martes, 18 de noviembre de 2025

La carretera de la discordia

Por fin he pasado por la "carretera del campus", ese nuevo eslálom de pivotes y rayas que dibujan una graciosa trayectoria. Me digo que esto no puede ser cierto, que debe de haber sido un sueño, que la próxima vez que pase seguro que me doy cuenta de que no es real... pero va a ser que sí.

No me acaba de convencer lo de que si se tardan dos o cuatro minutos en cruzar el campus, que si para ir o para volver, que si los de Cizur o los de Soto Lezkairu, que si los de la privada o los del instituto público. No se trata tampoco de si sentido este u oeste: es más bien una cuestión de sentido común y de estética, que no es poco. Es cierto que yo no conduzco a diario para ir a trabajar, pero soy un ciudadano más que disfruta del campus paseando o en bici de esas eléctricas públicas que son una maravilla, de los que disfrutan del aire, del olor, de la hierba, de los árboles, de la vista. Y es que estos palitroques de plástico verde y esas rayas de pintura blanca... duelen a la vista.

Y como tiendo a pensar bien... me tranquilizo cuando comprendo que debe de ser algo provisional: el señor alcalde mandó cerrarla, supongo que para ampliar zona verde de la que presume Pamplona, pero hubo quejas y echó para atrás. Propone entonces algo intermedio que pudiera contentar a unos y otros, y ahora son otras las quejas. Pues nos quedamos a medias y pongo unos palotes de plástico de broma, en plan tomadura de pelo sin gastar dinero, mientras nos ponemos de acuerdo, ya llegaremos a un mejor consenso.

De la carretera de la discordia al paseo de la concordia. O algo de eso.


Enrique Aubá, 9 de noviembre de 2025
"Enviado a prensa, no publicado —seguro que con buen criterio—, pero… ¿y si no escribo solo para que me publiquen? ¿O y si sí, y por eso me autopublico?", 18 de noviembre 2025

viernes, 14 de noviembre de 2025

Somatización: cuando el cuerpo habla

La somatización puede entenderse como la expresión corporal —somática— de una tensión psicológica. Ahora bien, no siempre está vinculada a un estresor externo: en ocasiones responde a una disfunción o desregulación de los propios mecanismos fisiológicos de adaptación al estrés. En cualquier caso, la somatización no implica un síntoma “inventado”: el malestar, el dolor o la disfunción son reales y tienen un correlato fisiopatológico.

La somatización es también una forma de comunicación, y cuando esa expresión se comprende y se atiende con cuidado, puede convertirse en el comienzo de una sanación más profunda.

Reportaje publicado el 2 de octubre de 2025 en Noticias CUN, revista y portal de divulgación de la Clínica Universidad de Navarra, entrevista realizada por Marilén Echapare a los psiquiatras Enrique Aubá y Azucena Díez.

https://noticias.cun.es/somos-cun/somatizacion-dolor-real

Cada mañana, Teresa se despierta con un fuerte dolor en el cuello y los hombros. Lleva más de un año conviviendo con esa molestia, como si cargara un peso invisible que ningún tratamiento consigue aliviar. Ha visitado especialistas, se ha sometido a pruebas y ha tomado medicamentos sin éxito. Los resultados siempre dicen lo mismo: nada. No existe ninguna lesión ni causa proporcional que justifique su situación. Nada, excepto una vida entera marcada por la autoexigencia, el perfeccionismo y el silencio emocional. Teresa no suele quejarse, no llora en público, no expresa enfado. Pero su cuerpo sí lo hace. Y lo hace a su manera: a través del dolor. Lo que le ocurre tiene un nombre: somatización.

“La somatización es la expresión corporal —o somática— de una tensión psicológica. Es decir, cuando aparecen síntomas físicos, como dolores o molestias corporales, relacionados con la ansiedad, el estrés, un trauma o un conflicto emocional”, explica el Dr. Enrique Aubá, especialista del Departamento de Psiquiatría y Psicología Médica de la Clínica Universidad de Navarra.

Pero, ¿cómo ocurre esto? La somatización tiene una base fisiopatológica, es decir, responde a mecanismos biológicos concretos. No son los estresores en sí los que causan los síntomas, sino la manera en que el cuerpo reacciona para adaptarse. Esa reacción implica la activación de mecanismos como el sistema nervioso autónomo (encargado de funciones involuntarias como la respiración o el ritmo cardíaco), el sistema endocrino (que regula las hormonas) y el sistema inmunológico. La somatización implica una desregulación de estos sistemas, lo que da lugar a síntomas físicos reales. “Es importante recalcar que la somatización no es un síntoma imaginado. El dolor es real”, subraya el Dr. Aubá.

Niveles de profundidad

La somatización puede manifestarse en distintos niveles de profundidad, dependiendo del grado de conciencia que la persona tenga sobre el vínculo entre su malestar físico y su estado emocional:

  • Nivel superficial. La persona reconoce que su dolor o malestar corporal está relacionado con una situación de estrés, ansiedad o conflicto psicológico. Suelen coexistir síntomas de ansiedad o depresión —se trata de sentimientos vitales próximos a la corporalidad—, y el paciente es capaz de identificar que su cuerpo está reaccionando a una tensión interna.
  • Nivel profundo. Aquí el nivel de introspección es menor. La persona experimenta síntomas físicos reales —como dolores persistentes o molestias—, y no los asocia fácilmente con causas emocionales. En estos casos, no suelen aparecer síntomas claros de ansiedad o depresión.

La somatización es más común en personas con alexitimia, un fenómeno caracterizado por la dificultad para identificar y expresar las propias emociones.  

Factores que influyen en la somatización

En el caso de Teresa, el cuerpo comenzó a sanar cuando ella fue capaz de establecer un puente entre lo físico y lo emocional. El taichí, la respiración y el contacto con el agua no solo aliviaron el dolor: le ayudaron a mirar hacia dentro. En realidad, se trata de un fenómeno multifactorial, en el que influyen tanto las experiencias de vida como la personalidad y la biología de cada individuo. Existen tres grandes grupos de factores que contribuyen al desarrollo de la somatización:

  • Estrés externo. Son los factores psicosociales que presionan desde fuera: problemas laborales, crisis familiares, separaciones, pérdidas, procesos como una oposición o incluso la convivencia con hijos adolescentes. Este tipo de estrés sostenido genera una sobrecarga emocional que, cuando no encuentra salida en palabras o conductas adaptativas, puede traducirse en síntomas físicos.
  • Rasgos de personalidad y estrategias de afrontamiento. No todas las personas lidian con el estrés de la misma manera. La forma de ser —lo que en psicología se llama estructura de personalidad— influye directamente en cómo se procesa la tensión emocional. Rasgos como la rigidez, la impulsividad, la introversión o la baja capacidad de introspección pueden dificultar la gestión emocional, y, por tanto, favorecer la somatización.
  • Vulnerabilidades biológicas. Cada cuerpo tiene sus puntos débiles. Algunas personas somatizan en el estómago, otras en la cabeza, otras en la piel o el corazón. Esta susceptibilidad puede deberse a antecedentes médicos o a factores culturales, pero también a una alteración en los sistemas de regulación del estrés, ya sea por causas genéticas o por experiencias tempranas adversas, como abusos, carencias afectivas o negligencia emocional. En otras palabras: el “dónde duele” no depende tanto del tipo de estrés, sino del lugar donde cada cuerpo es más frágil.

Cuál es el tratamiento para la somatización

El tratamiento de la somatización debe abordarse de forma integral, combinando el conocimiento del fenómeno con intervenciones tanto psicológicas como físicas y, en algunos casos, farmacológicas. Estos son los pilares principales:

  • Educación sanitaria. El primer paso es comprender qué es la somatización. Saber que los síntomas físicos pueden tener una base emocional o estar relacionados con el estrés, y que no se trata de una invención ni de un engaño, ayuda a reducir el miedo y el estigma. Según indica el Dr. Aubá, “al entender en qué consiste la somatización, el paciente puede dejar de asustarse —porque es muy frecuente— y aceptarla. Si no se acepta y se vive con miedo, aumenta la tensión, no se expresa, y el malestar empeora”.
  • Tratamientos corporales. Otro tipo de tratamiento es el trabajo corporal. “El cuerpo está quejándose” y las terapias corporales son esenciales. “Estas intervenciones ayudan a reducir la tensión corporal y a mejorar la relación con el propio cuerpo”, indica el Dr. Aubá. Algunas estrategias habituales incluyen:
    • Ejercicio físico adaptado
    • Relajación y técnicas de respiración
    • Estiramientos y movilidad suave
    • Terapias con agua
    • Masajes y fisioterapia
  • Terapia psicológica o psicoterapia. Se recomienda cuando influyen rasgos de personalidad o patrones de afrontamiento poco adaptativos, para manejar cogniciones y conductas de enfermedad, así como para abordar de manera más profunda –cuando corresponde– antecedentes de vivencias traumáticas. La intervención psicológica es clave ayudar a identificar y expresar emociones y modificar patrones que favorecen la somatización. El tipo de terapia se adapta a cada persona y situación clínica.
  • Tratamiento farmacológico y dietas. En determinados casos seleccionados, y según el órgano afectado. Puede incluir:
    • Medicación específica o sintomática (analgésicos, antieméticos, espasmolíticos y    procinéticos, fármacos para la regulación vasomotora, etc.).
    • Ajustes dietéticosLa dieta puede ser una parte fundamental del tratamiento, especialmente cuando los síntomas somáticos afectan al sistema digestivo.¡
    • Con frecuencia pueden ser necesarios fármacos ansiolíticos de forma temporal o antidepresivos a dosis bajas a medio plazo, cuando hay ansiedad o depresión manifiestas, o para modulación de los sistemas de neurotransmisión.

La somatización no es una invención ni una debilidad: es una forma de comunicación. Y cuando esa comunicación se comprende y se atiende con cuidado, también puede convertirse en el comienzo de una sanación más profunda.

Un dolor real, una forma de comunicación

Durante años, la medicina ha intentado clasificar el fenómeno de la somatización dentro de los grandes manuales de diagnóstico en salud mental. Hasta hace poco, tanto la CIE (Clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS) como el DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, de la Asociación Americana de Psiquiatría) utilizaban el término “trastornos somatomorfos” para referirse a cuadros de síntomas físicos sin causa médica identificable, pero con una posible relación con el estrés o el malestar psicológico.

Sin embargo, esta categoría ha desaparecido en las versiones más recientes. “Se consideró una clasificación incompleta, ambigua y, sobre todo, estigmatizante”. Daba la impresión de que el paciente “se inventaba” el dolor, cuando en realidad los síntomas eran —y son— reales. 

Hoy la somatización se entiende dentro de cuatro grandes grupos clínicos:

  • Trastornos de ansiedad y depresiónlos síntomas físicos (dolor, fatiga, malestar gastrointestinal, opresión torácica) acompañan a cuadros emocionales reconocibles.
  • Trastornos somatomorfos (en desuso, pero aún usados clínicamente): síntomas físicos sin base orgánica clara, ni ansiedad o depresión evidentes; se vinculan a un estrés más profundo e inconsciente.
  • Trastornos funcionalesenfermedades reales sin daño estructural, pero con alteraciones en el funcionamiento (ej. fibromialgia, síndrome de intestino irritable, fatiga crónica, dolor musculoesquelético, disfunciones temporomandibulares).
  • Enfermedades psicosomáticas: patologías con mecanismos fisiológicos conocidos donde el estrés desencadena crisis (ej. psoriasis, asma, colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn, úlcera gastroduodenal).

Fenómenos relacionados con la somatización

Además de la somatización, están la conversión y la disociación, que comparten un origen psicodinámico y suelen aparecer tras traumas más intensos. La somatización suele estar vinculada al estrés cotidiano, mientras que la conversión y la disociación se asocian a traumas graves (abusos sexuales, violencia extrema, conflictos vitales sin salida).

  • Conversión: síntomas neurológicos (parálisis, pérdida de sensibilidad, convulsiones) sin base orgánica, que afectan funciones motoras o sensoriales.
  • Disociación: alteraciones en funciones psíquicas superiores como identidad y memoria (amnesia, despersonalización, personalidades múltiples).

Somatización en niños y adolescentes

Es más frecuente que en adultos, sobre todo en los pequeños, porque su menor capacidad verbal hace que expresen el malestar emocional a través del cuerpo (dolores, fatiga, malestares). El temperamento influye: los niños reservados, ansiosos o tímidos somatizan más; en adolescentes aparecen perfiles perfeccionistas que justifican sus dificultades con síntomas físicos,

En casa: cada caso es distinto. Algunos síntomas son leves y compatibles con la rutina, pero en casos graves la vida familiar puede girar en torno al malestar. La comunicación con la familia debe ser respetuosa, evitando pruebas médicas innecesarias. Si se sospecha un origen psicológico, se deriva a salud mental y, solo en casos severos, se valora medicación.

Abordaje: la psicoterapia es la base, adaptada a la edad. Con los más pequeños se trabaja a través de los padres con estrategias conductuales; en cuadros más serios se suman técnicas de relajación, fisioterapia o rehabilitación. Una vez descartada causa orgánica, no conviene seguir consultando a especialistas físicos.

La “diada peligrosa”niño con tendencia a somatizar + padre ansioso. El miedo paterno amplifica el síntoma. La clave es mantener la vida normal (colegio, deporte) siempre que no haya riesgo médico, lo que ayuda a romper el círculo de la somatización.

LECTURA RECOMENDADA: "Somatizaciones en la infancia y la adolescencia". 2023. Azucena Díez y Cecilia Hernández. Dirigido a familias y a profesionales que trabajan con niños desde fuera de la salud mental (pediatras, médicos de atención primaria, profesores, orientadores, etc.).


Enrique Aubá, 14 de noviembre de 2025

jueves, 23 de octubre de 2025

Fertilidad asistida: ciencia e información

He leído "El último in vitro" (Francisco Güell, 2025). Interesante y luminosa lectura sobre la realidad de la reproducción médicamente asistida, muy informativa a la vez que, por momentos, tremenda y dura. El autor es investigador, serio divulgador y cordial activista. Abierto y dialogante, doy fe: es amigo mío.

Justificación y posición del autor, tiene conocimiento de causa: "He dirigido a un consorcio científico de diez instituciones con financiación de la Comisión Europea (1,2 millones de euros) para analizar toda la información proporcionada por las clínicas de «reproducción médicamente asistida» en España y en otros siete países europeos. El proyecto se llama «B2-InF: estar mejor informado sobre fertilidad» (del inglés Be Better Informed about Fertility, enlace web: https://b2-inf.eu/). Sabe de lo que habla.

Partiendo de que la reproducción asistida es una realidad médica y social, ampliamente extendida y demandada, este es un posible resumen del libro: las técnicas de fertilidad artificial tienen una eficacia —tasa de éxito— determinada, no absoluta, y tienen también sus efectos secundarios, claro está, como todo procedimiento médico. Sin embargo, curiosamente, no se habla de lo uno ni de lo otro.

Hago un resumen, entre esquemático e impresionista, del contenido del libro, para hacernos una idea. Fisiología de la reproducción, regulación epigenética, capacitación y maduración de los gametos. Variantes de reproducción médicamente asistida. Riesgo relativo de problemas, aumento del riesgo, progresión del daño. Defectos congénitos, prematuridad y patologías relacionadas, aumento de incidencia posterior de algunas enfermedades. La industria y el negocio, intereses, conflictos de intereses. Disonancia cognitiva, patrón sistemático de negación, silencio. Falacias epidemiológicas, publicidad engañosa, falta de información. Recomendaciones para políticos y gobiernos, para profesionales del sector y para la población general.

Tiene mucha ciencia, mucho dato, lo que hace que la lectura pueda ser algo ardua, pero es muy ordenado, está bien escrito y se sigue con interés. Tiene tres partes: primera de resumen de evidencias, una segunda de explicación de los mecanismos de silencio, y una tercera con recomendaciones, sugerencias y propuestas constructivas.

Es importante darse cuenta de que el libro no va de buenos y malos, sino de ciencia y de ignorancia. Algunos se enriquecen con el negocio, otros tienen en sus manos poder de orientar las políticas sanitarias, pero la mayoría somos sencillamente ciudadanos y ciudadanas: personas de a pie «con cara de gente», con nuestras necesidades y anhelos, que procuramos salir adelante en una vida que con frecuencia es compleja y rica en matices. Y estamos en nuestro derecho de exigir que se nos trate como a adultos. Toda la sociedad debería disponer del conocimiento que hay —que es mucho— para seguir tomando las decisiones que queremos tomar con más libertad, mejor informados.


Enrique Aubá, 23 de octubre de 2025

lunes, 20 de octubre de 2025

La "paz" de Trump

No sé por qué, pero me da que esta paz no va a durar mucho. Ojalá me equivoque, porque todos la deseamos, el mundo la anhela y miles de personas y familias la necesitan. Pero es que… no. Así no, señor Trump. Me da que esto de la paz no funciona así.

Todos estamos un poco en shock, gratamente en shock, porque parece que, de la noche a la mañana, hay un atisbo de paz. Pero algo chirría. Quizá sea verdad eso de que Trump funciona como un empresario: compra lo que haga falta, ve transacciones por todas partes, y de repente a todos los implicados en el conflicto les conviene parar, sobre todo si te dan algo por parar, y más aún cuando estás en un callejón sin salida —como lo están tanto Netanyahu como Hamás—. Pero es como detener la pelea de dos niños en un patio del colegio comprándoles a los dos: mientras dure el regalo, me compensa parar; pero en cuanto haya descansado y me haya cansado del regalo, ya te aseguro que volveremos a sacudirnos.

Por otra parte, estamos también en shock porque entendíamos que esto de la paz requiere un cambio de actitud, una transformación interior. La guerra es enfrentamiento, y a ella se llega en gran medida por el endurecimiento de los corazones, ya sea al principio o durante el proceso. No podemos entender —no se puede entender, no puede existir— la paz sin ceder, sin perdonar, sin renunciar, sin misericordia, sin gratuidad. Es decir, sin lo contrario de la compraventa.

Y en tercer lugar, no acaba de cuadrarnos eso de que la paz se imponga con la fuerza de las armas, con la chulería, con el desprecio, con la ironía. Y es que el señor Trump es un matón, un marrullero, un abusón. Está claro que tiene una de las economías más potentes y el ejército más poderoso, pero, ya que lo tienes, úsalo bien. Puede —y debe— sentir la responsabilidad de servir y ayudar; pero, oye, con un mínimo de elegancia, con discreción, sin alardear, sin armar escándalo. Por Dios, qué esperpento, menudas puestas en escena, menudo impresentable.

A mí no me vale que haga algunas o muchas cosas buenas: también importa el cómo hacerlo, aquello de ser ejemplo, modelo, transmitir y contagiar virtud… no sé, algo de eso. ¿Nobel de la Paz? Por favor… Nobel de Economía, en todo caso. O de Circo y Teatro. Pero no de la Paz.

Y ojalá me equivoque.


Enrique Aubá, 16 de octubre de 2025
Publicado en Diario de Navarra, carta de los lectores, 20 de noviembre de 2025





sábado, 6 de septiembre de 2025

Los Santos Padres: fuentes y guías de la fe






Para abordar los retos y necesidades de hoy es de gran ayuda volver a las raíces. Los Padres de la Iglesia siguen siendo una referencia segura e luminan la comprensión de la fe. En este curso volvemos a las enseñanzas de los Padres. Nos serviremos fundamentalmente de dos fuentes:
El tesoro de los Padres, de José Antonio Loarte (selección de textos de los Santos Padres para el cristiano del tercer milenio), y la Catequesis sobre los Padres de la Iglesia, de Benedicto XVI. Comparto lo que leí y estudié con unos amigos el curso 2022-2023, para quien le interese.


Enrique Aubá, 6 de septiembre de 2025


Introducción Padres de la Iglesia

Consideramos “Padres de la Iglesia” a un grupo más o menos circunscrito de escritores de los primeros siglos del cristianismo, “cuya autoridad es decisiva en materia de doctrina. Lo verdaderamente importante no es la afirmación hecha por uno u otro aisladamente, sino la concordancia de varios en algún punto de la doctrina católica. En este sentido, el pensamiento de los obispos reunidos en el Concilio de Nicea, primero de los Concilios ecuménicos (año 325), adquiere enseguida un valor y una autoridad muy especiales”. " 1) Los Padres son testigos privilegiados de la Tradición de la Iglesia. 2) Los Padres nos han transmitido un método teológico que es a la vez luminoso y seguro. 3) Los escritos de los Padres ofrecen una riqueza cultural y apostólica, que hace de ellos los grandes maestros de la Iglesia de ayer, de hoy y de siempre." (José Antonio Loarte, Introducción).

Panorámica Padres de la Iglesia

Seleccionados en este curso: 1) Anteriores al concilio de Nicea (325): Padres apostólicos: San Ignacio de Antioquía, San Policarpo de Esmirna; Padres apologistas: San Justino, San Ireneo de Lyon, Clemente de Alejandría, Orígenes. 2) Edad de oro orientales San Atanasio, San Cirilo de Jerusalén, San Cirilo de Alejandría, San Basilio, San Gregorio Nacianceno, San Gregorio de Nisa, San Juan Crisóstomo. 3) Edad de oro occidentales: San Jerónimo, San Ambrosio, San Agustín. 4) Últimos Padres: San León Magno, San Gregorio Magno, San Isidoro de Sevilla, San Juan Damasceno.

San Ignacio de Antioquía (Padres apostólicos)

San Ignacio, que fue el tercer obispo de Antioquía, del año 70 al 107, fecha de su martirio. En aquel tiempo Roma, Alejandría y Antioquía eran las tres grandes metrópolis del imperio romano. El concilio de Nicea habla de tres "primados":  el de Roma, pero también Alejandría y Antioquía participan, en cierto sentido, en un "primado". San Ignacio era obispo de Antioquía, que hoy se encuentra en Turquía. Allí, en Antioquía, como sabemos por los Hechos de los Apóstoles, surgió una comunidad cristiana floreciente:  su primer obispo fue el apóstol san Pedro —así nos lo dice la tradición— y allí "por primera vez los discípulos recibieron el nombre de cristianos". En la literatura cristiana san Ignacio fue el primero en atribuir a la Iglesia el adjetivo "católica", es decir, "universal":  "Donde está Jesucristo —afirma— allí está la Iglesia católica" (Benedicto XVI).

San Policarpo de Esmirna (Padres apostólicos)

Obispo de Esmirna y mártir, nació hacia el año 75, probablemente en el seno de una familia que ya era cristiana. San lreneo de Lyon, que lo conoció personalmente, afirma que había recibido las enseñanzas de los Apóstoles y que el mismo San Juan le había consagrado Obispo de Esmirna. Cuando estalló una persecución anticristiana, se escondió en una casa de campo, a ruego de sus fieles, pero fue descubierto por la traición de un esclavo y condenado a la hoguera. Murió en el año 155, a los ochenta y seis de edad (José Antonio Loarte).

San Justino (Padres apologistas)

San Justino, filósofo, laico, mártir. El más importante de los apologistas del siglo II que escribe en defensa del cristianismo. Inicialmente filósofo pagano, tras su conversión establece diálogo desde el cristianismo con el judaísmo y el paganismo. Es un modelo de búsqueda sincera de la verdad, razonabilidad de la fe, diálogo con las corrientes de pensamiento del momento, apertura. Para el cristiano de hoy es una referencia que nos recuerda la necesidad de profundizar en nuestra fe y fundamentar bien el discurso para poder dialogar y aportar en un momento de gran presión de las ideologías.

San Ireneo de Lyon (Padres apologistas)

San Ireneo de Lyon (140 - 202), nacido en Esmirna (Asia Menor), fue obispo de la ciudad de Lyon desde 189. Se piensa que murió mártir. Benedicto XVI lo define como el “campeón de la lucha contra las herejías”, “el primer gran teólogo de la Iglesia”, “el que creó la teología sistemática”. Es el principal defensor de la fe frente al gnosticismo, uno de los movimientos hetedoroxos más amenazadores contra el cristianismo naciente. De gran actualidad para el cristiano de hoy, dado el empuje que tienen la mística esotérica y el sincretismo orientalista. Discípulo de San Policarpo de Esmirna y, por lo tanto, directo receptor de la enseñanza del apóstol San Juan, San Ireneo subraya el papel de la Tradición apostólica como fuente y norma de fe.

Clemente de Alejandría (Padres apologistas)

Clemente de Alejandría nace en Atenas a mediados del siglo II y muere en Capadocia alrededor del año 215. Es padre apologista, referente de la Escuela de Alejandría, alumno de Panteno, maestro de Orígenes. Expresa que la filosofía griega puede considerarse como un “tercer testamento”, que conduce al mismo Logos como la Ley dada a los hebreos. Es considerado el fundador de la Teología especulativa. Corrigiendo el gnosticismo de la época, explica que el Logos conduce a la fe y es el fundamento de la verdadera gnosis. Como señala Benedicto XVI, para Clemente de Alejandría “dos virtudes sobre todo adornan al alma del auténtico gnóstico: la primera es la libertad de las pasiones (apátheia); la segunda es el amor, la verdadera pasión, que asegura la unión íntima con Dios”. Comentaremos un texto de Clemente de Alejandría sobre el valor de las riquezas.

Orígenes (Padres apologistas)

Orígenes de Alejandría, conocido con el sobrenombre Adamantius (“hombre de acero”, por su extraordinaria energía), nació en Alejandría en torno al año 185. Con solo 18 años le es confiada la escuela catequética de Alejandría, sustituyendo a Clemente que estaba fugitivo por la persecución. En el 231 fundó una escuela en Cesarea de Palestina, de la que saldrán teólogos como Eusebio de Cesarea, y los padres capadocios (San Basilio el Grande, San Gregorio Nacianceno y San Gregorio de Nisa). Orígenes, durante toda su vida anheló el martirio. En el año 250, durante la persecución de Decio, fue arrestado y torturado cruelmente. A causa de los sufrimientos padecidos, murió pocos años después, en Tiro,  el año 253, con menos de setenta años. Orígenes es uno de los escritores más eminentes de la antigüedad cristiana. Fundamenta la teología en el estudio de la Sagrada Escritura, proponiendo una “triple lectura” de la Biblia: sentido “literal”, sentido “moral”, sentido “espiritual”. Orígenes es apologista (defensa del monoteísmo, “Contra Celso”) y a la vez un gran místico y maestro de oración. Paradójicamente, por diferentes controversias, a veces no se le cuenta en el número de los Padres de la Iglesia. A la vez, no hay duda de que su influjo ha sido enorme en el transcurso de los siglos.

Los padres de la Iglesia y la Inmaculada Concepción

El dogma de la Inmaculada Concepción de María se define en 1954, por el Papa Pío XI, que "no hizo sino recoger con diligencia y sancionar con su autoridad la voz de los Santos Padres y de toda la Iglesia, que siempre se había dejado oír desde los tiempos antiguos hasta nuestros días". Los Padres de la Iglesia tuvieron que defender con ahínco la virginidad de Maria que, desde los primeros siglos dado que constituía uno de los escollos que los herejes de las más diversas tendencias querían convertir en insalvable. 

San Cirilo de Jerusalén (Edad de Oro de los Padres)

Hemos visto Padres Apostólicos y Padres apologistas. Ahora comenzaremos con la Edad de Oro de la patrística, que empieza con el Concilio de Nicea (año 325), después de haberse terminado la persecución contra los cristianos con el Edicto de Milán (año 313), firmado por el emperador Constantino. Vamos a empezar hablando de San Cirilo de Jerusalén (315-386), y comentaremos un texto suyo clásico del Adviento, "Las dos venidas de Cristo".


Teodoto de Ancira (Edad de Oro de los Padres)

Teodoto fue obispo de Ancira, una población situada en Galacia, en el Asia Menor. Amigo personal de Nestorio, fue, sin embargo, uno de sus principales adversarios, cuando el Concilio de Efeso del año 431 condenó las doctrinas de aquél como heréticas. Nestorio afirmaba la existencia de dos personas en Jesucristo, negando el título de Madre de Dios a la Virgen María. Defendió con firmeza la verdad de la existencia de dos naturalezas en la única persona de Cristo y exaltó de modo especial la maternidad divina de Santa María, junto a su perpetua virginidad. Su muerte tuvo lugar en torno al año 446. Entre sus obras merecen especial mención las dos homilías sobre el nacimiento del Señor. Pronunciadas en Ancira, fueron leídas en el Concilio de Efeso e introducidas en sus Actas.


San Atanasio (Edad de Oro de los Padres)

Nos adentramos en la Edad de Oro de los Padres, periodo entre el concilio de Nicea (325) y el Concilio de Calcedonia (451), ya en contexto de paz para el cristianismo tras el Edicto de Milán (313), firmado por el emperador Constantino después de su conversión. El cristianismo se propaga, a la vez que desarrolla dos grandes misterios de la fe: la Santísima Trinidad y la Encarnación. El arrianismo (Arrio, 256-336) fue un intento equivocado de armonizar la unidad y la trinidad en Dios, en la que el Verbo queda reducido a la categoría de un héroe o semidiós. San Atanasio (295-373), obispo de Alejandría, es una de las grandes figuras de la Iglesia del siglo IV, brillante escritor que expone teológicamente y defiende contra las diversas herejías la fe verdadera en la Santísima Trinidad.

San Basilio (Edad de Oro de los Padres)

San Basilio (330-379) es uno de los tres denominados padres capadocios, junto con su hermano San Gregorio de Nisa y su gran amigo, San Gregorio Nacianceno. Los padres capadocios continuaron la defensa de la ortodoxia en la doctrina trinitaria iniciada por San Atanasio, a la vez que hacen dar grandes pasos a la Teología. San Basilio comienza la profesión docente a los veinticinco años, y poco después deja la enseñanza y se retira al desierto para dedicarse a la contemplación, convirtiéndose en uno de los pioneros de la vida monástica. Es ordenado sacerdote en el 364, y desde el 370 es obispo de Cesarea. Comentaremos un texto de San Basilio sobre el recogimiento interior. San Basilio es llamado el Grande, y es contado entre los ocho mayores Padres y Doctores de la Iglesia universal.

San Gregorio Nacianceno (Edad de Oro de los Padres)

San Gregorio Nacianceno (329-389), uno de los tres denominados padres capadocios junto con San Basilio y San Gregorio de Nisa. Recibe una profunda formación en las escuelas de Cesarea de Capadocia - donde conoció a San Basilio-, Cesarea de Palestina, Alejandría y finalmente Atenas, donde volvió a encontrarse con San Basilio, quien será su gran amigo. Tras estos años de estudio, vuelve a su tierra, se bautiza y se retira a una vida solitaria. Su vida transcurrirá en una constante tensión entre su tendencia y deseo de retirarse a la oración y al estudio, junto con una recurrente llamada a la acción y responsabilidad pastoral para responder a las necesidades de la Iglesia, lo que intenta rehuir sin éxito. Acepta la ordenación sacerdotal, la consagración episcopal, y es llamado a presidir el Concilio de Constantinopla (381). Renuncia a cargos, vuelve a asumir otros, hasta que se retira definitivamente para dedicarse a la contemplación, al estudio y a la escritura. Gran aficionado a la poesía y maestro de oratoria, sus escritos son bellas exposiciones del dogma y de la vida cristiana. Destacan sus discursos sobre la Trinidad y la Encarnación. Conocido como “el Teólogo”, es Doctor de la Iglesia y uno de los cuatro grandes padres de Oriente. Comentaremos un fragmento de un poema dogmático sobre la Trinidad, “Tres luces que son una luz”.

San Gregorio de Nisa (Edad de Oro de los Padres)

San Gregorio de Nisa (335-394, desconocemos con precisión las fechas) es el tercero de los “padres capadocios”. Hermano de San Basilio, tiene otra hermana también santa, Macrina, modelo de virginidad. San Gregorio de Nisa, hombre de carácter meditativo, fue un pensador original y profundo en la historia del cristianismo. En un primer momento se dedicó a la enseñanza y se casó (parece que con una tal Teosebia, aunque se discute sobre si estuvo casado o no: el concepto estricto que del matrimonio manifestó en su obra Sobre la virginidad lleva a pensar que permaneció célibe). Después, como su hermano y su hermana, se consagró totalmente a la vida ascética. Más tarde fue elegido obispo de Nisa. Fue uno de los protagonistas del concilio de Constantinopla del año 381, que definió la divinidad del Espíritu Santo. Entre los padres capadocios, es el que mayor influencia posterior ha tenido por la profundidad especulativa de su pensamiento teológico. Escritor prolífico, destacan entre sus obras su tratado sobre la creación del hombre y obras ascéticas sobre la perfección cristiana. Entre los griegos es conocido como “el teólogo”. Comentarnos un texto de San Gregorio sobre “qué significa ser cristiano”, que puede ser de provecho para este tiempo de cuaresma.

San Juan Crisóstomo (Edad de Oro de los Padres)

San Juan Crisóstomo (350-407) es uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia de Oriente y también Doctor de la Iglesia. Nace en Antioquía, recibe una esmerada educación y formación literaria. Bautizado en el 368, se inicia en la vida monástica a la vez que aprende exégesis bíblica con la orientación histórico-literal de la escuela antioquena. Tras un retiro entre eremitas de cuatro años, vuelve a Antioquía. Ordenado sacerdote en 386 se dedica doce años a la predicación y formación de sus conciudadanos. Prestigioso por su elocuencia (“crisóstomo”, “boca de oro”), no es un teólogo especulativo. Su teología es exquisitamente pastoral, en la que destaca una constante la preocupación de la coherencia entre el pensamiento expresado por la palabra y la vivencia existencial. Consagrado obispo de Constantinopla el año 398, comienza el periodo más difícil de su vida: envuelto en constantes intrigas, se propone la reforma del clero y la mejora del pueblo, tomando medidas que le supusieron numerosos enemigos, y es desterrado en dos ocasiones. Sus escritos recogen más de 700 homilías, 17 tratados y 241 cartas. Basa su pensamiento en la Sagrada Escritura realizando una exégesis con una orientación moral. Comentaremos dos textos: una exhortación a la Lectura de la Sagrada Escritura y otro texto sobre Recomenzar, de provecho ahora en Cuaresma.

San Jerónimo (Edad de Oro de los Padres)

San Jerónimo (345-420), presbítero y doctor de la Iglesia, es uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia en Occidente (junto con San Ambrosio, San Agustín y San Gregorio Magno). Nace en Estridón (Dalmacia, actual Croacia), recibe una esmerada formación en Roma, es bautizado en el 366. Conocido como persona de carácter extremadamente sensible y fogoso, lo que le generaba dificultades y enfrentamientos personales, se orienta inicialmente hacia la vida ascética, marcha a Oriente para una vida eremítica y de dedicación al estudio, perfeccionando la lengua griega y el hebreo. En el 379 marcha a Constantinopla y conoce a Gregorio Nacianceno. Asiste al Concilio de Constantinopla (381) y el año 382 se traslada a Roma. El Papa Dámaso le encarga una nueva traducción latina de la Biblia, y elaborará la denominada “Vulgata”, oficial desde el Concilio de Trento y vigente en la actualidad. En el 385, tras el fallecimiento del Papa y ante desavenencias con el ambiente romano, inicia una peregrinación a Tierra Santa y Egipto, y desde el 386 se establece en Belén hasta su muerte, falleciendo en su celda junto a la gruta de la Natividad. Funda en Belén un monasterio de hombres y tres de mujeres, y dedica sus 34 últimos años de vida dedicado a la vida monástica y a la investigación escriturística. Además de la traducción de la Biblia, san Jerónimo escribe muchos comentarios a textos bíblicos, rebate a los herejes que rechazan la tradición, tiene varias biografías y un extenso epistolario. De San Jerónimo aprendemos a amar la palabra de Dios en la sagrada Escritura, a leerla como Palabra de Dios que se dirige a nosotros, y a leerla en comunión con la Iglesia, siendo su lugar privilegiado la liturgia. Comentaremos dos textos de San Jerónimo: uno sobre el valor de las Escrituras y otro sobre las características del sacerdote, de interés y actualidad.

San Ambrosio (Edad de Oro de los Padres)

San Ambrosio de Milán (339-397), se traslada a Roma con su familia en el 354, tras el fallecimiento de su padre, estudia retórica y abogacía, sigue carrera política siendo nombrado gobernador con sede en Milán. Dado su buen hacer mediando entre católicos y arrianos, siendo todavía catecúmeno es designado obispo de Milán a la muerte del obispo arriano Auxencio. Para ello, en pocos días recibe el Bautismo, la Confirmación y Orden sacerdotal con Consagración episcopal. Se dedica a un estudio sistemático de la Biblia y teología griega, especialmente Orígenes, San Atanasio y San Cirilo de Jerusalén. Desarrolla una intensa labor pastoral y destaca su labor para salvaguardar la libertad de la Iglesia frente a intromisiones civiles arrianas. Es doctor de la Iglesia y considerado uno de los cuatro grandes padres latinos de la Iglesia. Convirtió y bautizó a San Agustín de Hipona. Comentaremos un texto sobre la misericordia divina, apropiado ahora después del domingo de la Divina Misericordia.

San Agustín (Edad de Oro de los Padres)

San Agustín de Hipona, “el Padre más grande de la Iglesia latina”, en palabras de Benedicto XVI, quien le dedica cinco catequesis del ciclo de los Padres de la Iglesia. El Papa alemán lo consideraba “guía para su vida como teólogo y pastor”, sobre él trató su tesis doctoral y en él se inspiró su primera encíclica “Deus caritas est”. San Agustín (354 - 430), nació en Tagaste, actual Argelia, y falleció en Hipona, antigua Numidia, también en la actual Argelia). Tras sus estudios, funda una escuela de gramática en Tagaste, otra en Cartago, otra en Roma y finalmente enseña retórica en Milán. Profundiza en artes, cultura y latín, a la vez que se mueve en un ambiente fuertemente paganizado. Le mueve con fuerza una sensualidad que le lleva al desorden e insatisfacción, y se aleja de la fe cristiana en la que le había educado con pasión su madre Santa Mónica. Su vida se convierte en una búsqueda de plenitud y verdad, pasando por posturas maniqueas, racionalistas, materialistas y de escepticismo. Su conversión es un camino de regreso largo, en el que tiene especial importancia su honradez intelectual de gran pensador, y juega un papel especial la predicación de San Ambrosio, quien le bautizaría. Escritor prolífico, tiene textos autobiográficos, filosóficos, apologéticos y polémicos, dogmáticos, morales y pastorales, exegéticos, además de unos 600 sermones y 300 cartas. Son de especial relevancia sus aportaciones sobre la relación entre fe y la razón, sobre la relación entre la gracia y la naturaleza, y sobre la doctrina de la Iglesia. Benedicto XVI también señala cómo “ha dejado una huella profundísima en la vida cultural de occidente y de todo el mundo”. Comentaremos un texto de “Las Confesiones” sobre la búsqueda de Dios.

San Cirilo de Alejandría (Edad de Oro de los Padres)

San Cirilo de Alejandría, Padre y Doctor de la Iglesia, nace en Alejandría alrededor del año 375 y fallece el 444. Obispo de Alejandría desde el 412. Su importancia radica en haber sido el máximo defensor de la fe frente al nestorianismo, herejía que separaba en Cristo dos personas, una humana y otra divina. Presidió el Concilio de Éfeso (431) profundizando en la definición de la unión de dos naturalezas, humana y divina, en la única persona de Cristo. De esta manera, San Cirilo contribuye también a la definición de María como Madre de Dios, Theotókos. Proponemos un texto dedicado a la Virgen María, apropiado para el mes de mayo.

San León Magno (Edad de Oro de los Padres)

San León Magno, nace en Roma hacia el año 400, es elegido Papa el año 440, fallece en el 461. Padre y Doctor de la Iglesia. Su pontificado tuvo lugar en un momento turbulento, ante la presión del Imperio rmano por los pueblos bárbaros, y los riesgos de cisma en la Iglesia por la influencia del monofisismo y las ambiciones de los patriarcas de Constantinopla. San Léon fue firme ante el pelagianismo y monofisismo, explicando magistralmente a doctrina de la doble naturaleza de Cristo en la unidad de Persona, base para las definiciones del Concilio de Calcedonia (451). Tienen importancia en sus escritos casi 100 homilías pronunciadas en festividades del año litúrgico. Como subraya Benedicto XVI, san León Magno “enseñó a sus fieles que la liturgia cristiana no es el recuerdo de acontecimientos pasados, sino la actualización de realidades invisibles que actúan en la vida de cada uno”. Comentaremos un texto de san León sobre la Encarnación del Señor, que bien puede leerse a la luz de la Resurrección ahora en el tiempo pascual.


San Gregorio Magno (Últimos Padres de Occidente)

San Gregorio Magno (540 -604). Situado en el último período de los Padres, después de los grandes concilios, es uno de los grandes maestros de la espiritualidad clásica occidental. Prefecto de la Urbe de Roma (la  más alta magistratura) en el 472, en el 474 abraza la vida monástica, fundando siete monasterios en propiedades familiares, aunque pronto es requerido para labores pastorales y civiles. Ordenado posteriormente sacerdote, es consagrado Obispo de Roma en el 590. Pastor, siempre atento a las necesidades sociales, se comprometió a fondo para conseguir una paz efectiva en Italia y en Roma. Se preocupó de la conversión de los pueblos jóvenes y de la nueva organización civil de Europa. Promovió la evangelización de Inglaterra y la conversión de los visigodos. En su confrontación con el Patriarca de Constantinopla, adopta el apelativo de “Servidor de los siervos de Dios”, título que será utilizado en adelante por todos los Papas. En sus escritos destacan más de 800 cartas y numerosas homilías y comentarios sobre la Sagrada Escritura, promoviendo una lectura aplicada a la vida. Traemos hoy un bonito texto de San Gregorio sobre los Ángeles, basado en la lectura de la Sagrada Escritura.

San Isidoro de Sevilla (Últimos Padres de Occidente)

San Isidoro de Sevilla (560 - 636), es considerado el último de los Padres en Occidente y ha pasado a la historia como el hombre más sabio de su tiempo. Fue obispo de Sevilla durante más de tres décadas, sucediendo a su hermano Leandro. Otros dos hermanos son venerados como santos: san Fulgencio, también obispo, y santa Florentina, que abrazó la vida monástica. Hasta la Edad Media es la referencia en todas las ciencias. Sus obras principales son las Etimologías, una enciclopedia en veinte libros, y las Sentencias, tres libros de teología dogmática y ética. En la discusión de los diversos problemas percibe su complejidad y propone a menudo, con agudeza, soluciones que recogen y expresan la verdad cristiana completa. Comentaremos un texto de las Sentencias sobre la necesidad y complementariedad de la oración y la lectura.

San Juan Damasceno (Últimos Padres de Oriente)

San Juan Damasceno (675-750) es el último Padre de la Iglesia en Oriente. Vive en el contexto de un Imperio bizantino (Imperio romano de Oriente) en tensión con los musulmanes, y de hecho, la Damasco en la que nace fue conquistada por el Islam en el 635. De familia cristiana pudiente, trabaja en un cargo público administrativo hasta que decide retirarse a una vida monástica. Más tarde es ordenado sacerdote, y adquiere gran prestigio como predicador, manteniendo una notable actividad literaria. La importancia de San Juan Damasceno radica primero en su tarea de conservación y transmisión del pensamiento patrístico griego, siendo una referencia obligada después en la Edad Media. También fue clave en la lucha contra la herejía iconoclasta, de trascendencia no solo para la Iglesia Oriental sino para toda la Iglesia Universal. San Juan Damasceno fue de los primeros en distinguir entre la adoración, que sólo puede dirigirse a Dios, y la veneración, que puede utilizar una imagen para dirigirse a aquel que es representado en esa imagen. La veneración de las imágenes es justificada desde la Encarnación de Dios en Cristo, Dios se ha hecho visible, y desde la Encarnación la materia tiene otro significado. Somos conscientes de la importancia que tienen las imágenes y los signos para la Liturgia de la Iglesia y la Teología sacramentaria. Comentaremos un texto de San Juan Damasceno sobre la Cruz de Cristo: “¡Adoremos la imagen de la preciosa y vivificante cruz, de cualquier materia que esté compuesta! Porque no veneramos el objeto material— ¡no suceda esto nunca!—, sino lo que representa: el símbolo de Cristo”.

martes, 19 de agosto de 2025

Volver a casa con Odiseo

Leer la Odisea (Homero, s. VIII a.C.) a continuación de la Ilíada es hasta fácil: porque ya conoces a los personajes y el contexto, porque es más corta, porque es más diversa y con ágiles cambios de escenarios. Es un viaje, que fluye, por el mar. En cualquier caso, es recomendable conocer mínimamente a los protagonistas de la Ilíada, héroes y dioses, para disfrutar más de la Odisea (puede ayudar este Acceso a la Ilíada).

La Odisea narra el regreso a casa del héroe aqueo Odiseo (Ulises para los romanos), el viaje de vuelta por mar desde Troya (Ilión, escenario de la Ilíada) a Ítaca. Odiseo ha participado con Aquiles y compañeros en la guerra de Troya. La Ilíada termina con el punto de inflexión en la guerra a favor de los griegos, con la muerte de Héctor a manos de Aquiles y los funerales de Patroclo —compañero de Aquiles—, pero en la Ilíada no se describe propiamente el final de la guerra ni la destrucción de Troya, que llegará con la treta del caballo ideada por Odiseo. Este final es mencionado a trozos en la Odisea, como dándolo por supuesto y conocido. La Odisea se centra en el accidentado viaje de vuelta a su país y, sobre todo, de la vuelta a su casa, oculto hasta que desvela su identidad y vuelve a ser esposo, padre, hijo y rey.

Sinopsis detallada de la Odisea: diez años después de terminar la guerra de Troya, el héroe Odiseo todavía no ha vuelto a casa, a su reino, a Ítaca. En el palacio siguen su mujer Penélope y su hijo Telémaco, sin noticias de su esposo y padre. Lo más probable es que haya fallecido, pero de alguna manera esperan, y Penélope se resiste a casarse de nuevo a pesar de los muchos que la pretenden, acosan y saquean la hacienda. Homero nos cuenta que, en realidad, Odiseo está retenido contra su voluntad por la ninfa Calipso en su isla, hecho que no importa en absoluto a Poseidón, dios de los mares y de las tormentas, a quien no le caen especialmente bien ni los griegos en general —han destruido su protegida Troya— ni Odiseo en particular. La situación cambia cuando la diosa Atenea, que tiene debilidad por Odiseo, suplica al gran Zeus que permita a Odiseo volver a su patria, que no consienta que otros dioses se lo sigan impidiendo. Y es Atenea quien hace que Telémaco vaya en busca de información sobre su padre y quien se encarga de que Odiseo pueda regresar por fin a Ítaca. Odiseo mismo es quien cuenta las peripecias de su viaje ante Alcínoo, rey de los feacios, narrándole los fantásticos encuentros con los cícones, los lotófagos, los cíclopes —y Polifemo—, los lestrigones, la hechicera Circe, el descenso al Hades, el episodio de las sirenas, el estrecho de los monstruos Escila y Caribdis, y más. Finalmente, Odiseo llega a su patria y todavía queda la mitad del poema: se hará pasar por un mendigo para conocer la situación, ir revelando su identidad poco a poco, para finalmente hacer morir sin piedad a los impresentables pretendientes, recuperar su amor y amistades y restablecer el orden.

En la antigüedad, el viaje en barco de Troya a Ítaca, cruzar el mar Egeo desde el estrecho de los Dardanelos (Turquía) hasta las islas jónicas (Grecia occidental), se podía hacer en unos días o en unas semanas, en función de condiciones meteorológicas y contratiempos comunes, pero Odiseo tardó diez años en realizarlo. La geografía a la que se hace referencia es una mezcla de lugares reconocibles, lugares modificados intencionadamente y lugares mitológicos. El relato está lleno de simbolismo.

El viaje de Odiseo tiene una dinámica en cierto sentido onírica, es como esos sueños en los que quieres salir y no acabas de salir..., y parece fácil, pero siempre hay alguna dificultad, o algo no se llega a completar..., siempre falta algo, algo que parece asequible que no se consigue... El viaje de Odiseo también es como una lucha entre lo racional y lo emocional, entre lo consciente y lo inconsciente, siendo lo no-consciente de diversa naturaleza, tanto miedos e impulsos internos como la fuerza de la naturaleza y la acción de los dioses. Recientemente, un paciente de la consulta que peleaba contra sus mareas emocionales, bucles y fantasmas, me decía que se identificaba completamente con Odiseo atrapado en los mares.

Si bien la Odisea es más conocida por las aventuras del viaje, creo que no nos equivocamos si afirmamos que lo más relevante sucede una vez llegado a Ítaca: la salvación de su hogar, la liberación de los suyos, la recuperación del amor, la revelación de la propia identidad.

Así como en la Ilíada el tema central es la guerra, la Odisea se desarrolla en un contexto a priori de paz. Trata dificultades en el viaje de la vida, del día a día, y aunque en principio no hay guerra que ganar ni enemigo al que vencer, uno no puede dejar de luchar: contra uno mismo y sus miedos y sus recuerdos; contra los propios que se rebelan en el aburrimiento de la espera; y si hace falta, contra el más allá.

Mientras que la Ilíada está protagonizada por hombres, en la Odisea son muchas las mujeres que aparecen y con un rol nuclear, esencia femenina más allá de la sensualidad y la seducción, protagonistas, tanto inmortales —diosas— como mortales: Penélope, fiel esposa de Odiseo, elegante señora; Atenea, "la de ojos glaucos" —¿verdeazuladogrisáceobrillante?—, inteligente, protectora; la bella Helena, esposa de Menelao, quien había sido la causa de la guerra de Troya al irse con el príncipe Paris; la joven Nausíaca, hija de Alcínoo, que sutilmente se ofrece al inquebrantable Odiseo; Calipso, magnética diosa, y Circe, peligrosa maga; Euriclea, la vieja nodriza de Odiseo, leal sirvienta, entrañable, como una abuela.

La Odisea está llena de banquetes y fiestas, la Odisea trata de hospitalidad. Lo más precioso —para emocionarse—, es el protagonismo que tienen no ya los héroes sino los humildes, los sencillos, los trabajadores honrados, los que no tienen, los que se conforman con poco, los que esperan. Homero solo altera el relato habitual en tercera persona para tratar en segunda persona directa al cuidador de cerdos Eumeo, con afecto, empleando un recurso que no utiliza para nadie más, tampoco con la admirable y sufridora Penélope: “Contestándole dijiste tú, porquerizo Eumeo:...“; "le contestaste, muy apenado, tú, porquerizo Eumeo..."; y así hasta no menos de diez veces en la parte final del relato. Y, de hecho, el rey oculto de la Odisea revela su identidad primero a los sencillos, qué cosa, del mismo modo lo hará ocho siglos después el rey de la Biblia... supongo que Jung lo considerará un arquetipo universal, que resuena.

El que vuelve no es solo el guerrero: vuelve el rey, vuelve el padre, vuelve el esposo, vuelve el hijo, vuelve el amigo. Dice Odiseo, todavía oculto, a sus leales siervos: “«Vaquero y tú, porquerizo, quisiera deciros algo. ¿O voy a ocultarlo? Mas mi ánimo me impulsa a decíroslo. ¿Seríais capaces de pelear por Odiseo, si él llegara de donde fuera hasta aquí, de improviso, y el destino lo condujera? ¿Lucharíais a favor de los pretendientes o por Odiseo? Decídmelo, tal como vuestro corazón y vuestro ánimo os lo indiquen.» Le contestó pronto el hombre que era guardián de sus vacas: «¡Zeus Padre, ojalá me cumplieras este voto: que llegara aquel hombre y lo condujera un dios! ¡Conocerías cuál es mi fuerza y lo que valen mis brazos!». Del mismo modo Eumeo rogó a todos los dioses que regresara el muy sagaz Odiseo a su hogar. Cuando él hubo constatado el verdadero talante de ambos, de nuevo respondiendo a sus palabras les dijo: «Ése está ya aquí: soy yo».”


Enrique Aubá, 19 de agosto de 2025


ALGUNAS CITAS

Canto IX, con el cíclope Polifemo

“»Así le dije, y él nada me contestó, sino que, con ánimo cruel, abalanzándose, echó sus manos sobre mis compañeros, y agarrando a dos, como a dos cachorros, se puso a machacarlos contra el suelo. El cerebro de ellos se desparramó y mojaba la tierra. Los descuartizó miembro por miembro y se preparó la cena. Devoraba como un león criado en las selvas, sin dejar nada, las vísceras, las carnes y los huesos con el tuétano. Nosotros llorábamos y alzábamos las manos a Zeus, mientras contemplábamos tan atroces actos. La desesperación dominaba nuestro ánimo. »Luego que el cíclope se hubo llenado su gran tripa comiendo carne humana y bebiendo encima leche pura, acostose en medio de la gruta tumbándose entre el rebaño.”

Canto X, con la hechicera Circe

“iba ya a llegar a la gran morada de la hechicera Circe, entonces me salió al paso, mientras avanzaba yo hacia la casa, Hermes, el de la varita de oro, semejante a un joven muchacho al que le despunta el bozo, en la edad más atractiva de un hombre. Y me tomó de la mano, me saludó y me dijo: »“¿Cómo, otra vez, desdichado, avanzas solo por estos parajes, siendo desconocedor de tu meta? Tus camaradas están encerrados en el dominio de Circe, como cerdos en sus atiborradas cochineras. ¿Es que vas allá a liberarlos? Te advierto que no volverás tampoco tú y te quedarás allí con los demás. Pero, bueno, te libraré del daño y te salvaré. Toma, con este potente filtro llégate a casa de Circe, que esto apartará de tu cabeza el día fatal. Voy a contarte todos los manejos maléficos de Circe. Te va a preparar un bebedizo, añadiendo sus drogas a la comida, pero ni aun así conseguirá hechizarte. Porque lo va a impedir el remedio mágico que te voy a dar, y te explicaré el resto. Cuando Circe te apunte con su varita larguísima, entonces tú desenvaina tu aguda espada de tu costado y atácala como si desearas matarla, y ella, amedrentada, te invitará a acostarte a su lado. Entonces no rechaces ya el lecho de la diosa, a fin de que libere a tus compañeros y te deje regresar. Pero pídele que te jure, con el gran juramento de los dioses, que no tramará contra tu persona ningún otro maleficio, no vaya a ser que, una vez desarmado, te deje tarado e impotente”

Canto XI, con su madre (muerta) en el Hades

“no me mató en el palacio la muy certera Flechadora asaeteándome con sus suaves flechas, ni me sobrevino ninguna enfermedad que me arrebatara del todo el ánimo en una odiosa consunción del cuerpo, sino que fue la añoranza de ti, de tus cuidados y tu amable carácter, famoso Odiseo, lo que me quitó la dulce vida”

»Así me habló, y yo entonces con un fervoroso anhelo quise abrazar el alma de mi madre difunta. Tres veces lo intenté, me impulsaba mi ánimo al abrazo, y tres veces entre mis brazos se esfumó semejante a una sombra o un sueño. La pena se me hacía más y más aguda dentro del corazón, y dirigiéndome a ella le dije palabras aladas: »“Madre mía, ¿por qué no aguardas cuando quiero abrazarte para que, aun en el Hades, te rodee con mis brazos y nos quedemos saciados ambos del frígido llanto? ¿O acaso es esto tan sólo una imagen que la augusta Perséfone ha enviado, para que me lamente aún más entre gemidos?”. »Así hablé, y al punto me contestó mi venerable madre: »“¡Ay de mí, hijo mío, el más atormentado de todos los mortales! En nada te presenta engaños Perséfone, hija de Zeus, sino que ésa es la condición de los mortales, una vez que perecen. Pues los tendones no retienen más las carnes y los huesos, sino que el potente furor del fuego ardiente los deshace apenas el ánimo vital abandona los blancos huesos y el alma, volando como un ensueño, revolotea y se aleja. Pero apúrate en volver cuanto antes a la luz. Rememora muy bien todo esto para que más tarde se lo cuentes a tu esposa”.

Canto XII, advertencia (de Circe) sobre las Sirenas

”En primer lugar llegarás junto a las Sirenas, las que hechizan a todos los humanos que se aproximan a ellas. Cualquiera que en su ignorancia se les acerca y escucha la voz de las Sirenas, a ése no le abrazarán de nuevo su mujer ni sus hijos contentos de su regreso a casa. Allí las Sirenas lo hechizan con su canto fascinante, situadas en una pradera. En torno a ellas amarillea un enorme montón de huesos y renegridos pellejos humanos putrefactos. ¡Así que pasa de largo! En las orejas de tus compañeros pon tapones de cera melosa, para que ninguno de ellos las oiga. Respecto a ti mismo, si deseas escucharlas, que te sujeten a bordo de tu rápida nave de pies y de manos, atándote fuerte al mástil, y que dejen bien tensas las amarras de éste, para que puedas oír para tu placer la voz de las dos Sirenas. Y si te pones a suplicar y ordenar a tus compañeros que te suelten, que ellos te aseguren entonces con más ligaduras. Después, cuando ya tus compañeros las hayan pasado de largo, no voy a explicarte de modo puntual cuál será tu camino, porque debes decidirlo tú mismo en tu ánimo.”

Canto XIX, sobre la veracidad de los sueños (Penélope)

“contestó la muy prudente Penélope: «Extranjero, los sueños son inaprensibles y de oscuro lenguaje, y no todo se les logra a los humanos. Pues son dos las puertas de los ensueños de la imaginación. Una está hecha de cuerno, y la otra de marfil. Los sueños que llegan por la del tallado marfil, ésos son engañosos. Traen palabras que no se cumplen. Los que llegan por la puerta de pulido cuerno, ésos aportan hechos verídicos, cuando un mortal los atiende.”

Canto XXI, la prueba del arco de Odiseo

“«¡Ojalá que éste saque de él tanto provecho como capacidad va a tener para tensarlo!». Así comentaban entonces los pretendientes. Pero el muy astuto Odiseo, despues de haber sopesado el arco y remirarlo por todos lados, como cuando un hombre experto en la lira y el canto tensa hábilmente la cuerda en torno a una nueva clavija anudando por las puntas la tripa bien retorcida de oveja, así sin esfuerzos armó su gran arco Odiseo. Agarrando con la mano derecha el nervio lo probó. La cuerda resonó agudamente, con un chillido semejante al de una golondrina. A los pretendientes les inundó tremenda angustia, y a todos se les cambió el color. Zeus retumbó fuerte dando sus señales, y se alegró al punto el muy sufrido divino Odiseo de que le mandara su augurio el hijo de Crono de retorcida mente. Asió una flecha rauda que estaba sobre la mesa, desnuda. Las demás yacían todas a cubierto dentro de la aljaba hueca. Pronto iban a probarlas los aqueos. La encajó en el ángulo y tiró de la cuerda y las barbas desde su sitio, sentado en la silla, y disparó la flecha, apuntando al frente, y no erró ninguna de las hachas desde el primer agujero. El dardo de broncínea punta las traspasó y salió al final. Dijo entonces a Telémaco: «Telémaco, el huésped sentado en tus salas no te deshonra. No ha errado el blanco y ni siquiera se fatigó al tensar el arco. Aún conservo firme mi coraje, y no soy como me calumnian con sus insultos los pretendientes. Ahora es tiempo de tener dispuesta la cena para los aqueos, mientras hay luz, y proponerles que la disfruten a fondo, con el canto y la lira, que son el coronamiento del festín». Dijo, e hizo una seña con las cejas. Se ciñó su aguda espada Telémaco, el hijo querido del divino Odiseo, y empuñó en su mano la lanza y se puso erguido a su lado, junto a su silla, con su yelmo de llameante bronce.”

La carretera de la discordia

Por fin he pasado por la "carretera del campus", ese nuevo eslálom de pivotes y rayas que dibujan una graciosa trayectoria. Me dig...