Consideramos “Padres de la Iglesia” a un grupo más o menos circunscrito de escritores de los primeros siglos del cristianismo, “cuya autoridad es decisiva en materia de doctrina. Lo verdaderamente importante no es la afirmación hecha por uno u otro aisladamente, sino la concordancia de varios en algún punto de la doctrina católica. En este sentido, el pensamiento de los obispos reunidos en el Concilio de Nicea, primero de los Concilios ecuménicos (año 325), adquiere enseguida un valor y una autoridad muy especiales”. " 1) Los Padres son testigos privilegiados de la Tradición de la Iglesia. 2) Los Padres nos han transmitido un método teológico que es a la vez luminoso y seguro. 3) Los escritos de los Padres ofrecen una riqueza cultural y apostólica, que hace de ellos los grandes maestros de la Iglesia de ayer, de hoy y de siempre." (José Antonio Loarte, Introducción).
Panorámica Padres de la Iglesia
Seleccionados en este curso: 1) Anteriores al concilio de Nicea (325): Padres apostólicos: San Ignacio de Antioquía, San Policarpo de Esmirna; Padres apologistas: San Justino, San Ireneo de Lyon, Clemente de Alejandría, Orígenes. 2) Edad de oro orientales San Atanasio, San Cirilo de Jerusalén, San Cirilo de Alejandría, San Basilio, San Gregorio Nacianceno, San Gregorio de Nisa, San Juan Crisóstomo. 3) Edad de oro occidentales: San Jerónimo, San Ambrosio, San Agustín. 4) Últimos Padres: San León Magno, San Gregorio Magno, San Isidoro de Sevilla, San Juan Damasceno.
San Ignacio de Antioquía (Padres apostólicos)
San Ignacio, que fue el tercer obispo de Antioquía, del año 70 al 107, fecha de su martirio. En aquel tiempo Roma, Alejandría y Antioquía eran las tres grandes metrópolis del imperio romano. El concilio de Nicea habla de tres "primados": el de Roma, pero también Alejandría y Antioquía participan, en cierto sentido, en un "primado". San Ignacio era obispo de Antioquía, que hoy se encuentra en Turquía. Allí, en Antioquía, como sabemos por los Hechos de los Apóstoles, surgió una comunidad cristiana floreciente: su primer obispo fue el apóstol san Pedro —así nos lo dice la tradición— y allí "por primera vez los discípulos recibieron el nombre de cristianos". En la literatura cristiana san Ignacio fue el primero en atribuir a la Iglesia el adjetivo "católica", es decir, "universal": "Donde está Jesucristo —afirma— allí está la Iglesia católica" (Benedicto XVI).
San Policarpo de Esmirna (Padres apostólicos)
Obispo de Esmirna y mártir, nació hacia el año 75, probablemente en el seno de una familia que ya era cristiana. San lreneo de Lyon, que lo conoció personalmente, afirma que había recibido las enseñanzas de los Apóstoles y que el mismo San Juan le había consagrado Obispo de Esmirna. Cuando estalló una persecución anticristiana, se escondió en una casa de campo, a ruego de sus fieles, pero fue descubierto por la traición de un esclavo y condenado a la hoguera. Murió en el año 155, a los ochenta y seis de edad (José Antonio Loarte).
San Justino (Padres apologistas)
San Justino, filósofo, laico, mártir. El más importante de los apologistas del siglo II que escribe en defensa del cristianismo. Inicialmente filósofo pagano, tras su conversión establece diálogo desde el cristianismo con el judaísmo y el paganismo. Es un modelo de búsqueda sincera de la verdad, razonabilidad de la fe, diálogo con las corrientes de pensamiento del momento, apertura. Para el cristiano de hoy es una referencia que nos recuerda la necesidad de profundizar en nuestra fe y fundamentar bien el discurso para poder dialogar y aportar en un momento de gran presión de las ideologías.
San Ireneo de Lyon (Padres apologistas)
San Ireneo de Lyon (140 - 202), nacido en Esmirna (Asia Menor), fue obispo de la ciudad de Lyon desde 189. Se piensa que murió mártir. Benedicto XVI lo define como el “campeón de la lucha contra las herejías”, “el primer gran teólogo de la Iglesia”, “el que creó la teología sistemática”. Es el principal defensor de la fe frente al gnosticismo, uno de los movimientos hetedoroxos más amenazadores contra el cristianismo naciente. De gran actualidad para el cristiano de hoy, dado el empuje que tienen la mística esotérica y el sincretismo orientalista. Discípulo de San Policarpo de Esmirna y, por lo tanto, directo receptor de la enseñanza del apóstol San Juan, San Ireneo subraya el papel de la Tradición apostólica como fuente y norma de fe.
Clemente de Alejandría (Padres apologistas)
Clemente de Alejandría nace en Atenas a mediados del siglo II y muere en Capadocia alrededor del año 215. Es padre apologista, referente de la Escuela de Alejandría, alumno de Panteno, maestro de Orígenes. Expresa que la filosofía griega puede considerarse como un “tercer testamento”, que conduce al mismo Logos como la Ley dada a los hebreos. Es considerado el fundador de la Teología especulativa. Corrigiendo el gnosticismo de la época, explica que el Logos conduce a la fe y es el fundamento de la verdadera gnosis. Como señala Benedicto XVI, para Clemente de Alejandría “dos virtudes sobre todo adornan al alma del auténtico gnóstico: la primera es la libertad de las pasiones (apátheia); la segunda es el amor, la verdadera pasión, que asegura la unión íntima con Dios”. Comentaremos un texto de Clemente de Alejandría sobre el valor de las riquezas.
Orígenes de Alejandría, conocido con el sobrenombre Adamantius (“hombre de acero”, por su extraordinaria energía), nació en Alejandría en torno al año 185. Con solo 18 años le es confiada la escuela catequética de Alejandría, sustituyendo a Clemente que estaba fugitivo por la persecución. En el 231 fundó una escuela en Cesarea de Palestina, de la que saldrán teólogos como Eusebio de Cesarea, y los padres capadocios (San Basilio el Grande, San Gregorio Nacianceno y San Gregorio de Nisa). Orígenes, durante toda su vida anheló el martirio. En el año 250, durante la persecución de Decio, fue arrestado y torturado cruelmente. A causa de los sufrimientos padecidos, murió pocos años después, en Tiro, el año 253, con menos de setenta años. Orígenes es uno de los escritores más eminentes de la antigüedad cristiana. Fundamenta la teología en el estudio de la Sagrada Escritura, proponiendo una “triple lectura” de la Biblia: sentido “literal”, sentido “moral”, sentido “espiritual”. Orígenes es apologista (defensa del monoteísmo, “Contra Celso”) y a la vez un gran místico y maestro de oración. Paradójicamente, por diferentes controversias, a veces no se le cuenta en el número de los Padres de la Iglesia. A la vez, no hay duda de que su influjo ha sido enorme en el transcurso de los siglos.
Los padres de la Iglesia y la Inmaculada Concepción
El dogma de la Inmaculada Concepción de María se define en 1954, por el Papa Pío XI, que "no hizo sino recoger con diligencia y sancionar con su autoridad la voz de los Santos Padres y de toda la Iglesia, que siempre se había dejado oír desde los tiempos antiguos hasta nuestros días". Los Padres de la Iglesia tuvieron que defender con ahínco la virginidad de Maria que, desde los primeros siglos dado que constituía uno de los escollos que los herejes de las más diversas tendencias querían convertir en insalvable.
San Cirilo de Jerusalén (Edad de Oro de los Padres)
Hemos visto Padres Apostólicos y Padres apologistas. Ahora comenzaremos con la Edad de Oro de la patrística, que empieza con el Concilio de Nicea (año 325), después de haberse terminado la persecución contra los cristianos con el Edicto de Milán (año 313), firmado por el emperador Constantino. Vamos a empezar hablando de San Cirilo de Jerusalén (315-386), y comentaremos un texto suyo clásico del Adviento, "Las dos venidas de Cristo".
Teodoto de Ancira (Edad de Oro de los Padres)
Teodoto fue obispo de Ancira, una población situada en Galacia, en el Asia Menor. Amigo personal de Nestorio, fue, sin embargo, uno de sus principales adversarios, cuando el Concilio de Efeso del año 431 condenó las doctrinas de aquél como heréticas. Nestorio afirmaba la existencia de dos personas en Jesucristo, negando el título de Madre de Dios a la Virgen María. Defendió con firmeza la verdad de la existencia de dos naturalezas en la única persona de Cristo y exaltó de modo especial la maternidad divina de Santa María, junto a su perpetua virginidad. Su muerte tuvo lugar en torno al año 446. Entre sus obras merecen especial mención las dos homilías sobre el nacimiento del Señor. Pronunciadas en Ancira, fueron leídas en el Concilio de Efeso e introducidas en sus Actas.
San Atanasio (Edad de Oro de los Padres)
Nos adentramos en la Edad de Oro de los Padres, periodo entre el concilio de Nicea (325) y el Concilio de Calcedonia (451), ya en contexto de paz para el cristianismo tras el Edicto de Milán (313), firmado por el emperador Constantino después de su conversión. El cristianismo se propaga, a la vez que desarrolla dos grandes misterios de la fe: la Santísima Trinidad y la Encarnación. El arrianismo (Arrio, 256-336) fue un intento equivocado de armonizar la unidad y la trinidad en Dios, en la que el Verbo queda reducido a la categoría de un héroe o semidiós. San Atanasio (295-373), obispo de Alejandría, es una de las grandes figuras de la Iglesia del siglo IV, brillante escritor que expone teológicamente y defiende contra las diversas herejías la fe verdadera en la Santísima Trinidad.
San Basilio (Edad de Oro de los Padres)
San Basilio (330-379) es uno de los tres denominados padres capadocios, junto con su hermano San Gregorio de Nisa y su gran amigo, San Gregorio Nacianceno. Los padres capadocios continuaron la defensa de la ortodoxia en la doctrina trinitaria iniciada por San Atanasio, a la vez que hacen dar grandes pasos a la Teología. San Basilio comienza la profesión docente a los veinticinco años, y poco después deja la enseñanza y se retira al desierto para dedicarse a la contemplación, convirtiéndose en uno de los pioneros de la vida monástica. Es ordenado sacerdote en el 364, y desde el 370 es obispo de Cesarea. Comentaremos un texto de San Basilio sobre el recogimiento interior. San Basilio es llamado el Grande, y es contado entre los ocho mayores Padres y Doctores de la Iglesia universal.
San Gregorio Nacianceno (Edad de Oro de los Padres)
San Gregorio Nacianceno (329-389), uno de los tres denominados padres capadocios junto con San Basilio y San Gregorio de Nisa. Recibe una profunda formación en las escuelas de Cesarea de Capadocia - donde conoció a San Basilio-, Cesarea de Palestina, Alejandría y finalmente Atenas, donde volvió a encontrarse con San Basilio, quien será su gran amigo. Tras estos años de estudio, vuelve a su tierra, se bautiza y se retira a una vida solitaria. Su vida transcurrirá en una constante tensión entre su tendencia y deseo de retirarse a la oración y al estudio, junto con una recurrente llamada a la acción y responsabilidad pastoral para responder a las necesidades de la Iglesia, lo que intenta rehuir sin éxito. Acepta la ordenación sacerdotal, la consagración episcopal, y es llamado a presidir el Concilio de Constantinopla (381). Renuncia a cargos, vuelve a asumir otros, hasta que se retira definitivamente para dedicarse a la contemplación, al estudio y a la escritura. Gran aficionado a la poesía y maestro de oratoria, sus escritos son bellas exposiciones del dogma y de la vida cristiana. Destacan sus discursos sobre la Trinidad y la Encarnación. Conocido como “el Teólogo”, es Doctor de la Iglesia y uno de los cuatro grandes padres de Oriente. Comentaremos un fragmento de un poema dogmático sobre la Trinidad, “Tres luces que son una luz”.
San Gregorio de Nisa (Edad de Oro de los Padres)
San Gregorio de Nisa (335-394, desconocemos con precisión las fechas) es el tercero de los “padres capadocios”. Hermano de San Basilio, tiene otra hermana también santa, Macrina, modelo de virginidad. San Gregorio de Nisa, hombre de carácter meditativo, fue un pensador original y profundo en la historia del cristianismo. En un primer momento se dedicó a la enseñanza y se casó (parece que con una tal Teosebia, aunque se discute sobre si estuvo casado o no: el concepto estricto que del matrimonio manifestó en su obra Sobre la virginidad lleva a pensar que permaneció célibe). Después, como su hermano y su hermana, se consagró totalmente a la vida ascética. Más tarde fue elegido obispo de Nisa. Fue uno de los protagonistas del concilio de Constantinopla del año 381, que definió la divinidad del Espíritu Santo. Entre los padres capadocios, es el que mayor influencia posterior ha tenido por la profundidad especulativa de su pensamiento teológico. Escritor prolífico, destacan entre sus obras su tratado sobre la creación del hombre y obras ascéticas sobre la perfección cristiana. Entre los griegos es conocido como “el teólogo”. Comentarnos un texto de San Gregorio sobre “qué significa ser cristiano”, que puede ser de provecho para este tiempo de cuaresma.
San Juan Crisóstomo (Edad de Oro de los Padres)
San Juan Crisóstomo (350-407) es uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia de Oriente y también Doctor de la Iglesia. Nace en Antioquía, recibe una esmerada educación y formación literaria. Bautizado en el 368, se inicia en la vida monástica a la vez que aprende exégesis bíblica con la orientación histórico-literal de la escuela antioquena. Tras un retiro entre eremitas de cuatro años, vuelve a Antioquía. Ordenado sacerdote en 386 se dedica doce años a la predicación y formación de sus conciudadanos. Prestigioso por su elocuencia (“crisóstomo”, “boca de oro”), no es un teólogo especulativo. Su teología es exquisitamente pastoral, en la que destaca una constante la preocupación de la coherencia entre el pensamiento expresado por la palabra y la vivencia existencial. Consagrado obispo de Constantinopla el año 398, comienza el periodo más difícil de su vida: envuelto en constantes intrigas, se propone la reforma del clero y la mejora del pueblo, tomando medidas que le supusieron numerosos enemigos, y es desterrado en dos ocasiones. Sus escritos recogen más de 700 homilías, 17 tratados y 241 cartas. Basa su pensamiento en la Sagrada Escritura realizando una exégesis con una orientación moral. Comentaremos dos textos: una exhortación a la Lectura de la Sagrada Escritura y otro texto sobre Recomenzar, de provecho ahora en Cuaresma.
San Jerónimo (Edad de Oro de los Padres)
San Jerónimo (345-420), presbítero y doctor de la Iglesia, es uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia en Occidente (junto con San Ambrosio, San Agustín y San Gregorio Magno). Nace en Estridón (Dalmacia, actual Croacia), recibe una esmerada formación en Roma, es bautizado en el 366. Conocido como persona de carácter extremadamente sensible y fogoso, lo que le generaba dificultades y enfrentamientos personales, se orienta inicialmente hacia la vida ascética, marcha a Oriente para una vida eremítica y de dedicación al estudio, perfeccionando la lengua griega y el hebreo. En el 379 marcha a Constantinopla y conoce a Gregorio Nacianceno. Asiste al Concilio de Constantinopla (381) y el año 382 se traslada a Roma. El Papa Dámaso le encarga una nueva traducción latina de la Biblia, y elaborará la denominada “Vulgata”, oficial desde el Concilio de Trento y vigente en la actualidad. En el 385, tras el fallecimiento del Papa y ante desavenencias con el ambiente romano, inicia una peregrinación a Tierra Santa y Egipto, y desde el 386 se establece en Belén hasta su muerte, falleciendo en su celda junto a la gruta de la Natividad. Funda en Belén un monasterio de hombres y tres de mujeres, y dedica sus 34 últimos años de vida dedicado a la vida monástica y a la investigación escriturística. Además de la traducción de la Biblia, san Jerónimo escribe muchos comentarios a textos bíblicos, rebate a los herejes que rechazan la tradición, tiene varias biografías y un extenso epistolario. De San Jerónimo aprendemos a amar la palabra de Dios en la sagrada Escritura, a leerla como Palabra de Dios que se dirige a nosotros, y a leerla en comunión con la Iglesia, siendo su lugar privilegiado la liturgia. Comentaremos dos textos de San Jerónimo: uno sobre el valor de las Escrituras y otro sobre las características del sacerdote, de interés y actualidad.
San Ambrosio (Edad de Oro de los Padres)
San Ambrosio de Milán (339-397), se traslada a Roma con su familia en el 354, tras el fallecimiento de su padre, estudia retórica y abogacía, sigue carrera política siendo nombrado gobernador con sede en Milán. Dado su buen hacer mediando entre católicos y arrianos, siendo todavía catecúmeno es designado obispo de Milán a la muerte del obispo arriano Auxencio. Para ello, en pocos días recibe el Bautismo, la Confirmación y Orden sacerdotal con Consagración episcopal. Se dedica a un estudio sistemático de la Biblia y teología griega, especialmente Orígenes, San Atanasio y San Cirilo de Jerusalén. Desarrolla una intensa labor pastoral y destaca su labor para salvaguardar la libertad de la Iglesia frente a intromisiones civiles arrianas. Es doctor de la Iglesia y considerado uno de los cuatro grandes padres latinos de la Iglesia. Convirtió y bautizó a San Agustín de Hipona. Comentaremos un texto sobre la misericordia divina, apropiado ahora después del domingo de la Divina Misericordia.
San Agustín (Edad de Oro de los Padres)
San Agustín de Hipona, “el Padre más grande de la Iglesia latina”, en palabras de Benedicto XVI, quien le dedica cinco catequesis del ciclo de los Padres de la Iglesia. El Papa alemán lo consideraba “guía para su vida como teólogo y pastor”, sobre él trató su tesis doctoral y en él se inspiró su primera encíclica “Deus caritas est”. San Agustín (354 - 430), nació en Tagaste, actual Argelia, y falleció en Hipona, antigua Numidia, también en la actual Argelia). Tras sus estudios, funda una escuela de gramática en Tagaste, otra en Cartago, otra en Roma y finalmente enseña retórica en Milán. Profundiza en artes, cultura y latín, a la vez que se mueve en un ambiente fuertemente paganizado. Le mueve con fuerza una sensualidad que le lleva al desorden e insatisfacción, y se aleja de la fe cristiana en la que le había educado con pasión su madre Santa Mónica. Su vida se convierte en una búsqueda de plenitud y verdad, pasando por posturas maniqueas, racionalistas, materialistas y de escepticismo. Su conversión es un camino de regreso largo, en el que tiene especial importancia su honradez intelectual de gran pensador, y juega un papel especial la predicación de San Ambrosio, quien le bautizaría. Escritor prolífico, tiene textos autobiográficos, filosóficos, apologéticos y polémicos, dogmáticos, morales y pastorales, exegéticos, además de unos 600 sermones y 300 cartas. Son de especial relevancia sus aportaciones sobre la relación entre fe y la razón, sobre la relación entre la gracia y la naturaleza, y sobre la doctrina de la Iglesia. Benedicto XVI también señala cómo “ha dejado una huella profundísima en la vida cultural de occidente y de todo el mundo”. Comentaremos un texto de “Las Confesiones” sobre la búsqueda de Dios.
San Cirilo de Alejandría (Edad de Oro de los Padres)
San Cirilo de Alejandría, Padre y Doctor de la Iglesia, nace en Alejandría alrededor del año 375 y fallece el 444. Obispo de Alejandría desde el 412. Su importancia radica en haber sido el máximo defensor de la fe frente al nestorianismo, herejía que separaba en Cristo dos personas, una humana y otra divina. Presidió el Concilio de Éfeso (431) profundizando en la definición de la unión de dos naturalezas, humana y divina, en la única persona de Cristo. De esta manera, San Cirilo contribuye también a la definición de María como Madre de Dios, Theotókos. Proponemos un texto dedicado a la Virgen María, apropiado para el mes de mayo.
San León Magno (Edad de Oro de los Padres)
San León Magno, nace en Roma hacia el año 400, es elegido Papa el año 440, fallece en el 461. Padre y Doctor de la Iglesia. Su pontificado tuvo lugar en un momento turbulento, ante la presión del Imperio rmano por los pueblos bárbaros, y los riesgos de cisma en la Iglesia por la influencia del monofisismo y las ambiciones de los patriarcas de Constantinopla. San Léon fue firme ante el pelagianismo y monofisismo, explicando magistralmente a doctrina de la doble naturaleza de Cristo en la unidad de Persona, base para las definiciones del Concilio de Calcedonia (451). Tienen importancia en sus escritos casi 100 homilías pronunciadas en festividades del año litúrgico. Como subraya Benedicto XVI, san León Magno “enseñó a sus fieles que la liturgia cristiana no es el recuerdo de acontecimientos pasados, sino la actualización de realidades invisibles que actúan en la vida de cada uno”. Comentaremos un texto de san León sobre la Encarnación del Señor, que bien puede leerse a la luz de la Resurrección ahora en el tiempo pascual.
San Gregorio Magno (Últimos Padres de Occidente)
San Gregorio Magno (540 -604). Situado en el último período de los Padres, después de los grandes concilios, es uno de los grandes maestros de la espiritualidad clásica occidental. Prefecto de la Urbe de Roma (la más alta magistratura) en el 472, en el 474 abraza la vida monástica, fundando siete monasterios en propiedades familiares, aunque pronto es requerido para labores pastorales y civiles. Ordenado posteriormente sacerdote, es consagrado Obispo de Roma en el 590. Pastor, siempre atento a las necesidades sociales, se comprometió a fondo para conseguir una paz efectiva en Italia y en Roma. Se preocupó de la conversión de los pueblos jóvenes y de la nueva organización civil de Europa. Promovió la evangelización de Inglaterra y la conversión de los visigodos. En su confrontación con el Patriarca de Constantinopla, adopta el apelativo de “Servidor de los siervos de Dios”, título que será utilizado en adelante por todos los Papas. En sus escritos destacan más de 800 cartas y numerosas homilías y comentarios sobre la Sagrada Escritura, promoviendo una lectura aplicada a la vida. Traemos hoy un bonito texto de San Gregorio sobre los Ángeles, basado en la lectura de la Sagrada Escritura.
San Isidoro de Sevilla (Últimos Padres de Occidente)
San Isidoro de Sevilla (560 - 636), es considerado el último de los Padres en Occidente y ha pasado a la historia como el hombre más sabio de su tiempo. Fue obispo de Sevilla durante más de tres décadas, sucediendo a su hermano Leandro. Otros dos hermanos son venerados como santos: san Fulgencio, también obispo, y santa Florentina, que abrazó la vida monástica. Hasta la Edad Media es la referencia en todas las ciencias. Sus obras principales son las Etimologías, una enciclopedia en veinte libros, y las Sentencias, tres libros de teología dogmática y ética. En la discusión de los diversos problemas percibe su complejidad y propone a menudo, con agudeza, soluciones que recogen y expresan la verdad cristiana completa. Comentaremos un texto de las Sentencias sobre la necesidad y complementariedad de la oración y la lectura.
San Juan Damasceno (Últimos Padres de Oriente)
San Juan Damasceno (675-750) es el último Padre de la Iglesia en Oriente. Vive en el contexto de un Imperio bizantino (Imperio romano de Oriente) en tensión con los musulmanes, y de hecho, la Damasco en la que nace fue conquistada por el Islam en el 635. De familia cristiana pudiente, trabaja en un cargo público administrativo hasta que decide retirarse a una vida monástica. Más tarde es ordenado sacerdote, y adquiere gran prestigio como predicador, manteniendo una notable actividad literaria. La importancia de San Juan Damasceno radica primero en su tarea de conservación y transmisión del pensamiento patrístico griego, siendo una referencia obligada después en la Edad Media. También fue clave en la lucha contra la herejía iconoclasta, de trascendencia no solo para la Iglesia Oriental sino para toda la Iglesia Universal. San Juan Damasceno fue de los primeros en distinguir entre la adoración, que sólo puede dirigirse a Dios, y la veneración, que puede utilizar una imagen para dirigirse a aquel que es representado en esa imagen. La veneración de las imágenes es justificada desde la Encarnación de Dios en Cristo, Dios se ha hecho visible, y desde la Encarnación la materia tiene otro significado. Somos conscientes de la importancia que tienen las imágenes y los signos para la Liturgia de la Iglesia y la Teología sacramentaria. Comentaremos un texto de San Juan Damasceno sobre la Cruz de Cristo: “¡Adoremos la imagen de la preciosa y vivificante cruz, de cualquier materia que esté compuesta! Porque no veneramos el objeto material— ¡no suceda esto nunca!—, sino lo que representa: el símbolo de Cristo”.