jueves, 12 de septiembre de 2024

La Iglesia del Concilio Vaticano II, hoy

Comenzamos un curso de vida cristiana (2024-25) que vamos a llamar “La Iglesia del Concilio Vaticano II, hoy”. Son muchas las perspectivas y motivaciones para adentrarse en el Concilio Vaticano II más de medio siglo después. A finales de 2025 se celebrará el 60 aniversario de la clausura del concilio, este curso puede ser una buena ocasión para conocerlo y masticarlo, para hacerlo propio.

El Concilio Vaticano II (octubre 1962 - diciembre 1965) es el acontecimiento eclesial más importante del siglo XX, recoge lo previo y dibuja lo posterior, en lo que ahora estamos. El Concilio Vaticano II es el primer concilio de la Iglesia de este mundo hiperconectado, y tiene lugar en un momento de la historia de occidente en el que quizá pueda decirse que comienza la globalización, cuando los medios de comunicación han pasado a tener otro tipo de presencia e influencia. 


El Concilio Vaticano II es el del diálogo con el mundo contemporáneo, un diálogo que se abrió de manera formal con el concilio y ya no se volverá a cerrar. “En nuestros días, el género humano, admirado de sus propios descubrimientos y de su propio poder, se formula con frecuencia preguntas angustiosas sobre la evolución presente del mundo, sobre el puesto y la misión del hombre en el universo, sobre el sentido de sus esfuerzos individuales y colectivos, sobre el destino último de las cosas y de la humanidad”  (Gaudium et spes 3, quizá el documento más importante del concilio). Y dice al final en el punto 92, para promover un diálogo sincero y abierto: “Haya unidad en lo necesario, libertad en lo dudoso, caridad en todo”.


El Concilio Vaticano II es de grandes teólogos y de grandes papas, de papas santos. Juan XXIII lo inaugura de una manera quizá visionaria, con una audacia santa y confianza en la acción de Dios. Pablo VI lo continúa y cierra en un ejercicio de trabajo teológico, erudición, diálogo, consenso, política, fortaleza, fidelidad, tanto en la segunda parte del concilio como en el postconcilio inmediato. Juan Pablo I, une en el nombre que elige para sí los nombres de los papas del concilio, y muestra hacia dónde se trata de ir. Juan Pablo II, que había participado en el concilio, es quien llevará a cabo la aplicación del concilio con todas sus consecuencias. Contará con la ayuda de Joseph Ratzinger, quien también había trabajado en el concilio, y que después continuará como Benedicto XVI. El papa Francisco, al poco de comenzar su pontificado, en 2014, canoniza a Juan XXIII y a Juan Pablo II, y beatifica a Pablo VI, quien será canonizado en 2018. Grandes santos y referencias para entender la Iglesia del concilio y la Iglesia de hoy.


El Concilio Vaticano II es también conocido por su postconcilio inmediato, el “mayo del 68”, el de la reacción contra toda forma de autoridad y la revolución sexual, crisis en la sociedad y crisis en la propia Iglesia. La Humanae Vitae. Y tantos temas y textos. Recientemente he escuchado al autor del ensayo “De mayo del 68 a la cultura woke”, más que interesante. Todo conecta.


El Concilio Vaticano II es el del papel los laicos en el mundo y de la llamada universal a la santidad, parte central del mensaje que Dios ha querido transmitir con el Opus Dei en la Iglesia y para el mundo desde las décadas previas al Concilio, y aquí está otra parte importante de mi motivación para este curso. San Josemaría no participó directamente en el concilio. sí algunos miembros del Opus Dei. “Conversaciones” (Josemaría Escrivá, 1968), es una "recolección de siete entrevistas de prensa concedidas entre 1966 y 1968, a las que se añade una homilía, pronunciada en 1967, ante una asamblea de varios miles de personas. En la segunda mitad de los años sesenta —época en que se sitúan los textos incluidos en Conversaciones—, el Opus Dei estaba ya extendido por numerosos países de los cinco continentes e integrado por varias decenas de miles de personas, hombres y mujeres, de las más diversas profesiones, condiciones sociales, razas y culturas. La Iglesia católica acababa de celebrar un gran acontecimiento —el Concilio Vaticano II—, y afrontaba el proceso de aplicación de la decisiones conciliares. La cultura occidental, lejanos ya los días de la segunda guerra mundial, se veía surcada por tensiones, que se manifestaron en toda su hondura con motivo de los sucesos de mayo de 1968 y de los acontecimientos que le siguieron. Todo un conjunto de factores políticos, geográficos y tecnológicos, permitían, además, entrever que el mundo se orientaba hacia lo que, posteriormente, ha sido designado como la era de la globalización. A lo largo de las páginas de Conversaciones, el fundador del Opus Dei habla con la madurez que le otorgan su edad —ha superado ya los sesenta años— y, sobre todo, su honda experiencia humana, cristiana y sacerdotal, glosando detenida y ampliamente los rasgos fundamentales del espíritu y la actividad del Opus Dei, y manifestando con sinceridad y equilibrio su parecer sobre diversas cuestiones eclesiológicas y culturales. Estamos, por eso, ante una obra de capital importancia para captar el mensaje espiritual que san Josemaría durante toda su vida aspiró a difundir y para asomarse al conocimiento de su personalidad." (De la presentación de la edición crítico-histórica de Conversaciones, José Luis Illanes y Alnfoso Méndiz, 2011).


Mi perspectiva y motivación, ya anunciada, está reforzada por una lectura del pasado verano, “En las afueras de Jericó” (2007), recuerdos del cardenal español Julián Herranz, ahora con más de 90 años. Trabajó con san Josemaría desde 1953 hasta que falleció en 1975, y por tanto vivió a su lado el concilio. Herranz ha trabajado en la curia vaticana desde 1960, uno de los más expertos en el posterior Código de Derecho Canónico. Obispo desde 1991, cardenal desde 2005. Transcribo unos párrafos que pueden ayudar para esta presentación del curso:


(San Josemaría, la misión de los laicos, el concilio, el Opus Dei)

"Mons. Escrivá reconocía en 1967 en otra entrevista: —A pesar de que se trata de problemas sobre los que se ha ocupado mucho —¡con cuánto gozo de mi alma!— el Concilio Vaticano II, y a pesar de que no pocos conceptos y situaciones referentes a la vida y misión del laicado han recibido ya del Magisterio suficiente confirmación y luz, hay todavía sin embargo un núcleo considerable de cuestiones que constituyen aún, para la generalidad de la doctrina, verdaderos problemas límite de la teología. Y continuaba: —A nosotros, dentro del espíritu que Dios ha dado al Opus Dei y que procuramos vivir con fidelidad —a pesar de nuestras imperfecciones personales—, nos parecen ya divinamente resueltos la mayor parte de esos problemas discutidos, pero no pretendemos presentar esas soluciones como las únicas posibles."


(Mayo del 68 en pleno postconcilio)

"En pleno período postconciliar y dos meses antes de la promulgación de la Humanae vitae, tuvo lugar el famoso mayo del 68, fecha emblemática de la contestación estudiantil, que alcanzó repercusiones en los cinco continentes y erigió en símbolo las barricadas de París. Pese a su inconsistencia intelectual, una mezcla explosiva de ideas de Freud, Marx y Marcuse produjo cambios de comportamiento muy relevantes, sobre todo en Occidente: en el concepto de autoridad —religiosa o civil—, sistemáticamente contestada; en la concepción del matrimonio y la familia; en la relación entre padres e hijos; en el papel de la mujer en la sociedad; o en el concepto mismo de valores esenciales, como la libertad y el amor humano."


(Ratzinger sobre el postconcilio)

"En 1975, Joseph Ratzinger, entonces miembro de la Comisión Teológica Internacional, escribió: «Es preciso oponerse, más decididamente de lo que se ha hecho hasta el presente, a la vulgaridad racionalista, a los discursos aproximativos, al infantilismo pastoral, que degrada la liturgia católica a un rango de liturgia de café y la rebajan a un nivel de tebeo. Queda por ver hasta qué punto las distintas etapas de la reforma litúrgica después del Vaticano II han significado verdaderas mejoras o, más bien, trivializaciones; hasta qué punto han sido pastoralmente prudentes o, por el contrario, desconsideradas»."


(San Josemaría ante la crisis doctrinal y moral en los años de concilio y postconcilio)

"El 31 de marzo de 1963, a los miembros del Consejo general nos dijo algo que fue constante enseñanza suya en los años posteriores: —Hay momentos en la vida de la sociedad a la que pertenecemos, la Iglesia, en los que parece que todo se hunde, y en los que da la impresión de que no podemos hacer nada, o muy poco. Que parece que todo se hunde es verdad, pero que no podemos hacer nada, no es verdad. Podemos hacer mucho: ¡rezar, rezar y rezar! Y después, en la medida de lo posible, hacer lo que está en nuestras manos. Ese era su programa: rezar y hacer, hacer rezar y hacer hacer. Continuó: —Y por encima de esto hemos de contar con la Providencia divina, que es otro modo de hacer y de dejar hacer. Es decir, dejar hacer a Dios, que es el que después de la tempestad hace que vuelva la calma. Espero algo que no se ve por más que se mire —porque la Iglesia es divina—, algo que traiga la paz a los corazones, la certeza a la doctrina y la fortaleza a la parte disciplinar. ¿Pesimista? No. ¿Optimista? Sí. ¿Por qué? Por ninguna razón humana: quedan pocas personas con entereza para decir la verdad, todos se doblegan. Optimista por razones sobrenaturales, por motivos divinos. ¿Cómo vendrá la luz? No lo sé. ¿Cómo vendrá la calma? No lo sé. ¡Pero vendrá! ¿Se ve todo contorsionado? ¡Rezar y llenarnos de deseos buenos y de esperanza! Decir las cosas buenas que veamos, que son muchas. Y como no podemos mentir, otras cosas las callamos. Pero hacemos y dejamos hacer a Dios"



El Concilio Vaticano II y la historia del siglo XX-XXI es una prueba más de que esto va de otra cosa, de que Dios tiene bastante que ver con el discurrir de la historia, de que el Espíritu Santo es el protagonista de la historia de la salvación, de que se trata de “hacer”, sí, pero fundamentalmente de “confiar”.


Este curso de vida cristiana está por construir, entre los que participemos, conforme nos vayamos uniendo y conforme nos de la vida. ¿Cuál es la perspectiva o temas que más te interesan o motivan? El objetivo es aprender juntos, leer y comentar textos, profundizar, asimilar, rezar, crecer, ayudarnos. Ahí queda eso.



Enrique Aubá, 12 de septiembre de 2024, día del Dulce Nombre de María

Actualizado 15 de septiembre de 2024


240909 Presentación. Justificación, motivaciones, perspectivas

https://docs.google.com/document/d/1JXZINYigBOKNyiU6MNil2iZEt-CDHBWidksOVwRpK1E/edit?usp=sharing


240916 Cronología del Concilio Vaticano II

https://docs.google.com/document/d/1gGH5oOSSfn-NMEdN2xylyT_xcGVXAORLL2IVV8PHZ1A/edit?usp=sharing




lunes, 2 de septiembre de 2024

Una flor en la ceniza (con Alejandro Sanz)

Tenía pendiente una historia, no encontraba la manera ni el momento hasta ahora. Se trata de la paciente de un amigo y colega psiquiatra. Para que no quepa duda de que la historia es real, voy a dar datos: en crudo, omitidos o traslocados, pero doy datos, por lo que lo que cuento es verdad, o lo que eso quiera decir. Ocurrió en 2023, los meses previos al verano. Erica, así se llama la paciente, tiene 53 años, vive en Madrid —en el gran Madrid, digamos—, y sufre de esquizofrenia y de esclerosis múltiple. Sí, no se priva de nada.

(Paréntesis: esquizofrenia y esclerosis múltiple a la vez es una comorbilidad realmente poco frecuente, pero puede tener lugar, y vaya que sí, que se lo digan a Erica. Desde los 21 años presenta fenómenos de difusión del pensamiento, ideas delirantes autorreferenciales y de perjuicio, y escucha voces. Tiene desde sus más o menos 40 unos síntomas motores que se explicaban inicialmente como otro síntoma de la esquizofrenia, pero los síntomas fueron cambiando y hace dos años fue diagnosticada de esclerosis múltiple. De comienzo tardío creo que le llaman. Erica, a sus cincuenta y pocos, va con bastón, andador o silla de ruedas, la limitación es cada vez mayor).

Aunque tiene poco más de 50, parece tener entre 65 y 70, como que ha envejecido antes, además de ir poco arreglada y de natural ser "poco agraciada". Sé que suena mal, pero me insisten en que el conjunto no es feo, es amable, fácil de querer, invita a abrazar y proteger. Es como una figurita de un belén. Para su padre siempre fue su ojito derecho, su tesoro, su princesa le decía, y ella ha crecido imaginándose la protagonista de un cuento, como si fuera... Cenicienta. Esto viene de cuando iba al colegio y el profesor de Ciencias hizo un juego con su nombre: Erica, brezo, Erica cinérea, brezo ceniciento, un tipo de brezo, áspero, como ella, con una pelusilla gris-ceniza, flores púrpura cuando toca, y que también se emplea para hacer miel. Cenicienta. Pero ella, en vez de sufrir con la burla de sus compañeras,lo que hoy consideraríamos un bullying en toda regla, se apropió en su interior del nombre del cuento, y soñaba despierta, crecía esperando que algo le pasara. No esperaba a un príncipe, tonta no era, pero sí a alguien que no llegaba, no ha llegado... ni probablemente llegará. "Erica", por cierto, es nombre de origen germano que significa "reina eterna", o también, "mujer que siempre será princesa".

"Amiga mía, no sé / qué decir ni qué hacer para verte feliz / ojalá pudiera mandar en el alma / o en la libertad, que es lo que a él le hace falta / llenarte los bolsillos de guerras ganadas / de sueños e ilusiones renovadas / yo quiero regalarte una poesía / tú piensas que estoy dando las noticias"

La vida de Erica dio un vuelco en un determinado momento, pero no a mejor, sino a peor. No es que apareciera un hada madrina precisamente sino que su padre, su gran protector, murió. Peor quizá; murió en vida, entró en un proceso de demencia avanzada y perdió la memoria, también la memoria de su princesa. Desde entonces ella le cuida, porque él está, aunque no está para cuidar de ella. En realidad es Pilar quien le cuida, la hermana de su padre, porque la madre de Erica es quien de verdad no está. Erica hace al menos todo lo que puede por acompañar y tocar a su ausente padre. También desde entonces el gris de Erica fue cambiando de tono, se fue oscureciendo, aunque todavia quedaba para llegar al negro. ¿Depresión? ¿Y eso qué es? Pues eso, que estás triste. ¿Triste? Y se encogía aún más de hombros.

Quienes conocían a Erica de pequeña recuerdan, es curioso, que le gustaba bailar. Si le hablas de bailar recuerda en seguida la música: le brillan los ojos, a mi abuela le pasaba lo mismo, cuenta, me entra como electricidad, me da la vida. Pero solo recuerda: Erica está más muerta que viva.

"Amiga mía, ojala algún día / escuchando mi canción de pronto entiendas / que lo que nunca quise fue contar tu historia / porque pudiera resultar conmovedora / pero, perdona, amiga mía / no es inteligencia ni sabiduría / esta es mi manera de decir las cosas / no es que sea mi trabajo, es que es mi idioma"

Otra faceta interesante de Erica es su fe, no podía ser estándar. Erica es una mujer piadosa, no cabe duda, y tiene una peculiar y particular devoción a San Caralampio, tal cual, no es broma, existe. Caralampio es un mártir del siglo II en Éfeso —donde se piensa que también falleció el apóstol Juan—, que murió brutalmente torturado, descuartizado. A nuestra princesa sufriente el martirio de Caralampio siempre le ha resultado inspirador, y no es que le pida su curación pero sí el saber sufrir mejor, más allá de la resignación. Le pide sobre todo por su padre, que habita en algún espacio intermedio entre la vida y la muerte. En sus ensoñaciones Erica a veces se visualiza como Caralampia, "la que brilla con alegría", pero esa identidad de luz siempre se ahoga en sus propias cenizas.

Y resultó que, cuando todavía no era primavera en 2023, algo empezó a tener lugar. Seguía acudiendo periódicamente a consulta con su médico, y más frecuentemente a seguimientos con su enfermera. Las auxiliares de la consulta, que tanto le querían, fueron las primeras en darse cuenta. Empezó a estar... distinta, mejor. Se movía con más agilidad: pasó a acudir a la consulta sin silla de ruedas, con menos apoyo, se atrevía más. También estaba más guapa. Se maquillaba algo no sé yo decir cómo ni cuánto,  la cara lucía más, no era tan oscura y comenzaron a aparecer como tonos suaves de color. También se insinuó una tímida sonrisa. Era una transformación en toda regla: al principio sutil pero luego evidente. Estaba mejor, sin duda, con otra energía, como si le hubieran conectado de nuevo a la corriente eléctrica. A su médico le parecía un milagro, nunca le había visto así. ¿San Caralampio?, se reía para sus adentros. Decidió preguntárselo sin rodeos y obtuvo una respuesta clara con voz inocente y vergonzosa: es que... pues... a finales de junio... voy a ir a un concierto. ¿Cómo? Sí me voy con mi tía Pilar a Albacete a ver a Alejandro Sanz. Y ya está. Ese era el motivo. Estaba ilusionada: con Alejandro Sanz, con la música, con las letras, la electricidad volvía a ella. No había más. Ni menos.

"Y amiga mía, princesa de un cuento infinito / amiga mía, tan sólo pretendo que cuentes conmigo / amiga mía, a ver si uno de estos días / por fin aprendo, a hablar sin tener que dar tantos rodeos / que toda esta historia me importa porque eres mi amiga"

Y Erica fue al concierto, con su silla de ruedas en la zona reservada, allí estuvo, vibrando con Alejandro Sanz. Así lo contó después. Era feliz. Un momento de felicidad, unos meses de felicidad. ¿Una muestra de felicidad? La felicidad.

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“No estoy bien. No sé si esto sirve de algo pero quiero decirlo. Estoy triste y cansado. Por si alguien más cree que hay que ser siempre una brisa de mar o un fuego artificial en una noche de verano. Estoy trabajando para que se me pase… llegaré a los escenarios y algo dentro me dirá qué hacer. Pero a veces no quiero ni estar. Literalmente. Sólo por ser sincero. Por no entrar al ruido inútil. Sé que hay gente que se siente así. Si te sirve, yo me siento igual”.

Así se expresaba Alejandro Sanz en mayo de 2023, poco antes de comenzar la gira "Sanz en vivo" en España.

"Aunque aún no termina de llegar la luz, parece que se ha despertado una luciérnaga en mi pecho. No quiero suspender la gira porque creo que con la ayuda correcta y un poco de comprensión y apoyo en los shows, lo vamos a sacar adelante. Además creo que encerrarme no es buena idea. Gracias por el calorcito. Vamos a por el día de mañana. El sol está de camino.”

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Después del concierto Erica seguía más viva. Y para que quede claro que esta historia es real, voy a reconocer que con el transcurso de los meses se ha ido apagando de nuevo poco a poco, y ha perdido algo de estatura de nuevo, y su tono vuelve a ser el gris, y ha aumentado otra vez su limitación y torpeza, y vuelve a estar atascada en turbias conspiraciones mentales. Pero esto no quita para que lo que ha sucedido sea mágico, un chispazo de vida de otro lugar, otra lógica. Y sí perdura a ratos una leve sonrisa que parece querer decir... que me quiten lo bailao.

En julio de 2023, mi amigo y colega seguía sin salir de su asombro. Sabía de la fuerza de la motivación, de la ilusión, de la unidad psicosomática de la persona, del poder terapéutico de la música... pero se quedó impresionado al verlo en su paciente, en esa triste y entrañable mujer que acudía a su consulta desde hacía años. Y decidió que también quería ir a ver a Alejandro Sanz, con su mujer y todo. Se fueron juntos a principios de agosto a Cádiz, buen comienzo de vacaciones, a Chiclana de la Frontera en concreto. Por cierto, la mujer de mi amigo también le reza a San Caralampio, tiene su gracia. La cosa es que el psiquiatra fue y también vibró. Vió y creyó. Tiene algo, me decía.

Esta es la historia que quería contar, una historia de verdad, de luz profunda. Supongo que esta historia es algo de esa luciérnaga en el pecho a la que Alejandro Sanz se refería, la que percibía en la oscuridad y le ayudaba a seguir adelante.



Enrique Aubá, 2 de septiembre de 2024



"Amiga mía", Alejandro Sanz, 1997

"Amiga mía", Alejandro Sanz en directo, 2001







La Iglesia del Concilio Vaticano II, hoy

Comenzamos un curso de vida cristiana (2024-25) que vamos a llamar “La Iglesia del Concilio Vaticano II, hoy”. Son muchas las perspectivas ...