Justificación y posición del autor, tiene conocimiento de causa: "He dirigido a un consorcio científico de diez instituciones con financiación de la Comisión Europea (1,2 millones de euros) para analizar toda la información proporcionada por las clínicas de «reproducción médicamente asistida» en España y en otros siete países europeos. El proyecto se llama «B2-InF: estar mejor informado sobre fertilidad» (del inglés Be Better Informed about Fertility, enlace web: https://b2-inf.eu/). Sabe de lo que habla.
Partiendo de que la reproducción asistida es una realidad médica y social, ampliamente extendida y demandada, este es un posible resumen del libro: las técnicas de fertilidad artificial tienen una eficacia —tasa de éxito— determinada, no absoluta, y tienen también sus efectos secundarios, claro está, como todo procedimiento médico. Sin embargo, curiosamente, no se habla de lo uno ni de lo otro.
Hago un resumen, entre esquemático e impresionista, del contenido del libro, para hacernos una idea. Fisiología de la reproducción, regulación epigenética, capacitación y maduración de los gametos. Variantes de reproducción médicamente asistida. Riesgo relativo de problemas, aumento del riesgo, progresión del daño. Defectos congénitos, prematuridad y patologías relacionadas, aumento de incidencia posterior de algunas enfermedades. La industria y el negocio, intereses, conflictos de intereses. Disonancia cognitiva, patrón sistemático de negación, silencio. Falacias epidemiológicas, publicidad engañosa, falta de información. Recomendaciones para políticos y gobiernos, para profesionales del sector y para la población general.
Tiene mucha ciencia, mucho dato, lo que hace que la lectura pueda ser algo ardua, pero es muy ordenado, está bien escrito y se sigue con interés. Tiene tres partes: primera de resumen de evidencias, una segunda de explicación de los mecanismos de silencio, y una tercera con recomendaciones, sugerencias y propuestas constructivas.
Es importante darse cuenta de que el libro no va de buenos y malos, sino de ciencia y de ignorancia. Algunos se enriquecen con el negocio, otros tienen en sus manos poder de orientar las políticas sanitarias, pero la mayoría somos sencillamente ciudadanos y ciudadanas: personas de a pie «con cara de gente», con nuestras necesidades y anhelos, que procuramos salir adelante en una vida que con frecuencia es compleja y rica en matices. Y estamos en nuestro derecho de exigir que se nos trate como a adultos. Toda la sociedad debería disponer del conocimiento que hay —que es mucho— para seguir tomando las decisiones que queremos tomar con más libertad, mejor informados.
Enrique Aubá, 23 de octubre de 2025

