sábado, 6 de septiembre de 2025

Los Santos Padres: fuentes y guías de la fe






Para abordar los retos y necesidades de hoy es de gran ayuda volver a las raíces. Los Padres de la Iglesia siguen siendo una referencia segura e luminan la comprensión de la fe. En este curso volvemos a las enseñanzas de los Padres. Nos serviremos fundamentalmente de dos fuentes:
El tesoro de los Padres, de José Antonio Loarte (selección de textos de los Santos Padres para el cristiano del tercer milenio), y la Catequesis sobre los Padres de la Iglesia, de Benedicto XVI. Comparto lo que leí y estudié con unos amigos el curso 2022-2023, para quien le interese.


Enrique Aubá, 6 de septiembre de 2025


Introducción Padres de la Iglesia

Consideramos “Padres de la Iglesia” a un grupo más o menos circunscrito de escritores de los primeros siglos del cristianismo, “cuya autoridad es decisiva en materia de doctrina. Lo verdaderamente importante no es la afirmación hecha por uno u otro aisladamente, sino la concordancia de varios en algún punto de la doctrina católica. En este sentido, el pensamiento de los obispos reunidos en el Concilio de Nicea, primero de los Concilios ecuménicos (año 325), adquiere enseguida un valor y una autoridad muy especiales”. " 1) Los Padres son testigos privilegiados de la Tradición de la Iglesia. 2) Los Padres nos han transmitido un método teológico que es a la vez luminoso y seguro. 3) Los escritos de los Padres ofrecen una riqueza cultural y apostólica, que hace de ellos los grandes maestros de la Iglesia de ayer, de hoy y de siempre." (José Antonio Loarte, Introducción).

Panorámica Padres de la Iglesia

Seleccionados en este curso: 1) Anteriores al concilio de Nicea (325): Padres apostólicos: San Ignacio de Antioquía, San Policarpo de Esmirna; Padres apologistas: San Justino, San Ireneo de Lyon, Clemente de Alejandría, Orígenes. 2) Edad de oro orientales San Atanasio, San Cirilo de Jerusalén, San Cirilo de Alejandría, San Basilio, San Gregorio Nacianceno, San Gregorio de Nisa, San Juan Crisóstomo. 3) Edad de oro occidentales: San Jerónimo, San Ambrosio, San Agustín. 4) Últimos Padres: San León Magno, San Gregorio Magno, San Isidoro de Sevilla, San Juan Damasceno.

San Ignacio de Antioquía (Padres apostólicos)

San Ignacio, que fue el tercer obispo de Antioquía, del año 70 al 107, fecha de su martirio. En aquel tiempo Roma, Alejandría y Antioquía eran las tres grandes metrópolis del imperio romano. El concilio de Nicea habla de tres "primados":  el de Roma, pero también Alejandría y Antioquía participan, en cierto sentido, en un "primado". San Ignacio era obispo de Antioquía, que hoy se encuentra en Turquía. Allí, en Antioquía, como sabemos por los Hechos de los Apóstoles, surgió una comunidad cristiana floreciente:  su primer obispo fue el apóstol san Pedro —así nos lo dice la tradición— y allí "por primera vez los discípulos recibieron el nombre de cristianos". En la literatura cristiana san Ignacio fue el primero en atribuir a la Iglesia el adjetivo "católica", es decir, "universal":  "Donde está Jesucristo —afirma— allí está la Iglesia católica" (Benedicto XVI).

San Policarpo de Esmirna (Padres apostólicos)

Obispo de Esmirna y mártir, nació hacia el año 75, probablemente en el seno de una familia que ya era cristiana. San lreneo de Lyon, que lo conoció personalmente, afirma que había recibido las enseñanzas de los Apóstoles y que el mismo San Juan le había consagrado Obispo de Esmirna. Cuando estalló una persecución anticristiana, se escondió en una casa de campo, a ruego de sus fieles, pero fue descubierto por la traición de un esclavo y condenado a la hoguera. Murió en el año 155, a los ochenta y seis de edad (José Antonio Loarte).

San Justino (Padres apologistas)

San Justino, filósofo, laico, mártir. El más importante de los apologistas del siglo II que escribe en defensa del cristianismo. Inicialmente filósofo pagano, tras su conversión establece diálogo desde el cristianismo con el judaísmo y el paganismo. Es un modelo de búsqueda sincera de la verdad, razonabilidad de la fe, diálogo con las corrientes de pensamiento del momento, apertura. Para el cristiano de hoy es una referencia que nos recuerda la necesidad de profundizar en nuestra fe y fundamentar bien el discurso para poder dialogar y aportar en un momento de gran presión de las ideologías.

San Ireneo de Lyon (Padres apologistas)

San Ireneo de Lyon (140 - 202), nacido en Esmirna (Asia Menor), fue obispo de la ciudad de Lyon desde 189. Se piensa que murió mártir. Benedicto XVI lo define como el “campeón de la lucha contra las herejías”, “el primer gran teólogo de la Iglesia”, “el que creó la teología sistemática”. Es el principal defensor de la fe frente al gnosticismo, uno de los movimientos hetedoroxos más amenazadores contra el cristianismo naciente. De gran actualidad para el cristiano de hoy, dado el empuje que tienen la mística esotérica y el sincretismo orientalista. Discípulo de San Policarpo de Esmirna y, por lo tanto, directo receptor de la enseñanza del apóstol San Juan, San Ireneo subraya el papel de la Tradición apostólica como fuente y norma de fe.

Clemente de Alejandría (Padres apologistas)

Clemente de Alejandría nace en Atenas a mediados del siglo II y muere en Capadocia alrededor del año 215. Es padre apologista, referente de la Escuela de Alejandría, alumno de Panteno, maestro de Orígenes. Expresa que la filosofía griega puede considerarse como un “tercer testamento”, que conduce al mismo Logos como la Ley dada a los hebreos. Es considerado el fundador de la Teología especulativa. Corrigiendo el gnosticismo de la época, explica que el Logos conduce a la fe y es el fundamento de la verdadera gnosis. Como señala Benedicto XVI, para Clemente de Alejandría “dos virtudes sobre todo adornan al alma del auténtico gnóstico: la primera es la libertad de las pasiones (apátheia); la segunda es el amor, la verdadera pasión, que asegura la unión íntima con Dios”. Comentaremos un texto de Clemente de Alejandría sobre el valor de las riquezas.

Orígenes (Padres apologistas)

Orígenes de Alejandría, conocido con el sobrenombre Adamantius (“hombre de acero”, por su extraordinaria energía), nació en Alejandría en torno al año 185. Con solo 18 años le es confiada la escuela catequética de Alejandría, sustituyendo a Clemente que estaba fugitivo por la persecución. En el 231 fundó una escuela en Cesarea de Palestina, de la que saldrán teólogos como Eusebio de Cesarea, y los padres capadocios (San Basilio el Grande, San Gregorio Nacianceno y San Gregorio de Nisa). Orígenes, durante toda su vida anheló el martirio. En el año 250, durante la persecución de Decio, fue arrestado y torturado cruelmente. A causa de los sufrimientos padecidos, murió pocos años después, en Tiro,  el año 253, con menos de setenta años. Orígenes es uno de los escritores más eminentes de la antigüedad cristiana. Fundamenta la teología en el estudio de la Sagrada Escritura, proponiendo una “triple lectura” de la Biblia: sentido “literal”, sentido “moral”, sentido “espiritual”. Orígenes es apologista (defensa del monoteísmo, “Contra Celso”) y a la vez un gran místico y maestro de oración. Paradójicamente, por diferentes controversias, a veces no se le cuenta en el número de los Padres de la Iglesia. A la vez, no hay duda de que su influjo ha sido enorme en el transcurso de los siglos.

Los padres de la Iglesia y la Inmaculada Concepción

El dogma de la Inmaculada Concepción de María se define en 1954, por el Papa Pío XI, que "no hizo sino recoger con diligencia y sancionar con su autoridad la voz de los Santos Padres y de toda la Iglesia, que siempre se había dejado oír desde los tiempos antiguos hasta nuestros días". Los Padres de la Iglesia tuvieron que defender con ahínco la virginidad de Maria que, desde los primeros siglos dado que constituía uno de los escollos que los herejes de las más diversas tendencias querían convertir en insalvable. 

San Cirilo de Jerusalén (Edad de Oro de los Padres)

Hemos visto Padres Apostólicos y Padres apologistas. Ahora comenzaremos con la Edad de Oro de la patrística, que empieza con el Concilio de Nicea (año 325), después de haberse terminado la persecución contra los cristianos con el Edicto de Milán (año 313), firmado por el emperador Constantino. Vamos a empezar hablando de San Cirilo de Jerusalén (315-386), y comentaremos un texto suyo clásico del Adviento, "Las dos venidas de Cristo".


Teodoto de Ancira (Edad de Oro de los Padres)

Teodoto fue obispo de Ancira, una población situada en Galacia, en el Asia Menor. Amigo personal de Nestorio, fue, sin embargo, uno de sus principales adversarios, cuando el Concilio de Efeso del año 431 condenó las doctrinas de aquél como heréticas. Nestorio afirmaba la existencia de dos personas en Jesucristo, negando el título de Madre de Dios a la Virgen María. Defendió con firmeza la verdad de la existencia de dos naturalezas en la única persona de Cristo y exaltó de modo especial la maternidad divina de Santa María, junto a su perpetua virginidad. Su muerte tuvo lugar en torno al año 446. Entre sus obras merecen especial mención las dos homilías sobre el nacimiento del Señor. Pronunciadas en Ancira, fueron leídas en el Concilio de Efeso e introducidas en sus Actas.


San Atanasio (Edad de Oro de los Padres)

Nos adentramos en la Edad de Oro de los Padres, periodo entre el concilio de Nicea (325) y el Concilio de Calcedonia (451), ya en contexto de paz para el cristianismo tras el Edicto de Milán (313), firmado por el emperador Constantino después de su conversión. El cristianismo se propaga, a la vez que desarrolla dos grandes misterios de la fe: la Santísima Trinidad y la Encarnación. El arrianismo (Arrio, 256-336) fue un intento equivocado de armonizar la unidad y la trinidad en Dios, en la que el Verbo queda reducido a la categoría de un héroe o semidiós. San Atanasio (295-373), obispo de Alejandría, es una de las grandes figuras de la Iglesia del siglo IV, brillante escritor que expone teológicamente y defiende contra las diversas herejías la fe verdadera en la Santísima Trinidad.

San Basilio (Edad de Oro de los Padres)

San Basilio (330-379) es uno de los tres denominados padres capadocios, junto con su hermano San Gregorio de Nisa y su gran amigo, San Gregorio Nacianceno. Los padres capadocios continuaron la defensa de la ortodoxia en la doctrina trinitaria iniciada por San Atanasio, a la vez que hacen dar grandes pasos a la Teología. San Basilio comienza la profesión docente a los veinticinco años, y poco después deja la enseñanza y se retira al desierto para dedicarse a la contemplación, convirtiéndose en uno de los pioneros de la vida monástica. Es ordenado sacerdote en el 364, y desde el 370 es obispo de Cesarea. Comentaremos un texto de San Basilio sobre el recogimiento interior. San Basilio es llamado el Grande, y es contado entre los ocho mayores Padres y Doctores de la Iglesia universal.

San Gregorio Nacianceno (Edad de Oro de los Padres)

San Gregorio Nacianceno (329-389), uno de los tres denominados padres capadocios junto con San Basilio y San Gregorio de Nisa. Recibe una profunda formación en las escuelas de Cesarea de Capadocia - donde conoció a San Basilio-, Cesarea de Palestina, Alejandría y finalmente Atenas, donde volvió a encontrarse con San Basilio, quien será su gran amigo. Tras estos años de estudio, vuelve a su tierra, se bautiza y se retira a una vida solitaria. Su vida transcurrirá en una constante tensión entre su tendencia y deseo de retirarse a la oración y al estudio, junto con una recurrente llamada a la acción y responsabilidad pastoral para responder a las necesidades de la Iglesia, lo que intenta rehuir sin éxito. Acepta la ordenación sacerdotal, la consagración episcopal, y es llamado a presidir el Concilio de Constantinopla (381). Renuncia a cargos, vuelve a asumir otros, hasta que se retira definitivamente para dedicarse a la contemplación, al estudio y a la escritura. Gran aficionado a la poesía y maestro de oratoria, sus escritos son bellas exposiciones del dogma y de la vida cristiana. Destacan sus discursos sobre la Trinidad y la Encarnación. Conocido como “el Teólogo”, es Doctor de la Iglesia y uno de los cuatro grandes padres de Oriente. Comentaremos un fragmento de un poema dogmático sobre la Trinidad, “Tres luces que son una luz”.

San Gregorio de Nisa (Edad de Oro de los Padres)

San Gregorio de Nisa (335-394, desconocemos con precisión las fechas) es el tercero de los “padres capadocios”. Hermano de San Basilio, tiene otra hermana también santa, Macrina, modelo de virginidad. San Gregorio de Nisa, hombre de carácter meditativo, fue un pensador original y profundo en la historia del cristianismo. En un primer momento se dedicó a la enseñanza y se casó (parece que con una tal Teosebia, aunque se discute sobre si estuvo casado o no: el concepto estricto que del matrimonio manifestó en su obra Sobre la virginidad lleva a pensar que permaneció célibe). Después, como su hermano y su hermana, se consagró totalmente a la vida ascética. Más tarde fue elegido obispo de Nisa. Fue uno de los protagonistas del concilio de Constantinopla del año 381, que definió la divinidad del Espíritu Santo. Entre los padres capadocios, es el que mayor influencia posterior ha tenido por la profundidad especulativa de su pensamiento teológico. Escritor prolífico, destacan entre sus obras su tratado sobre la creación del hombre y obras ascéticas sobre la perfección cristiana. Entre los griegos es conocido como “el teólogo”. Comentarnos un texto de San Gregorio sobre “qué significa ser cristiano”, que puede ser de provecho para este tiempo de cuaresma.

San Juan Crisóstomo (Edad de Oro de los Padres)

San Juan Crisóstomo (350-407) es uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia de Oriente y también Doctor de la Iglesia. Nace en Antioquía, recibe una esmerada educación y formación literaria. Bautizado en el 368, se inicia en la vida monástica a la vez que aprende exégesis bíblica con la orientación histórico-literal de la escuela antioquena. Tras un retiro entre eremitas de cuatro años, vuelve a Antioquía. Ordenado sacerdote en 386 se dedica doce años a la predicación y formación de sus conciudadanos. Prestigioso por su elocuencia (“crisóstomo”, “boca de oro”), no es un teólogo especulativo. Su teología es exquisitamente pastoral, en la que destaca una constante la preocupación de la coherencia entre el pensamiento expresado por la palabra y la vivencia existencial. Consagrado obispo de Constantinopla el año 398, comienza el periodo más difícil de su vida: envuelto en constantes intrigas, se propone la reforma del clero y la mejora del pueblo, tomando medidas que le supusieron numerosos enemigos, y es desterrado en dos ocasiones. Sus escritos recogen más de 700 homilías, 17 tratados y 241 cartas. Basa su pensamiento en la Sagrada Escritura realizando una exégesis con una orientación moral. Comentaremos dos textos: una exhortación a la Lectura de la Sagrada Escritura y otro texto sobre Recomenzar, de provecho ahora en Cuaresma.

San Jerónimo (Edad de Oro de los Padres)

San Jerónimo (345-420), presbítero y doctor de la Iglesia, es uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia en Occidente (junto con San Ambrosio, San Agustín y San Gregorio Magno). Nace en Estridón (Dalmacia, actual Croacia), recibe una esmerada formación en Roma, es bautizado en el 366. Conocido como persona de carácter extremadamente sensible y fogoso, lo que le generaba dificultades y enfrentamientos personales, se orienta inicialmente hacia la vida ascética, marcha a Oriente para una vida eremítica y de dedicación al estudio, perfeccionando la lengua griega y el hebreo. En el 379 marcha a Constantinopla y conoce a Gregorio Nacianceno. Asiste al Concilio de Constantinopla (381) y el año 382 se traslada a Roma. El Papa Dámaso le encarga una nueva traducción latina de la Biblia, y elaborará la denominada “Vulgata”, oficial desde el Concilio de Trento y vigente en la actualidad. En el 385, tras el fallecimiento del Papa y ante desavenencias con el ambiente romano, inicia una peregrinación a Tierra Santa y Egipto, y desde el 386 se establece en Belén hasta su muerte, falleciendo en su celda junto a la gruta de la Natividad. Funda en Belén un monasterio de hombres y tres de mujeres, y dedica sus 34 últimos años de vida dedicado a la vida monástica y a la investigación escriturística. Además de la traducción de la Biblia, san Jerónimo escribe muchos comentarios a textos bíblicos, rebate a los herejes que rechazan la tradición, tiene varias biografías y un extenso epistolario. De San Jerónimo aprendemos a amar la palabra de Dios en la sagrada Escritura, a leerla como Palabra de Dios que se dirige a nosotros, y a leerla en comunión con la Iglesia, siendo su lugar privilegiado la liturgia. Comentaremos dos textos de San Jerónimo: uno sobre el valor de las Escrituras y otro sobre las características del sacerdote, de interés y actualidad.

San Ambrosio (Edad de Oro de los Padres)

San Ambrosio de Milán (339-397), se traslada a Roma con su familia en el 354, tras el fallecimiento de su padre, estudia retórica y abogacía, sigue carrera política siendo nombrado gobernador con sede en Milán. Dado su buen hacer mediando entre católicos y arrianos, siendo todavía catecúmeno es designado obispo de Milán a la muerte del obispo arriano Auxencio. Para ello, en pocos días recibe el Bautismo, la Confirmación y Orden sacerdotal con Consagración episcopal. Se dedica a un estudio sistemático de la Biblia y teología griega, especialmente Orígenes, San Atanasio y San Cirilo de Jerusalén. Desarrolla una intensa labor pastoral y destaca su labor para salvaguardar la libertad de la Iglesia frente a intromisiones civiles arrianas. Es doctor de la Iglesia y considerado uno de los cuatro grandes padres latinos de la Iglesia. Convirtió y bautizó a San Agustín de Hipona. Comentaremos un texto sobre la misericordia divina, apropiado ahora después del domingo de la Divina Misericordia.

San Agustín (Edad de Oro de los Padres)

San Agustín de Hipona, “el Padre más grande de la Iglesia latina”, en palabras de Benedicto XVI, quien le dedica cinco catequesis del ciclo de los Padres de la Iglesia. El Papa alemán lo consideraba “guía para su vida como teólogo y pastor”, sobre él trató su tesis doctoral y en él se inspiró su primera encíclica “Deus caritas est”. San Agustín (354 - 430), nació en Tagaste, actual Argelia, y falleció en Hipona, antigua Numidia, también en la actual Argelia). Tras sus estudios, funda una escuela de gramática en Tagaste, otra en Cartago, otra en Roma y finalmente enseña retórica en Milán. Profundiza en artes, cultura y latín, a la vez que se mueve en un ambiente fuertemente paganizado. Le mueve con fuerza una sensualidad que le lleva al desorden e insatisfacción, y se aleja de la fe cristiana en la que le había educado con pasión su madre Santa Mónica. Su vida se convierte en una búsqueda de plenitud y verdad, pasando por posturas maniqueas, racionalistas, materialistas y de escepticismo. Su conversión es un camino de regreso largo, en el que tiene especial importancia su honradez intelectual de gran pensador, y juega un papel especial la predicación de San Ambrosio, quien le bautizaría. Escritor prolífico, tiene textos autobiográficos, filosóficos, apologéticos y polémicos, dogmáticos, morales y pastorales, exegéticos, además de unos 600 sermones y 300 cartas. Son de especial relevancia sus aportaciones sobre la relación entre fe y la razón, sobre la relación entre la gracia y la naturaleza, y sobre la doctrina de la Iglesia. Benedicto XVI también señala cómo “ha dejado una huella profundísima en la vida cultural de occidente y de todo el mundo”. Comentaremos un texto de “Las Confesiones” sobre la búsqueda de Dios.

San Cirilo de Alejandría (Edad de Oro de los Padres)

San Cirilo de Alejandría, Padre y Doctor de la Iglesia, nace en Alejandría alrededor del año 375 y fallece el 444. Obispo de Alejandría desde el 412. Su importancia radica en haber sido el máximo defensor de la fe frente al nestorianismo, herejía que separaba en Cristo dos personas, una humana y otra divina. Presidió el Concilio de Éfeso (431) profundizando en la definición de la unión de dos naturalezas, humana y divina, en la única persona de Cristo. De esta manera, San Cirilo contribuye también a la definición de María como Madre de Dios, Theotókos. Proponemos un texto dedicado a la Virgen María, apropiado para el mes de mayo.

San León Magno (Edad de Oro de los Padres)

San León Magno, nace en Roma hacia el año 400, es elegido Papa el año 440, fallece en el 461. Padre y Doctor de la Iglesia. Su pontificado tuvo lugar en un momento turbulento, ante la presión del Imperio rmano por los pueblos bárbaros, y los riesgos de cisma en la Iglesia por la influencia del monofisismo y las ambiciones de los patriarcas de Constantinopla. San Léon fue firme ante el pelagianismo y monofisismo, explicando magistralmente a doctrina de la doble naturaleza de Cristo en la unidad de Persona, base para las definiciones del Concilio de Calcedonia (451). Tienen importancia en sus escritos casi 100 homilías pronunciadas en festividades del año litúrgico. Como subraya Benedicto XVI, san León Magno “enseñó a sus fieles que la liturgia cristiana no es el recuerdo de acontecimientos pasados, sino la actualización de realidades invisibles que actúan en la vida de cada uno”. Comentaremos un texto de san León sobre la Encarnación del Señor, que bien puede leerse a la luz de la Resurrección ahora en el tiempo pascual.


San Gregorio Magno (Últimos Padres de Occidente)

San Gregorio Magno (540 -604). Situado en el último período de los Padres, después de los grandes concilios, es uno de los grandes maestros de la espiritualidad clásica occidental. Prefecto de la Urbe de Roma (la  más alta magistratura) en el 472, en el 474 abraza la vida monástica, fundando siete monasterios en propiedades familiares, aunque pronto es requerido para labores pastorales y civiles. Ordenado posteriormente sacerdote, es consagrado Obispo de Roma en el 590. Pastor, siempre atento a las necesidades sociales, se comprometió a fondo para conseguir una paz efectiva en Italia y en Roma. Se preocupó de la conversión de los pueblos jóvenes y de la nueva organización civil de Europa. Promovió la evangelización de Inglaterra y la conversión de los visigodos. En su confrontación con el Patriarca de Constantinopla, adopta el apelativo de “Servidor de los siervos de Dios”, título que será utilizado en adelante por todos los Papas. En sus escritos destacan más de 800 cartas y numerosas homilías y comentarios sobre la Sagrada Escritura, promoviendo una lectura aplicada a la vida. Traemos hoy un bonito texto de San Gregorio sobre los Ángeles, basado en la lectura de la Sagrada Escritura.

San Isidoro de Sevilla (Últimos Padres de Occidente)

San Isidoro de Sevilla (560 - 636), es considerado el último de los Padres en Occidente y ha pasado a la historia como el hombre más sabio de su tiempo. Fue obispo de Sevilla durante más de tres décadas, sucediendo a su hermano Leandro. Otros dos hermanos son venerados como santos: san Fulgencio, también obispo, y santa Florentina, que abrazó la vida monástica. Hasta la Edad Media es la referencia en todas las ciencias. Sus obras principales son las Etimologías, una enciclopedia en veinte libros, y las Sentencias, tres libros de teología dogmática y ética. En la discusión de los diversos problemas percibe su complejidad y propone a menudo, con agudeza, soluciones que recogen y expresan la verdad cristiana completa. Comentaremos un texto de las Sentencias sobre la necesidad y complementariedad de la oración y la lectura.

San Juan Damasceno (Últimos Padres de Oriente)

San Juan Damasceno (675-750) es el último Padre de la Iglesia en Oriente. Vive en el contexto de un Imperio bizantino (Imperio romano de Oriente) en tensión con los musulmanes, y de hecho, la Damasco en la que nace fue conquistada por el Islam en el 635. De familia cristiana pudiente, trabaja en un cargo público administrativo hasta que decide retirarse a una vida monástica. Más tarde es ordenado sacerdote, y adquiere gran prestigio como predicador, manteniendo una notable actividad literaria. La importancia de San Juan Damasceno radica primero en su tarea de conservación y transmisión del pensamiento patrístico griego, siendo una referencia obligada después en la Edad Media. También fue clave en la lucha contra la herejía iconoclasta, de trascendencia no solo para la Iglesia Oriental sino para toda la Iglesia Universal. San Juan Damasceno fue de los primeros en distinguir entre la adoración, que sólo puede dirigirse a Dios, y la veneración, que puede utilizar una imagen para dirigirse a aquel que es representado en esa imagen. La veneración de las imágenes es justificada desde la Encarnación de Dios en Cristo, Dios se ha hecho visible, y desde la Encarnación la materia tiene otro significado. Somos conscientes de la importancia que tienen las imágenes y los signos para la Liturgia de la Iglesia y la Teología sacramentaria. Comentaremos un texto de San Juan Damasceno sobre la Cruz de Cristo: “¡Adoremos la imagen de la preciosa y vivificante cruz, de cualquier materia que esté compuesta! Porque no veneramos el objeto material— ¡no suceda esto nunca!—, sino lo que representa: el símbolo de Cristo”.

martes, 19 de agosto de 2025

Volver a casa con Odiseo

Leer la Odisea (Homero, s. VIII a.C.) a continuación de la Ilíada es hasta fácil: porque ya conoces a los personajes y el contexto, porque es más corta, porque es más diversa y con ágiles cambios de escenarios. Es un viaje, que fluye, por el mar. En cualquier caso, es recomendable conocer mínimamente a los protagonistas de la Ilíada, héroes y dioses, para disfrutar más de la Odisea (puede ayudar este Acceso a la Ilíada).

La Odisea narra el regreso a casa del héroe aqueo Odiseo (Ulises para los romanos), el viaje de vuelta por mar desde Troya (Ilión, escenario de la Ilíada) a Ítaca. Odiseo ha participado con Aquiles y compañeros en la guerra de Troya. La Ilíada termina con el punto de inflexión en la guerra a favor de los griegos, con la muerte de Héctor a manos de Aquiles y los funerales de Patroclo —compañero de Aquiles—, pero en la Ilíada no se describe propiamente el final de la guerra ni la destrucción de Troya, que llegará con la treta del caballo ideada por Odiseo. Este final es mencionado a trozos en la Odisea, como dándolo por supuesto y conocido. La Odisea se centra en el accidentado viaje de vuelta a su país y, sobre todo, de la vuelta a su casa, oculto hasta que desvela su identidad y vuelve a ser esposo, padre, hijo y rey.

Sinopsis detallada de la Odisea: diez años después de terminar la guerra de Troya, el héroe Odiseo todavía no ha vuelto a casa, a su reino, a Ítaca. En el palacio siguen su mujer Penélope y su hijo Telémaco, sin noticias de su esposo y padre. Lo más probable es que haya fallecido, pero de alguna manera esperan, y Penélope se resiste a casarse de nuevo a pesar de los muchos que la pretenden, acosan y saquean la hacienda. Homero nos cuenta que, en realidad, Odiseo está retenido contra su voluntad por la ninfa Calipso en su isla, hecho que no importa en absoluto a Poseidón, dios de los mares y de las tormentas, a quien no le caen especialmente bien ni los griegos en general —han destruido su protegida Troya— ni Odiseo en particular. La situación cambia cuando la diosa Atenea, que tiene debilidad por Odiseo, suplica al gran Zeus que permita a Odiseo volver a su patria, que no consienta que otros dioses se lo sigan impidiendo. Y es Atenea quien hace que Telémaco vaya en busca de información sobre su padre y quien se encarga de que Odiseo pueda regresar por fin a Ítaca. Odiseo mismo es quien cuenta las peripecias de su viaje ante Alcínoo, rey de los feacios, narrándole los fantásticos encuentros con los cícones, los lotófagos, los cíclopes —y Polifemo—, los lestrigones, la hechicera Circe, el descenso al Hades, el episodio de las sirenas, el estrecho de los monstruos Escila y Caribdis, y más. Finalmente, Odiseo llega a su patria y todavía queda la mitad del poema: se hará pasar por un mendigo para conocer la situación, ir revelando su identidad poco a poco, para finalmente hacer morir sin piedad a los impresentables pretendientes, recuperar su amor y amistades y restablecer el orden.

En la antigüedad, el viaje en barco de Troya a Ítaca, cruzar el mar Egeo desde el estrecho de los Dardanelos (Turquía) hasta las islas jónicas (Grecia occidental), se podía hacer en unos días o en unas semanas, en función de condiciones meteorológicas y contratiempos comunes, pero Odiseo tardó diez años en realizarlo. La geografía a la que se hace referencia es una mezcla de lugares reconocibles, lugares modificados intencionadamente y lugares mitológicos. El relato está lleno de simbolismo.

El viaje de Odiseo tiene una dinámica en cierto sentido onírica, es como esos sueños en los que quieres salir y no acabas de salir..., y parece fácil, pero siempre hay alguna dificultad, o algo no se llega a completar..., siempre falta algo, algo que parece asequible que no se consigue... El viaje de Odiseo también es como una lucha entre lo racional y lo emocional, entre lo consciente y lo inconsciente, siendo lo no-consciente de diversa naturaleza, tanto miedos e impulsos internos como la fuerza de la naturaleza y la acción de los dioses. Recientemente, un paciente de la consulta que peleaba contra sus mareas emocionales, bucles y fantasmas, me decía que se identificaba completamente con Odiseo atrapado en los mares.

Si bien la Odisea es más conocida por las aventuras del viaje, creo que no nos equivocamos si afirmamos que lo más relevante sucede una vez llegado a Ítaca: la salvación de su hogar, la liberación de los suyos, la recuperación del amor, la revelación de la propia identidad.

Así como en la Ilíada el tema central es la guerra, la Odisea se desarrolla en un contexto a priori de paz. Trata dificultades en el viaje de la vida, del día a día, y aunque en principio no hay guerra que ganar ni enemigo al que vencer, uno no puede dejar de luchar: contra uno mismo y sus miedos y sus recuerdos; contra los propios que se rebelan en el aburrimiento de la espera; y si hace falta, contra el más allá.

Mientras que la Ilíada está protagonizada por hombres, en la Odisea son muchas las mujeres que aparecen y con un rol nuclear, esencia femenina más allá de la sensualidad y la seducción, protagonistas, tanto inmortales —diosas— como mortales: Penélope, fiel esposa de Odiseo, elegante señora; Atenea, "la de ojos glaucos" —¿verdeazuladogrisáceobrillante?—, inteligente, protectora; la bella Helena, esposa de Menelao, quien había sido la causa de la guerra de Troya al irse con el príncipe Paris; la joven Nausíaca, hija de Alcínoo, que sutilmente se ofrece al inquebrantable Odiseo; Calipso, magnética diosa, y Circe, peligrosa maga; Euriclea, la vieja nodriza de Odiseo, leal sirvienta, entrañable, como una abuela.

La Odisea está llena de banquetes y fiestas, la Odisea trata de hospitalidad. Lo más precioso —para emocionarse—, es el protagonismo que tienen no ya los héroes sino los humildes, los sencillos, los trabajadores honrados, los que no tienen, los que se conforman con poco, los que esperan. Homero solo altera el relato habitual en tercera persona para tratar en segunda persona directa al cuidador de cerdos Eumeo, con afecto, empleando un recurso que no utiliza para nadie más, tampoco con la admirable y sufridora Penélope: “Contestándole dijiste tú, porquerizo Eumeo:...“; "le contestaste, muy apenado, tú, porquerizo Eumeo..."; y así hasta no menos de diez veces en la parte final del relato. Y, de hecho, el rey oculto de la Odisea revela su identidad primero a los sencillos, qué cosa, del mismo modo lo hará ocho siglos después el rey de la Biblia... supongo que Jung lo considerará un arquetipo universal, que resuena.

El que vuelve no es solo el guerrero: vuelve el rey, vuelve el padre, vuelve el esposo, vuelve el hijo, vuelve el amigo. Dice Odiseo, todavía oculto, a sus leales siervos: “«Vaquero y tú, porquerizo, quisiera deciros algo. ¿O voy a ocultarlo? Mas mi ánimo me impulsa a decíroslo. ¿Seríais capaces de pelear por Odiseo, si él llegara de donde fuera hasta aquí, de improviso, y el destino lo condujera? ¿Lucharíais a favor de los pretendientes o por Odiseo? Decídmelo, tal como vuestro corazón y vuestro ánimo os lo indiquen.» Le contestó pronto el hombre que era guardián de sus vacas: «¡Zeus Padre, ojalá me cumplieras este voto: que llegara aquel hombre y lo condujera un dios! ¡Conocerías cuál es mi fuerza y lo que valen mis brazos!». Del mismo modo Eumeo rogó a todos los dioses que regresara el muy sagaz Odiseo a su hogar. Cuando él hubo constatado el verdadero talante de ambos, de nuevo respondiendo a sus palabras les dijo: «Ése está ya aquí: soy yo».”


Enrique Aubá, 19 de agosto de 2025


ALGUNAS CITAS

Canto IX, con el cíclope Polifemo

“»Así le dije, y él nada me contestó, sino que, con ánimo cruel, abalanzándose, echó sus manos sobre mis compañeros, y agarrando a dos, como a dos cachorros, se puso a machacarlos contra el suelo. El cerebro de ellos se desparramó y mojaba la tierra. Los descuartizó miembro por miembro y se preparó la cena. Devoraba como un león criado en las selvas, sin dejar nada, las vísceras, las carnes y los huesos con el tuétano. Nosotros llorábamos y alzábamos las manos a Zeus, mientras contemplábamos tan atroces actos. La desesperación dominaba nuestro ánimo. »Luego que el cíclope se hubo llenado su gran tripa comiendo carne humana y bebiendo encima leche pura, acostose en medio de la gruta tumbándose entre el rebaño.”

Canto X, con la hechicera Circe

“iba ya a llegar a la gran morada de la hechicera Circe, entonces me salió al paso, mientras avanzaba yo hacia la casa, Hermes, el de la varita de oro, semejante a un joven muchacho al que le despunta el bozo, en la edad más atractiva de un hombre. Y me tomó de la mano, me saludó y me dijo: »“¿Cómo, otra vez, desdichado, avanzas solo por estos parajes, siendo desconocedor de tu meta? Tus camaradas están encerrados en el dominio de Circe, como cerdos en sus atiborradas cochineras. ¿Es que vas allá a liberarlos? Te advierto que no volverás tampoco tú y te quedarás allí con los demás. Pero, bueno, te libraré del daño y te salvaré. Toma, con este potente filtro llégate a casa de Circe, que esto apartará de tu cabeza el día fatal. Voy a contarte todos los manejos maléficos de Circe. Te va a preparar un bebedizo, añadiendo sus drogas a la comida, pero ni aun así conseguirá hechizarte. Porque lo va a impedir el remedio mágico que te voy a dar, y te explicaré el resto. Cuando Circe te apunte con su varita larguísima, entonces tú desenvaina tu aguda espada de tu costado y atácala como si desearas matarla, y ella, amedrentada, te invitará a acostarte a su lado. Entonces no rechaces ya el lecho de la diosa, a fin de que libere a tus compañeros y te deje regresar. Pero pídele que te jure, con el gran juramento de los dioses, que no tramará contra tu persona ningún otro maleficio, no vaya a ser que, una vez desarmado, te deje tarado e impotente”

Canto XI, con su madre (muerta) en el Hades

“no me mató en el palacio la muy certera Flechadora asaeteándome con sus suaves flechas, ni me sobrevino ninguna enfermedad que me arrebatara del todo el ánimo en una odiosa consunción del cuerpo, sino que fue la añoranza de ti, de tus cuidados y tu amable carácter, famoso Odiseo, lo que me quitó la dulce vida”

»Así me habló, y yo entonces con un fervoroso anhelo quise abrazar el alma de mi madre difunta. Tres veces lo intenté, me impulsaba mi ánimo al abrazo, y tres veces entre mis brazos se esfumó semejante a una sombra o un sueño. La pena se me hacía más y más aguda dentro del corazón, y dirigiéndome a ella le dije palabras aladas: »“Madre mía, ¿por qué no aguardas cuando quiero abrazarte para que, aun en el Hades, te rodee con mis brazos y nos quedemos saciados ambos del frígido llanto? ¿O acaso es esto tan sólo una imagen que la augusta Perséfone ha enviado, para que me lamente aún más entre gemidos?”. »Así hablé, y al punto me contestó mi venerable madre: »“¡Ay de mí, hijo mío, el más atormentado de todos los mortales! En nada te presenta engaños Perséfone, hija de Zeus, sino que ésa es la condición de los mortales, una vez que perecen. Pues los tendones no retienen más las carnes y los huesos, sino que el potente furor del fuego ardiente los deshace apenas el ánimo vital abandona los blancos huesos y el alma, volando como un ensueño, revolotea y se aleja. Pero apúrate en volver cuanto antes a la luz. Rememora muy bien todo esto para que más tarde se lo cuentes a tu esposa”.

Canto XII, advertencia (de Circe) sobre las Sirenas

”En primer lugar llegarás junto a las Sirenas, las que hechizan a todos los humanos que se aproximan a ellas. Cualquiera que en su ignorancia se les acerca y escucha la voz de las Sirenas, a ése no le abrazarán de nuevo su mujer ni sus hijos contentos de su regreso a casa. Allí las Sirenas lo hechizan con su canto fascinante, situadas en una pradera. En torno a ellas amarillea un enorme montón de huesos y renegridos pellejos humanos putrefactos. ¡Así que pasa de largo! En las orejas de tus compañeros pon tapones de cera melosa, para que ninguno de ellos las oiga. Respecto a ti mismo, si deseas escucharlas, que te sujeten a bordo de tu rápida nave de pies y de manos, atándote fuerte al mástil, y que dejen bien tensas las amarras de éste, para que puedas oír para tu placer la voz de las dos Sirenas. Y si te pones a suplicar y ordenar a tus compañeros que te suelten, que ellos te aseguren entonces con más ligaduras. Después, cuando ya tus compañeros las hayan pasado de largo, no voy a explicarte de modo puntual cuál será tu camino, porque debes decidirlo tú mismo en tu ánimo.”

Canto XIX, sobre la veracidad de los sueños (Penélope)

“contestó la muy prudente Penélope: «Extranjero, los sueños son inaprensibles y de oscuro lenguaje, y no todo se les logra a los humanos. Pues son dos las puertas de los ensueños de la imaginación. Una está hecha de cuerno, y la otra de marfil. Los sueños que llegan por la del tallado marfil, ésos son engañosos. Traen palabras que no se cumplen. Los que llegan por la puerta de pulido cuerno, ésos aportan hechos verídicos, cuando un mortal los atiende.”

Canto XXI, la prueba del arco de Odiseo

“«¡Ojalá que éste saque de él tanto provecho como capacidad va a tener para tensarlo!». Así comentaban entonces los pretendientes. Pero el muy astuto Odiseo, despues de haber sopesado el arco y remirarlo por todos lados, como cuando un hombre experto en la lira y el canto tensa hábilmente la cuerda en torno a una nueva clavija anudando por las puntas la tripa bien retorcida de oveja, así sin esfuerzos armó su gran arco Odiseo. Agarrando con la mano derecha el nervio lo probó. La cuerda resonó agudamente, con un chillido semejante al de una golondrina. A los pretendientes les inundó tremenda angustia, y a todos se les cambió el color. Zeus retumbó fuerte dando sus señales, y se alegró al punto el muy sufrido divino Odiseo de que le mandara su augurio el hijo de Crono de retorcida mente. Asió una flecha rauda que estaba sobre la mesa, desnuda. Las demás yacían todas a cubierto dentro de la aljaba hueca. Pronto iban a probarlas los aqueos. La encajó en el ángulo y tiró de la cuerda y las barbas desde su sitio, sentado en la silla, y disparó la flecha, apuntando al frente, y no erró ninguna de las hachas desde el primer agujero. El dardo de broncínea punta las traspasó y salió al final. Dijo entonces a Telémaco: «Telémaco, el huésped sentado en tus salas no te deshonra. No ha errado el blanco y ni siquiera se fatigó al tensar el arco. Aún conservo firme mi coraje, y no soy como me calumnian con sus insultos los pretendientes. Ahora es tiempo de tener dispuesta la cena para los aqueos, mientras hay luz, y proponerles que la disfruten a fondo, con el canto y la lira, que son el coronamiento del festín». Dijo, e hizo una seña con las cejas. Se ciñó su aguda espada Telémaco, el hijo querido del divino Odiseo, y empuñó en su mano la lanza y se puso erguido a su lado, junto a su silla, con su yelmo de llameante bronce.”

domingo, 3 de agosto de 2025

Prioridades

Trabajar, producir, ser eficaces, aprovechar el tiempo. Jugar, entretenernos, divertirnos, disfrutar. Cuidar y cuidarnos.

Parece que trabajamos siempre para poder jugar de vez en cuando, o algún día, y que en todo momento tenemos el deber de cuidarnos.

Sin embargo... quizá lo esencial sea vivir, jugar, entretenernos, perder el tiempo, cuidarnos los unos a los otros, entretenernos juntos... y trabajar para poder jugar, para hacer sostenible el poder jugar juntos.

-------------------------

Era julio.

Tenía que esperar un rato y me metí en un bar del barrio para leer durante la espera, en un bar de barrio. 

En una mesa, una mujer de unos ochenta años hace crucigramas. Un hombre mayor, también de unos ochenta, entra en el bar. Camina lentamente, pasito a pasito, tiene párkinson o similar. Su objetivo es sentarse en la mesa junto a la mujer que hace crucigramas, debe ser su mujer, o quizá su hermana. Ella se ha dado cuenta de que viene y le deja venir, le espera, mientras sigue enfrascada ahora en un autodefinido. La aproximación es torpe, está chocando con la pata de la mesa, hay que mover un poco la silla hacia atrás y conseguir girar un poco los pies, no es tan fácil.

Yo leo, y miro de reojo. Por un momento pienso que podría levantarme y ayudarle, pero me doy cuenta de que no está claro que mi posible ayuda sea verdadera ayuda, podría ser hasta maleducado, como interrumpir una partida de ajedrez o un ritual sagrado. Es el plan de este rato de la tarde: vivir, estar juntos, y parte del vivir es sentarse en la mesa, todo el proceso, estando cerca el uno del otro. Estar, vivir, ser.

Es agosto.

"Si es que no hay derecho: si yo fuera presidente, en vez de once meses trabajando y uno de vacaciones, establecería un mes de trabajo y once de vacaciones", sentenciaba en su grupo junto a la piscina.

-------------------------

Los adultos trabajan, los mayores son cuidados, los niños juegan.
La clave nos la dan los mayores. Y los niños. Vida pura, vida esencial.
El trabajo es para la vida. Cuidar puede ser cansado, sobre todo cuando estamos obsesionados por la eficacia, por aprovechar el tiempo. Cuidar es más fácil cuando lo primero es vivir, perder el tiempo.
Cuidado.

-------------------------

"Todas las cosas, absolutamente todas, son vana ilusión. Hay quien se agota trabajando y pone en ello todo su talento, su ciencia y su habilidad, y tiene que dejárselo todo a otro que no lo trabajó. Esto es vana ilusión y gran desventura. En efecto, ¿qué provecho saca el hombre de todos sus trabajos y afanes bajo el sol? De día dolores, penas y fatigas; de noche no descansa. ¿No es también eso vana ilusión?" (Qoh 1,2) ("Lectura" de hoy, tiene su gracia).

-------------------------

En broma, un chiste viejo:

Un señor hecho y derecho se encuentra con un joven gitano tumbado al sol, sin hacer nada, y le dice:
—Oye, muchacho, ¿por qué no haces algo útil con tu tiempo? Podrías trabajar, ganar dinero, montar un negocio...
—¿Y para qué?
—Pues para poder contratar a otros, y hacer crecer la empresa.
—¿Y para qué?
—¡Para poder ganar mucho dinero, y así algún día jubilarte!
—¿Y qué haré cuando me jubile?
—Pues… podrías relajarte, tomar el sol, disfrutar de la vida...
—¿Y qué crees que estoy haciendo ahora?

Ni vagos ni hipertensos frenéticos.

-------------------------

En serio, recuerdo y localizo un fragmento de Francisco Umbral en Mortal y rosa (1975):

“El niño y la risa. La risa del niño. Su risa triunfa de la muerte. Cuando el niño ríe, el mundo se espuma, la vida se aligera y el sol se enciende. Pasa su risa como un agua ligera por encima de las cosas, riza la luz, alegra el día y establece una continuidad sencilla entre los seres que no puede ser destruida por nada. La risa siempre es comunicativa, funde a los seres unos con otros, los enjabona de contigüidad, pero con los adultos hay otros lenguajes. El máximo lenguaje, para con el niño, es la risa.”

“Estoy viendo crecer a mi hijo.”

-------------------------

Trabajar y producir para hacer sostenible el entretenimiento y el cuidado. Aprovechar el tiempo a ratos para perderlo de manera habitual. Sin olvidar que la vida está repleta de momentos muertos, que debemos amar.



Enrique Aubá, 3 de agosto de 2025

sábado, 26 de julio de 2025

Acceso a la Ilíada

Ilíada (Homero, s. VIII a.C.). Merece la pena leerla. Puede no ser fácil, hay que proponérselo. Cualquier motivación es válida y no empieces sin asegurarte de que tienes una buena traducción y una versión amable, es clave. Yo he leído la versión de Alianza Editorial (traducción y notas de Óscar Martínez).

Hace años había leído la versión teatral de Alessandro Baricco ("Homero, Ilíada", 2004) y la de Theodor Kallifatides ("El asedio de Troya", 2020), ambas preciosas y abreviadas, centradas en la parte de los hombres y con pocas menciones a los dioses. Son un buen acceso, pero la versión completa tiene muchas dimensiones más, no se puede entender lo que sucede entre los hombres sin conocer a los dioses y sus tejemanejes.

Son cientos los personajes (cientos, no exagero) y no hay que perderse: hay que seguir a los principales, conocer los círculos inmediatos, y ser conscientes de lo amplio que es el universo de hombres y dioses de la mitología griega, para volver a ellos en otro momento. Lo primero es acceder a la Ilíada, y la Ilíada es acceso a un amplio panorama, patrimonio cultural de occidente.

Quiero compartir algunas notas tras mi lectura de la Ilíada, por si a alguien le ayudan o le motivan para leerla. Aunque mencione tramas y contenidos, pienso que con la Ilíada no puede hablarse de spoilers (del mismo modo que no es spoiler de la Biblia decir que Jesús nace de una virgen, que es crucificado y que resucita...): no es tanto el contenido sino el cómo está contado, el cómo está cantado.

La acción de la Ilíada se sitúa en la Guerra de Troya, que supuestamente tiene lugar en el siglo XIII o XII a.C., en el asedio de los aqueos a la ciudad de Troya. Troya (Ilión) actualmente se situaría en Turquía, junto al estrecho de los Dardanelos que comunica el Mar Egeo (Mediterráneo) con el Mar de Mármara (y después con el Mar Negro), el mismo estrecho en el que Churchill sufrirá una dolorosa derrota en la Primera Guerra Mundial en la Batalla de Galípoli.

La guerra había sido provocada por el rapto de la bella griega Helena —esposa de Menelao rey de Esparta— por parte del príncipe troyano Paris (Alejandro). Los aqueos conforman una expedición de más de mil barcos a la ciudad de Troya para recuperar a Helena, y la guerra durará diez años.

Los principales protagonistas de la guerra en el lado aqueo son: Aquiles, el más grande los guerreros, semidiós —hijo de diosa y hombre, Tetis y Peleo—; los hermanos Atridas Agamenón y Menelao, reyes y generales del ejército aqueo; Odiseo (Ulises), el prudente y astuto; Áyax (Ayante) y Diómedes, feroces y valientes guerreros; Patroclo, íntimo amigo y compañero de Aquiles; Néstor, sabio y anciano consejero.

Por parte de los troyanos, los principales héroes son: el sufriente rey Príamo; su hijo Héctor —el más valeroso de los guerreros troyanos y quizá el más íntegro personaje de la Ilíada—; Paris, también hijo de Príamo, atractivo y enamoradizo, es quien había seducido y raptado a Helena provocando la guerra; Eneas, importante semidiós —hijo de la diosa Afrodita, sobrevivirá a Troya y dará nombre a la Eneida de Virgilio.

Las mujeres que aparecen en la Ilíada tienen un papel clave: Helena, la bella griega raptada, esposa de Menelao; Briseida y Criseida, troyanas capturadas y hechas esclavas —y amantes— de Aquiles y Agamenón; Andrómaca, esposa de Héctor; Hécuba, esposa de Príamo.

En resumen, esto es lo que sucede: los aqueos están asediando Troya, y el comandante en jefe Agamenón se ve obligado a "devolver" a Criseida, esclava troyana capturada que es hija de un sacerdote del dios Apolo, para conseguir aplacar el enfado de Apolo. Agamenón entonces decide apropiarse de Briseida, la esclava troyana de Aquiles, con lo que Aquiles se coge tal cabreo que decide no luchar, y se queda todo orgulloso en su campamento junto a las naves mientras los aqueos sufren en la guerra, que sigue, hasta que vuelve a entrar en combate en el canto XVIII —la Ilíada tiene veinticuatro cantos—. Durante gran parte de la Ilíada los aqueos están acorralados junto a sus naves por el ímpetu de los troyanos y la pasividad de Aquiles. El punto de inflexión tiene lugar cuando muere Patroclo a manos de Héctor. Patroclo, amigo y compañero de Aquiles, había entrado en guerra con la armadura de Aquiles, atemorizando a los troyanos, enardeciendo a los aqueos y causando muchas muertes. Cuando los troyanos se dan cuenta de que no es Aquiles quien lucha, Héctor mata a Patroclo, se apodera de las armas de Aquiles, e intenta profanar el cuerpo de Patroclo. Aquiles despierta, encierra a los troyanos en su ciudad, persigue a Héctor y lo mata sin piedad.

Son muchos los temas y planos de la Ilíada, inagotables. La guerra, paisaje en el que vivimos, cuasi-estado natural del hombre, y no tanto porque tenga que haber guerras sino porque la vida es guerra, la vida es lucha. Lucha interior siempre, y lucha contra lo injusto, y por defender el honor. En la guerra que es la vida, valor y valores, la Ilíada es un elenco de virtudes humanas, está llena de arquetipos. Y la muerte, el cuerpo y los ritos funerarios, el tránsito al más allá.

Pero todo esto... aunque es la trama humana, es sólo una pequeña parte de lo que sucede en la Ilíada, ya que en paralelo y totalmente entremezclado están las idas y venidas de los dioses. Los dioses están en el Olimpo (el monte Olimpo, donde residen y desde donde observan, debaten e intervienen). Los dioses son poderosos a la vez que tienen sus debilidades, envidias, miserias y disputas. En la Guerra de Troya, por lo general, los dioses toman partido por los aqueos o por los troyanos, y son de hecho los dioses los que decantan la guerra en cada momento hacia un lado o hacia el otro.

Veamos los principales dioses que aparecen en la Ilíada. Por encima de todos está el gran Zeus, en principio imparcial aunque puede decirse que tiende a proteger a semidiós Aquiles. A favor de los aqueos están Hera, esposa de Zeus; Atenea, hija de Zeus y diosa de la sabiduría; Poseidón, dios del mar. A favor de los troyanos están: Ares, dios de la guerra; Apolo, el dios arquero; y Afrodita, diosa del amor y protectora de Paris y de Eneas.

Lo que les sucede a los hombres no puede entenderse sin la intervención de los dioses. Los dioses intervienen a veces directamente, otras veces a través de fenómenos naturales, o inspirando en sueños, o haciéndose pasar por hombres, o... de mil maneras, pero intervienen. Y lo que los griegos —y Homero— tenían claro es que, tanto las cosas que acontecen cada día como nuestro destino, no dependen ni exclusiva ni principalmente de nosotros, por muy fuertes o valerosos que seamos.


Enrique Aubá, 26 de julio de 2025









Algunas citas seleccionadas:

Canto I. "(Aquiles): «¡Madre, ya que me alumbraste de corta vida, que al menos el Olímpico Zeus, que truena en lo alto, me honre con honores, pues hasta ahora en nada me ha honrado! ¡El Atrida, Agamenón de anchos dominios, me ha ultrajado, ya que, quitándomela él mismo, me ha arrebatado mi recompensa y se ha quedado con ella!». Así dijo en medio del llanto. Entonces su soberana madre, que se hallaba sentada en las profundidades marinas junto a su anciano padre, lo oyó y, como temprana neblina, emergió velozmente del mar espumoso y fue a sentarse frente a él, que se encontraba cubierto de lágrimas. Tomándolo, pues, de la mano, lo llamó por su nombre y pronunció estas palabras: «¿Por qué lloras, criatura? ¿Qué tristeza se ha apoderado de tus entrañas? Habla, no lo mantengas oculto en tu ánimo, que los dos lo sepamos». Exhalando un profundo suspiro, le contestó Aquiles, de pies ligeros: «Ya lo sabes, ¿para qué te lo he de contar si lo sabes todo?".

Canto II. "En cuanto a los guerreros, el más bravo con diferencia fue Ayante Telamonio, mientras Aquiles persistió en su cólera, ya que sin duda éste era más fuerte; así como los caballos sobre los que marchaba el irreprochable hijo de Peleo. Sin embargo, Aquiles yacía en sus huecas naves, surcadoras del ponto, rumiando su cólera contra el Atrida Agamenón, pastor de gentes. Entre tanto sus hombres se entretenían en la orilla del mar lanzando discos y jabalinas o practicando con el arco. Por su parte, los caballos permanecían parados junto a sus arneses pastando loto y apio del pantanal, mientras que los carros yacían por tierra en el interior de las tiendas de sus dueños. Sin embargo, los hombres, echando de menos a su caudillo, favorito de Ares, iban de un lado a otro del campamento sin entrar en combate".

Canto III. "Ese de ahí es el Laertíada Odiseo, de muchas argucias, que se crió en tierra de Ítaca, pedregosa como es, y es experto en todo tipo de trucos y sutiles argucias".

Canto IV. "A los troyanos los enardecía Ares, mientras que Atenea, de ojos de lechuza, hacía lo propio con los aqueos acompañada del Terror, del Espanto y de la Disputa, de furia insaciable, compañera y hermana del exterminador Ares; la Disputa, que, pequeña al principio, se va encrestando y pronto reafirma su testa en el cielo mientras avanza por tierra. Ella fue la que entonces generalizó la contienda conforme avanzaba por entre la multitud aumentando el aullido de los guerreros".

Canto VII. "(Atenea a Apolo): Y a éste a su vez le contestó la diosa Atenea, de ojos de lechuza: «¡Así sea, dios que hiere de lejos! Con esta intención descendí del Olimpo entre los troyanos y los aqueos. Pero, dime, ¿cómo piensas detener la batalla de los guerreros?». Y a ésta le dijo a su vez el soberano Apolo, hijo de Zeus: «¡Provoquemos el violento furor de Héctor, domador de caballos, por ver si desafía a alguno de los dánaos a luchar a solas, cara a cara, en un duelo feroz! ¡Entonces los aqueos, de grebas de bronce, mandarán llenos de furia un guerrero a combatir contra el divino Héctor!»".

Canto IX. "(Aquiles): Pero ¿por qué tienen que combatir los argivos contra los troyanos? ¿Por qué ha reunido el Atrida un ejército y lo ha guiado hasta aquí? ¿No es acaso por Helena, de hermoso cabello? ¿Acaso son los Atridas los únicos de entre los mortales que aman a sus mujeres? Porque cualquiera que sea un hombre noble y provisto de entrañas ama y protege a la suya, como también yo amaba en mi corazón a la mía a pesar de haberla conquistado por la lanza. Pero ahora, dado que me ha arrancado de las manos mi recompensa y me ha engañado, que no lo intente de nuevo conmigo, pues bien lo conozco y no me convencerá. Que piense contigo, Odiseo, y con los demás reyes la forma de mantener alejado de las embarcaciones el fuego devastador; lo cierto es que ya ha llevado a cabo un buen número de acciones en mi ausencia: levantó un muro y cavó un foso ancho y profundo a su lado, en el que clavó estacas, pero ni aun así es capaz de contener el empuje de Héctor, exterminador de guerreros. Mientras yo combatía entre los aqueos, Héctor no deseaba empujar el combate lejos de sus murallas, sino que sólo llegaba hasta las puertas Esceas y la encina".

Canto XIII. "Con intenciones opuestas, los dos poderosos hijos de Crono tendían sobre los heroicos guerreros deplorables dolores. Zeus decretaba el triunfo de Héctor y los troyanos con el propósito de dar gloria a Aquiles, de pies ligeros, aunque en absoluto pretendía exterminar por completo al ejército aqueo ante los muros de Ilión, sino honrar a Tetis y a su hijo de ánimo firme. Por su parte, Poseidón, tras emerger a escondidas del espumoso mar, enardecía a los argivos penetrando en sus filas, pues le dolía verlos sucumbir a manos de los troyanos, y sentía una violenta ira contra Zeus. Cierto que ambos pertenecían a un mismo linaje y estirpe, pero Zeus había nacido primero y sabía más cosas; por ese motivo aquél evitaba socorrerlos abiertamente, si bien, en secreto, los arengaba de continuo por el campamento bajo la apariencia de un mortal. De este modo, los dos tendieron los cabos de la violenta disputa y de la igualadora contienda y los anudaron sobre ambos ejércitos con las irrompibles ataduras, imposibles de desatar, que deshicieron los miembros de tantos guerreros".

Canto XXI. "En cuanto la furia del Janto se vio dominada, los dos adversarios cesaron su lucha, pues Hera, aun llena de ira, los contuvo. En cambio, entre los dioses restantes se abatió una grave y violenta disputa, pues, dentro de sus entrañas, sus ánimos respiraban con intenciones opuestas. Cayeron los unos sobre los otros con un intenso rugido, bramó la ancha tierra y el inmenso cielo resonó con sus trompas de guerra. Sentado en el Olimpo, Zeus lo escuchó, y su corazón rió de placer cuando vio a los dioses trabarse en disputa".

Canto XXIII. "Aquiles: «¡Salud, Patroclo, aun encontrándote en los dominios de Hades, pues ya estoy dando cumplimiento a todo lo que te prometí anteriormente! ¡A doce nobles hijos de los altivos troyanos, a todos ellos, el fuego los consumirá contigo; sin embargo, al Priámida Héctor no lo echaré a las llamas para que lo despedacen, sino a los perros!». Así habló entre amenazas, pero los perros no se arrimaban al cuerpo de Héctor, pues la hija de Zeus, Afrodita, los mantenía alejados de él noche y día, y lo ungía con ambrosiaco aceite de rosas para que Aquiles no desgarrara su cuerpo al arrastrarlo. A su vez Febo Apolo llevó sobre él una sombría nube desde el cielo hasta el llano y con ella cubrió todo el trecho que ocupaba el cadáver para que la furia del sol no resecara la carne de sus tendones y miembros antes de tiempo".

Los Santos Padres: fuentes y guías de la fe

Para abordar los retos y necesidades de hoy es de gran ayuda volver a las raíces. Los Padres de la Iglesia siguen siendo una referencia segu...