viernes, 21 de julio de 2023

El circo de la tontería

Las elecciones siempre son un espectáculo y, aunque lo de votar en julio sea un incordio, se agradece tener algo que ver en la tele por las noches, ahora que estamos de resaca con Alcaraz y en un verano sin olimpiadas. Además, hay que reconocer que esto de la política es bastante parecido a algunas competiciones deportivas: vas con un equipo o con el otro no por especiales razones sino por algo emocional, es parte del juego. De todos modos, aunque es divertido, no deja de ser bochornoso el espectáculo de la campaña electoral, y lo gordo es que estos señores y señoras son los que mandan o los que van a mandar en el país. Es la "República de la comedia" que representó José Mota con aquél "Golpe de gracia" en la Nochevieja de 2019. Es el circo de la tontería.

Esta campaña me coincide con la lectura de la semblanza que Stefan Zweig (1934) hizo de Erasmo de Rotterdam (1466 -1536), y esta semana he leído precisamente el capítulo que hace referencia a uno de sus textos más conocidos, el "Elogio de la locura" (1511), que mejor puede ser traducido como "Elogio de la estulticia" o "Elogio de la tontería". "Doña Stultitia se vanagloria de ser la única que mantiene el mundo en marcha con la ayuda de sus sirvientas, la adulación y el orgullo", así nos resume Zweig el planteamiento del ensayo. "La vida entera de los hombres y de las naciones es sólo y únicamente un juego de orates", decía Erasmo. Orate, para el que no haga crucigramas, es sinónimo de chiflado, trastornado. Lo contrario de cuerdo.

La tontería es muchas cosas a la vez, voy a señalar tres de sus contenidos: teatralidad, vanidad y engaño. La teatralidad o histrionismo es un recurso retórico, hay que saber dosificarlo cuando se tiene, es admirable siempre que se usa bien. La vanidad es infantilismo, egocentrismo, y aunque puede hacer cierta gracia tiende a ser más bien ridícula. El engaño es más problemático porque, aunque cierto juego es entretenido, la frontera con la mentira es estrecha y la mentira es devastadora para la vida social. Estos días en los debates y mítines se conjuga el verbo mentir en casi todas sus formas: yo miento, tú mientes, él miente; vosotros mentisteis, ellos mintieron, y tú más. Está bien como recordatorio de gramática, pero madre mía, qué aburri-miento.

Cuando la mentira se convierte en sistemática, cuando la manipulación se convierte en la norma, entonces pasamos de la tontería divertida a la tontería perversa, especialmente destructiva cuando se da en los que gobiernan, que deberían ser ejemplo de virtud, sí, de virtud. Los que mandan son imitados, son de alguna manera modelos, y la perversión se vuelve contagiosa e impregna cualquier tipo de relaciones, la familia, entornos laborales, instituciones. Se extiende como la peste. La mentira, al igual que la corrupción que crece de la mano, no debería tener cabida en una sociedad de derecho, debería ser más perseguida y castigada, sin duda. Parece que da igual, que no se quiere contrastar, que lo único que importa es convencer a cualquier precio. Pero no da igual.

Erasmo hace una mordaz crítica social, una sutil denuncia de los abusos y la corrupción. La avaricia por el dinero, la tentación de la vanidosa fama, la irracionalidad de las pasiones. Está pensando en los gobernantes y en la necesidad de reforma. A él le preocupaba sobre todo la reforma de la Iglesia, especialmente necesaria en el siglo XVI y difícil de meterle mano, y lo hace con sus armas de humanista. "Erasmo clava públicamente en el muro del tiempo la lista de pecados de la curia... campeón de la ambigüedad, se aprovecha de su gran artimaña para criticar decisivamente los desmanes religiosos... y la locura dice lo que a miles y cientos de miles les quema secretamente en los labios".  Erasmo es reformador, no revolucionario. "Lutero diseminó de un solo golpe lo que la fina mano de Erasmo, armada solo con la pluma, se había esforzado tímida y delicadamente por unir". Junto con una renovación esencial estaba también en juego una cuestión de formas y de armas. "Gracias a Erasmo el escritor es por primera vez un poder en Europa al nivel de los otros, y que lo ejerciera no para dividir o para excitar los ánimos, sino para unir y poner en común, sigue siendo su máxima gloria".

Me hizo gracia un chiste postmoderno que leí el otro día en redes sociales: "Entonces Dios creó el mundo en siete días, se lo enseñó a los demás dioses y, tras unos instantes de silencio, dijeron: - Lo importante es que te guste a ti". Ay. Si esto pensaban los habitantes del Olimpo después de la creación, qué dirían hoy al ver el esperpéntico espectáculo que estamos dando. Es necesaria una renovación moral que vendrá de la mano de la educación, respeto y amor a la verdad. Más personas honradas y menos payasos, por favor.



Enrique Aubá, 21 de julio de 2023


Y conste que creo en la política decente pero es que la campaña electoral me lo ha puesto en bandeja. Tontería la hay en todos los ámbitos. De hecho, mi candidato a payaso del mes de julio no es político, y aunque todavía no ha terminado el mes, no creo que nadie le arrebate el primer premio...

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