Jon Fosse, escritor noruego nacido en 1959, galardonado en 2023 con el premio Nobel de Literatura siendo uno de los favoritos aunque desconocido para muchos. Destaca por un particular estilo de narrar el flujo de la pensamiento —que va y vuelve, repetitivo, jugando con la puntuación y los párrafos— que lo aplica tanto en estados de alteración de la conciencia— transitorios o permanentes— como en la normalidad, y nos ayuda a comprender un poco la continuidad en la discontiunidad del pensamiento. Así, Fosse escribe la vivencia cotidiana, la fluctuación del ánimo, la memoria y la desmemoria, el morir, la vejez, el fenómeno alucinatorio, la embriaguez, la confusión de la infancia. Por otra parte, Fosse, aunque que ha concedido muy pocas entrevistas y desconocemos casi todo de él, se desnuda vivencialmente en sus escritos, menos veladamente en Septología, y podemos conocer su búsqueda y su desasosiego que no pueden calificarse como insaciables ya que encuentra puntos de agarre, referencias para orientarse, el poder transformador de la luz y del amor. "Para mí, escribir es como rezar", ha dicho, su experiencia creativa es una experiencia mística. Fosse deja el alcohol y se "convierte" al catolicismo en 2013, de la mano de su mujer. Nos ha llegado que tiene seis hijos y, leyendo sus novelas, parece claro que al menos tres hijos son de relaciones previas. En su obra destacan las obras de teatro y las novelas, también hay cuentos, poesía, literatura infantil, ensayos. Comparto a continuación comentarios y subrayados de las cinco novelas que he leído, por el orden en que las he leído: "Blancura" (2023), "Mañana y tarde" (2000), "Trilogía" (2014), "Melancolía" (1996) y "Septología "(2020).
"Blancura" (2023), la novela más reciente de Fosse, la primera que leo yo. No tiene puntos y a parte, no tiene párrafos. Es escritura contínua, te lleva, para leer del tirón, sin parar, casi sin respirar, como el flujo del pensamiento, que dice, y vuelve a decir, o calla, pero hablando, y sigue pensando, y sigue diciendo. No se si todo Fosse es sin puntos y aparte, pero este sí, desde luego. "Me subí al coche y me marché. Me sentó bien. El movimiento me hizo bien. No sabía a dónde iba. Simplemente me marché. Me había embargado el aburrimiento, a mí que nunca me aburro me había embargado el aburrimiento. Nada de lo que se me ocurría hacer me producía el menor placer. Así que hice cualquier cosa. Me monté en el coche, empecé a conducir...". Así comienza. Y así sigue, en un deambular de imágenes oníricas, simbólicas, metafóricas. O algo así. El sendero, el bosque, oscuridad, soledad, frío. Silencio. Siluetas, gente, voces, luz. Blancura. Uno siente adentrarse en el misterio, una especie de experiencia mística. No me atrevo a decir más.
Trilogía (2014). Asle y Alida buscan donde alojarse, jóvenes ellos, ella embarazada, buscan posada, como en su momento lo buscaban María y José, o a ellos me recuerdan, o quizá no, migrantes en cualquier caso, como tantos otros ahora, o quizá no. "Alida está preñada y ellos no están casados, seguramente madre no quiere tener la vergüenza en su propia casa". Puntos los justos, algunos sí, los imprescindibles, sobre todo texto corrido, a veces con separación de líneas más que párrafos, pero sin puntos, porque puntos los justos, los imprescindibles, texto fluido, para qué usar puntos. "Ahora empieza la vida, dice Alida, ahora nos adentramos en la vida, dice Asle".
Relato en tres partes, trilogía, eso quiere decir tres partes, o eso entendemos, todo el mundo lo entiende, que trilogía son tres partes. En realidad las tres partes se publicaron por separado: Vigilia (2007), Los sueños de Olav (2012), Desaliento (2014). Novelas cortas las llaman, también podemos llamarlas tres partes, por eso lo de trilogía, eso lo entiende todo el mundo. Avanza hacia delante, a veces hacia atrás, a veces no sabes bien, hay bucles, pero avanza, o no sabes bien, hay nombres que se intercambian, o se repite, o son los mismos, o son distintos pero con el mismo nombre, o variantes del mismo nombre. "La pulsera más bonita, del oro más puro y las perlas más azules". Un relato musical.
"Asle siente que, tal y como él está hecho, él mismo carece de importancia, lo importante es el gran vuelo, eso es lo que le ha enseñado la música, quizá sea el destino del músico saber esas cosas y, para él, el gran vuelo se llama Alida" (...) "y todo es solo Asle y Alida, y entonces las olas cubre a Alida y Ales se adentra en las olas".
Envolvente Fosse.
Tan interesante como insoportable, intencionadamente insoportable, especialmente la primera mitad. Nos consta que Fosse domina una escritura que refleja el ritmo de la conciencia, pero ahora las repeticiones se antojan excesivas e innecesarias. Y es que en Melancolía está recreando el pensamiento en la esquizofrenia y en la demencia, y su lectura se convierte en una experiencia perturbadora. No abandono en la primera mitad porque ya he leído algo de Fosse y me tiene encandilado, y porque soy psiquiatra y me atrae eso de la melancolía. Pero vamos, insoportable a la vez que contento de haberlo leído.
"Por doquier hay ojos que me miran y unas telas negras y blancas vienen hacia mí, las telas negras y blancas se dirigen hacia mí a una velocidad terrible, ya vienen las telas, y las telas negras y blancas se desplazan a mi alrededor, ...".
Se trata en realidad de dos novelas inseparables, Melancolía I (1995) y Melancolía II (1996), con cuatro partes: tres en el primer libro, la cuarta es el segundo libro. Se tarda en encontrar el equilibrio y sentido del texto, se ha de atravesar un desierto quizá demasiado largo, yo así lo veo, quizá podría haber conseguido que empaticemos igualmente con el desasosiego ahorrándose unas cien páginas. Pero solo soy un lector, otra víctima voluntaria, es Fosse quien decide.
Enloquecer y envejecer, deterioro y desestructuración, hasta el punto en que el transcurrir de las horas es dominado por una regresiva genitalidad o por la obsesión en torno a la excreción. Insoportable fragilidad. Lo escribe un alcohólico perdido que intuye vestigios de dignidad y trascendencia.
Supongo que puede decirse que es la obra más madura de Fosse. Se trata de una autobiografía impresionista, no de hechos sino de vivencias, construida con esa manera tan característica del noruego de describir el curso del pensamiento, y se acompaña de una estructura original y redonda, y de una perspectiva genial. Está narrada desde la mirada Asle, alter ego de Fosse, un pintor viudo que revisa su vida, con el pelo largo y gris recogido con una goma, vive, recuerda, imagina, piensa, se ve a sí mismo, se encuentra consigo mismo, en distintos momentos, etapas de la vida que se doblan y se solapan, el tiempo que se pliega, con un bucle final de vértigo y genial.
"..., pero era óleo sobre lienzo, y eso, el óleo sobre el lienzo, se agarró a mí desde el primer momento y hasta el día de hoy ha estado ahí, se convirtió, sencillamente, en una especie de punto de agarre para mí en la vida, del mismo modo en que el óleo se agarraba al lienzo, yo me agarraba al óleo agarrado al lienzo, no sé por qué, pero a algo tenía que agarrarme ¿no?"
"y pienso que Dios se esconde todo el rato, es como si se mostrara escondiéndose, en la vida, en las cosas, en lo que hay, y también en los cuadros, claro, y quizá lo que ocurre es que cuanto más se esconde Dios, tanto más se muestra, y al revés, cuanto más se muestra, o cuando más lo muestran diciendo que es así o asá, tanto más se esconde Dios, pienso, en fin, que Dios se revela ocultándose, y en ese ocultarse de Dios, en ese secreto de Dios, es donde yo puedo olvidarme y esconderme y solamente ahí, pienso, y esto no hay quien lo entienda, en esto no cabe entender, pero cuando entiendes que no puedes entender a Dios es cuando lo entiendes"
Todo Fosse es muy espiritual y en Septología domina una espiritualidad encarnada y una aguda visión de la religión, deslumbrado por la gracia y arraigado en la materia: el rosario de madera que le regaló su mujer, pinturas, palabras, imágenes que se agarran, agua bendita, santiguarse, iconos, inspirar y espirar, silencios, Eucaristía, comunión. Sacramentales y sacramentos, que son siete: ¿Septología?
"y cuando tengo uno de los rosarios de Ales en la mano, es como si charláramos largamente los dos, sobre todo tipo de cosas, y luego nos despedimos y decimos que dentro de poco volveremos a vernos y entonces yo vuelvo a colgar los rosarios en su sitio, y la echo tanto de menos"
Fosse profundiza en el sentido de la propia identidad, quién soy, quién he sido, quién podría haber sido, quién quiero ser. Juega con los nombres, personajes que tienen el mismo nombre, o nombres parecidos, o personas que se parecen, o incluso son idénticas. Juegos que no solo son técnica narrativa sino que sugieren desdoblamientos del Yo, disociación, para intentar entender algo del núcleo interior, para aproximarse un poco a la esencia de la persona.
Esto que dices de Fosse, y de este libro en particular, me anima a leerlo. Gracias
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