. Sin embargo, para la eutanasia no es tan importante esta frontera. Es más, da igual. Lo ponemos en un procedimiento limpio, como si nos importara, pero se trata de asegurarse de que el paciente fallezca. Así que, ante la duda, sube la dosis. Esto no suena a Medicina.

Y un último ejemplo. En el manual está incluso previsto que el "fármaco" que induce el coma puede producir dolor en su administración intravenosa. Por ello, sugiere que se administre previamente lidocaína, un anestésico, para que no duela. Todo un detalle cuando estamos produciendo la muerte. Se contempla también que, si una persona es alérgica al anestésico, tenemos la alternativa del sulfato de magnesio. Ay. Esto no es un detalle ni delicadeza. Esto es una tomadura de pelo y una falta de respeto a los médicos. Y una falta de consideración, por supuesto, con las personas que sufren, a las que se utiliza como excusa para este esperpento.

Esto no es Medicina. Este procedimiento debe ser parecido al que seguro había sobre cómo ejecutar a una persona en la guillotina, con elegancia. Bueno, en realidad no lo conozco, pero estoy seguro de que existía. Al que sí se parece y mucho es al procedimiento para aplicar la pena de muerte allí donde se aplica. Todo tiene su técnica. Pero no nos digan que como médicos tenemos que aprender esto. Y que nadie cuestione nuestro compromiso con los que sufren.


Enrique Aubá, 27 de julio de 2021

1 comentario:

  1. ¡Excelente resumen! La guía que menciona es un buen ejemplo de cómo los médicos pueden ser animados (y en extremos, potencialmente obligados) a utilizar los conocimientos científicos y habilidades técnicas de su profesión para ejecutar actos que sin embargo no son médicos, porque no buscan ni promover la salud, ni prevenir, curar y/o paliar la enfermedad. En este caso, lo que se busca es satisfacer un deseo de terminar con la vida, sin que pueda haber nunca indicación médica para ello. Una línea de bioética ha distinguido entre "actos médicos" y "actos socioclínicos" (https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/20502877.2019.1649871). Ambos necesitan a un médico para ser ejecutados. Pero un médico no tiene ninguna obligación de ejecutar un acto que no sea médico, y debe tener todo el derecho del mundo a objetar en especial a aquellos actos que contradicen no sólo su ética profesional sino también su deber como médico.

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