sábado, 1 de febrero de 2025

Más allá de la superficie

Hace unos días tuve una experiencia contemplativa guiada, apoyada en una obra de arte, en una fotografía ("Retrato", de Rafael Levenfeld, fotógrafo, director artístico del Museo Universidad de Navarra fallecido en 2023). Fue en el entorno del museo, que acaba de cumplir diez años. Era en el ciclo de sesiones "Reconecta", organizado conjuntamente por el Instituto Core Curriculum y por Salud y Bienestar, proyecto de la Estrategia 2025 de la Universidad de Navarra en el que tengo la suerte de participar. Se trataba de la segunda sesión del ciclo, "Más allá de la superficie", de la mano de la arquitecta e investigadora Peca Macher y de la profesora Carmen Basanta, doctorada recientemente con un estudio sobre el papel de la creatividad en la educación y en el bienestar. Estas son mis notas de la sesión, en bruto.

Comienza la sesión con un ejercicio de respiración y toma de conciencia, y en silencio, nos introducimos en la obra de arte que las ponentes nos traen. Viajamos por el museo, con la cámara, llegamos. Contemplamos. La miramos, entregando nuestra mirada. Nos mira. Un hombre, un ojo, una oreja. Salpicado de color, amarillos y ocres. El centro es el ojo. nos mira.
Parece asustado. Se agarra a un palo, o una barra, de hierro o de manera, quién sabe. Desnudo, sin ropa, vulnerable, se esconde. La agarra con fuerza. Se aferra. Entre ocultándose o saliendo de la sombra. Un lado en la luz, otro lado en la penumbra.
Dejamos volar la imaginación. ¿Por qué ese miedo? ¿Por qué esa mirada? Penetrante, sigilosa, triste. ¿Un disparo en el pecho? ¿Una herida? De lejos pareciera un soldado en la batalla. Parecía vestido, ahora lo vemos desnudo. ¿Cómo comprender lo que pasa? ¿Podemos escuchar una mirada? ¿Podemos escuchar con nuestra mirada? Herida. ¿Fusil? Miedo, tristeza, ansiedad.

Les agradezco su apertura. Nos ayuda a mirarnos también a nosotros. Todo lo que hemos visto, lo que hemos percibido. Hemos preparado el cuerpo. Atención. Hemos activado el modo ignorante, sin aplicar la mirada de juicio, ha sido una mirada que salía de dentro. Y hemos dejado que la obra nos hable. La obra nos hablaba. Al corazón, al alma, al espíritu. A la conciencia. Algunas preguntas han servido como de espejo.
Un posible esquema, para entendernos: cuerpo, mente y espíritu. Placer, verdad, bien. Estar, ser, sentido. Cerebro, Inteligencia-voluntad, conciencia-alma.
Buscamos el placer... pero no lo es todo. Si nos saturamos de placer... no entra nada más. Tenemos más dimensiones, potencias. También pensamiento. Se nos genera ansiedad cuando nuestros pensamientos nos engañan, pero podemos modificar nuestros pensamientos. Una barrera, levantamos la barrera, dejamos entrar, y podemos responder. La mente. Y luego viene el espíritu. ¿Corazón? Lo que está más allá del intelecto. Lo que la razón no te puede explicar. El dolor, la enfermedad, la muerte de un ser querido, una pérdida. Sólo puedes ver la luz si hay alguna sombra. La sombra también es bella, podemos encontrar la belleza en el dolor. Sí, mirar el dolor que mueve a la compasión, a la ternura. En el corazón, lo que nos hace realmente humanos, también nos lo da el arte.

Más allá de la superficie. Más allá de lo que se muestra. La superficie tampoco podemos denostarla, nos permite mirar. Necesitamos la superficie. Respirar.
Superficie es lo primero que se te presenta. Se trata de no armar un juicio con lo primero que se te presenta. Tendemos a etiquetar, y encasillar. La superficie te ayuda a mirar, a prestar atención, pero luego hay que mirar más allá.
He caminado. ¿Qué ha sucedido a mi alrededor? No he prestado atención. Puedo haber pasado por delante de mucha gente.,. y ¿qué me da la pantalla a la que estaba mirando? Nada. La vida está... más allá. Más allá de la superficie.

El público interacciona. Diálogo. Estudiantes y mentores. Mirar y escuchar. También nos miramos y escuchamos. Y es que vamos tan rápido. Hay más procesos a los que prestar atención. O no tanto a procesos,  sino mirarnos como un todo que somos. Y para conectar con el otro... lo primero es saber estar en silencio. Estamos en un campus maravilloso, qué poco lo vivimos. Bajar la velocidad, estar presentes. Y no dedicarnos al móvil. El algoritmo sabe lo que pasa en tu mente, puedes conocerlo, pero no sabe lo que hay en tu espíritu. No nos olvidemos de cuidar el espíritu.

Una propuesta. Para alumnos, para mentores, para la relación alumno-mentor. El arte es una forma poderosa de salir de mi ego, de mirarme. Saber si me gusta lo que veo o no. Eso el mentor. Eso el alumno. Saber mirarse, aprender a mirarse. Y me gusta o no me gusta. Y aceptarme. Y querer cambiar. El arte. Esta aproximación contemplativa nos ayuda, a acercarnos con un "qué te hace decir esto" y no tanto "por qué dices esto". "Qué te hace comportarse así" y no tanto "por qué te comportas así". Ayudarse. No es cosa sólo ni principalmente de bien-estar, sino de bien-ser. Mejor. Estar sin más. Ser. Todo tú. Todo yo. Aprender a estar, sin pensar qué pasó ayer, o qué tengo que hacer mañana. Mirar a la cara. Estar. Sin más. No es poco. Es mucho. Aprender a ponernos en modo ignorante y aprender. No meter a la gente en un molde.

Un estudiante. O una estudiante, no recuerdo. En marzo me vuelvo a mi país. Llevo tiempo en Pamplona, en el campus. He aprendido a conocerme. He aprendido a estudiar. Me asusta volver, no quiero perder lo que he ganado. Cómo puedo seguir viviendo esta experiencia tan bonita a mi entorno al que vuelvo. Vuelvo a un entorno de prisas, de velocidad. Se intuye que habla de una entorno de violencia, quizá a una gran capital.
Peca. Cuenta que también viene de un anterior tenso. No nos damos cuenta de lo que tenemos, de este entorno, del campus. Es un gran santuario.
Carmen. Añade: lo que hemos visto como bueno,... no es negociable. Lo que me ayuda para tener una actividad contemplativa y lo quiero, lo mantengo. Consigo unos espacios, y los mantengo, los protejo. Lo he visto en otros, y lo quiero para mi. Y eso que tenemos, lo transmitimos. Prioridades. Pequeñas prácticas, momentos, asequibles. No se trata de encajar en moldes que quizá no son para nosotros, y eso es lo que hacen las redes sociales contínuamente. Conocerme para poder elegir bien. No solo se elige la carrera y a la pareja. Se elige también... el cómo quiero vivir mi día a día.

Nos preguntamos a ver cómo podemos aprovechar mejor el museo, cómo vivirlo mejor. Podemos entrar y quedarnos solos en la sala con la obra de arte. Este museo tiene silencio. Nos acercamos al museo, anillos que nos van llevando. Pasar de Iturrama al campus... la decisión de entrar en el museo... subir las escaleras. Cruzas el umbral y entras en un templo., El templo tiene una escenografía que te lleva a un modo, al modo adoración. Eso pasa en los templos: las columnas, las esculturas, los pasillos, el tabernáculo al que te llevan. El museo es igual. Respiras otro aire, escuchas otros sonidos. Te reflejas en el suelo. Esa atmósfera que se genera, que ha generado Moneo... Puedes entrar a cada sala... No intentes entrar para conocer quién es el pintor, cuál es el estilo... Entra en la sala, en modo ignorante, y esa obra la que te hable al corazón... mírala. Esa obra que se convierte en tu espejo... escúchala. Podemos quedarnos a solas con las obras que resuenan en nuestro corazón.
El museo ya tiene diez años. Entra en tu propio espacio. Fuera... una superficie ignífuga, no le pasa nada. Dentro... la magia. Entra con la mirada ignorante.

Pero, ¿y los datos? ¿por qué esta obra? ¿qué estilo? ¿años? ¿y los materiales?
Dos planos. La historia y los datos nos ayudan a conocer mucho, pero hay otro plano. La pieza de arte muestra parte de la intimidad del artista, de eso no nos hablan los datos. Y también, esa obra de arte es reflejo de la época en la que se creó. La historia o los datos pueden ser un muro. Ayudan e interesan a muchos. Pero cuidado, que no se conviertan en un muro. Lo mismo sucede al encontrarnos con personas. Son características y rasgos... pero su corazón es mucho más. Las obras también.
Podemos aproximarnos a una obra de arte con información, previa, está bien. Pero también sin información previa. La obra nos habla, si vamos sin prejuicios. Es otra manera de ver arte. Es otra manera de vivir.
Pienso. A unos por exceso de racionalidad, a otros por saturación sensorial, a todos ayuda la experiencia contemplativa.

El arte alumbra porque juega con la sombra, con lo roto, con lo feo. No los esconde, nos los rehuye, no los juzga. Busca la unidad perdida y hace coincidir lo opuesto.

Nos vamos. Deberíamos irnos en silencio. Pero hablamos. Y aplaudimos, aunque con silencio por dentro. Mirando. Escuchando.
Yo que había venido con prisas, en modo hipertenso frenético. Me he ido con calma, sereno, en presente.
Estas notas las he revisado con una película de Terrence Malick de fondo, una de esas con una voz en off que te lleva a ningún sitio, que da vueltas. Así fluye más fácil.


Enrique Aubá, 1 de febrero de 2025



Fue el 22 de enero de 2025

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