domingo, 20 de abril de 2025

Misterio de esperanza

Esto de la Pascua, de entrada, me resuena a los "huevos de Pascua" o a "la Pascuala", que será una buena señora, digo yo. Cosas del inconsciente. Por eso, para estos días me sale más pensar el misterio pascual —pasión, muerte y resurrección—, celebrar el misterio pascual. El lenguaje es también simbólico, como la liturgia, y nos puede empequeñecer la realidad o ayudar a reflejar mejor su dimensión más profunda. Hacia un verdadero despertar consciente.

Celebramos la Pascua. La Pascua era el paso de los hebreos, o sea, de los judíos, a través del Mar Rojo, la liberación de la exclavitud de Egipto: un imposible. Celebramos la Pascua de Resurrección, la Resurrección de Cristo, el paso de la muerte a la vida, la liberación de la esclavitud del pecado: otro imposible. Misterio de esperanza.

Hablamos de misterio para referirnos a lo inexplicable, a lo incomprensible. En realidad, si nos damos cuenta, nuestra vida y existencia en sí es misterio, y, o vivimos en modo automático, o sufrimos al no comprender, o nos enriquecemos y crecemos al profundizar. La humanidad explora e inventa distintos modos para resolver o convivir con el misterio, en esa búsqueda se encuentran todos los que no se conforman con el modo automático.

La fe cristiana también. Lo inaccesible a nuestra razón se facilita con la Revelación, pero no deja de ser misterio. La religión cristiana está estructurada en torno al misterio: creer el misterio, celebrar el misterio, vivir el misterio; creemos el misterio, lo celebramos en la liturgia, ritos y sacramentos, y lo vivimos. ¿Pero qué misterio o qué misterios? El misterio de Dios, Padre, Hijo y Espíritu, que nos crea libres por amor, que no nos abandona y nos cuida. El misterio de Cristo, Dios y Hombre, Dios que se encarna, vive con nosotros, nos muestra cómo vivir, muere y resucita. El misterio de la Iglesia, cuerpo de Cristo, comunidad cristiana que continúa, permanece a pesar de los pesares, asistida por el Espíritu. Y el misterio que creemos, lo celebramos. El misterio litúrgico.

Hace unas semanas, escuchaba con unos amigos, embelesados, a un sabio profesor: "El año litúrgico, todos los años igual. Cada año de nuestra vida recorremos el misterio de Cristo y siempre es lo mismo, pero nuestra coyuntura espiritual es distinta, vamos siendo asimilados al misterio cada vez con mayor profundidad, hasta que el Padre considera que estamos suficientemente asimilados con Cristo y nos lleva. Toda nuestra vida es una incrustación de nuestra vida en Cristo a través de la liturgia". Ahí queda eso.

El cristianismo es la religión del sacramento, la palabra "sacramento" es poderosa. Todas las religiones son comunidad, culto y ritos, mediación. En el cristianismo los ritos y la mediación tienen una forma característica: los sacramentos. Sacramentos son materia agua, pan, aceite, vino y ritos palabras, gestos, que tocamos, que nos tocan, signos que hacen referencia a Dios, signos de la acción de Dios, signos de la gracia ("la gracia", por cierto, es eso, la acción de Dios, no es "la fuerza" de La guerra de las galaxias). Los sacramentos hacen referencia a la gracia y nos transmiten la gracia, son "signos eficaces". Son canales, aunque quizá usamos poco este término para no crear confusión con los que hablan del cuerpo humano como antena y con canales de energía, esa es otra explicación de la humanidad que busca.

Realidades materiales que significan eficazmente realidades trascendentes. Sacramentalidad, el cristianismo es una religión encarnada. Cristo es sacramento de Dios Padre, el Hijo se encarna para mostrarnos al Padre. La Iglesia es sacramento de Cristo, signo e instrumento de la unión de los hombres con Dios. Los siete sacramentos son siete expresiones de la sacramentalidad en la Iglesia: que generan vida y la hacen crecer Bautismo, Confirmación, Eucaristía, que restauran y limpian Confesión, Unción, que facilitan la convivencia Matrimonio y Orden. Y más allá de estos simbólicos siete, instituidos por Cristo, de tradición patrística y recogidos formalmente hace al menos siete siglos por razones prácticas... más allá de los siete sacramentos, la religión cristiana es una religión sacramental, accede a Dios a través de la materia, de la palabra, del cuerpo, de la imagen, de la postura, del arte, de la tierra, ... sacramentales. Que se lo digan al converso, místico y premio Nobel noruego Jon Fosse: "y pienso que Dios se esconde todo el rato, es como si se mostrara escondiéndose, en la vida, en las cosas, en lo que hay, y también en los cuadros, claro, y quizá lo que ocurre es que cuanto más se esconde Dios, tanto más se muestra"  (en Septología, algo querrá decir ese siete del título, digo yo).

Intuir el misterio. No es fácil acceder a él, no sería misterio entonces. No se trata tanto de intentar comprenderlo, sino de dejarse envolver por él.

El misterio de esperanza, de liberación, de Dios que se encarna, muere y resucita, es para toda la humanidad. En la angustia, en el abandono, en la enfermedad, en la confusión, en la esclavitud del vicio y la pasión. Celebremos el misterio.


Enrique Aubá, 20 de abril de 2025

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